Iglesia de San Miguel en Vivar |
Nació Rodrigo (Ruy) Díaz en Vivar, cerca de Burgos, en Castilla, entre 1041 y 1054. . Era hijo de Diego Laínez, del que se creía que era descendiente de Laín Calvo, uno de los jueces de Castilla, y de Teresa Rodríguez, hija del conde de Oviedo Rodrigo Álvarez de Amaya.
Estamos en plena edad media, con su feudalismo a cuestas, y la Península Ibérica (que todavía no era España) era un hervidero de reinos (Castilla, Navarra, León, Galicia, el condado de Barcelona, etc.) y las taifas musulmanas, entremezclados con los fanáticos almorávides. En líneas generales, la guerra era entre moros y cristianos, pero la realidad era que reinos cristianos se aliaban con moros para derrotar a otros moros o cristianos y viceversa. Inevitablemente, surgió la iniciativa privada. Vasallos ambiciosos más o menos sujetos a la fidelidad feudal se cortaron solos con proyectos de enriquecimiento y poder personal arremetiendo contra algún enemigo y a veces tuvieron éxito. La famosa Reconquista no fue tan coherente como nos enseñaron.
Rodrigo se crió y creció a la sombra de Sancho II el Fuerte, rey de Castilla. Entre los años 1063 a 1072 fue el brazo derecho de don Sancho y guerreó junto a él en Zaragoza, Coimbra, y Zamora, época en la cual fue armado primeramente caballero y también nombrado Alférez y "príncipe de la hueste" de Sancho II.
A los 23 años obtuvo el título de "Campeador" –Campi doctor, algo así como maestro del combate- al vencer en duelo personal al alférez del reino de Navarra. Para esa época también ostenta el apodo de “Cid”, del árabe sayyid o sidi, -señor- o “Mio Cid” –mi señor-
Sancho II el Fuerte |
Y aquí lo tenemos al Cid quien, luego de haber colaborado con el difunto Sancho en sus rapiñas, se pasó con armas y bagajes al nuevo rey ahora Alfonso VI, quien lo recibió con los brazos abiertos.
Todo esto no deja bien parada a la honra de nuestro héroe, por lo que en las leyendas como el Cantar del Mio Cid, el Romancero y otros, se tergiversa alegremente esta etapa con una serie de hechos inventados.
Alfonso VI |
Moros aliados |
Alfonso VI, luego de recibir una paliza del ejército almorávide, juzgó conveniente tener al Cid como auxiliar, de modo que lo perdonó, lo llamó nuevamente a su corte y le otorgó tierras y ciudades.
Enderezó el Cid hacia Valencia, reinado moro tributario de Alfonso, para defenderlo del ataque de otro rey moro aliado con Berenguer Ramón II, conde de Barcelona. Venció el Cid, apresó a Berenguer Ramón, cobró su rescate, volvió junto a Alfonso y continuó desempeñando misiones bélicas que no enumero en bien de la claridad. En una posterior incursión a Valencia, parece que Rodrigo comenzó a tomar decisiones políticas por su cuenta, concertó alianzas sin consultar y se embolsó los tributos que Valencia pagaba a los reyes cristianos por su “protección”
Esta libertad de acción que se tomaba el Cid, junto con alguna desobediencia a los pedidos de auxilio de Alfonso, le valieron un nuevo destierro. Ya escarmentado y enriquecido, Rodrigo se dedicó a pelear por su propio beneficio. Cayó sobre ciudades musulmanas y las tomó por las armas, exigiendo en cada caso tributos por su “protección”. De nada valió a los reinos amenazados apelar a alianzas con caudillos cristianos contra este azote que les caía como un alud. Derrotó nuevamente el Cid al infaltable Berenguer Ramón II, quien se tuvo que comprometer a abandonar futuras alianzas.
Como resultado, el Cid se transformó en la potencia dominante en el este de la península. Recibió tributos de Valencia, Lérida, Tortosa, Denia, Albarracín, Alpuente, Sagunto, Jérica, Segorbe y Almenara. Alarmado, Alfonso VI formó una poderosa coalición que fue puntualmente derrotada.
Defensa de Valencia |
Como príncipe de Valencia, otorgó a la ciudad un estatuto de justicia envidiable para la época, restauró la religión cristiana y al mismo tiempo renovó la mezquita de los musulmanes, acuñó moneda, se rodeó de una corte de estilo oriental con poetas tanto árabes como cristianos y se hizo respetar por sus súbditos de ambas religiones.
En Valencia falleció el Cid, en julio de 1099, aproximadamente a los 54 años. Su viuda, Jimena, heredó el señorío y defendió la ciudad con ayuda de su yerno, pero el Cid resultó irremplazable. Jimena tuvo que abandonar Valencia tres años después.
Tumba del Cid y Jimena |
La trayectoria guerrera del Cid es incomparable. Desde su primer exilio con sólo 300 caballeros llegó a príncipe por la fuerza de las armas y su estrategia superior. Contribuyó a la Reconquista, pero incidentalmente adquirió poder personal y se enriqueció enormemente. Luchó contra musulmanes y cristianos indistintamente en pos de su engrandecimiento y dejó materia para que inmediatamente después de su muerte surgieran infinidad de cantares y leyendas.
Hasta mediados de marzo, entonces. Volveré con la leyenda del Cid.
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