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histonotas: 1/10/11 - 1/11/11

lunes, 31 de octubre de 2011

CATON EL REACCIONARIO


Existen sujetos tozudos, pero a mi entender Catón se lleva la palma. Supongo que desde su nacimiento en Tusculum, a 25 km de Roma, en el año 234 AC fue un chico de carácter difícil.
Eran tiempos de transición, en los que Roma todavía conservaba las características austeras y bélicas que le permitieron anexarse toda Italia, pero ya despuntaban las costumbres que a la larga ocasionaron su decadencia. Sobre todo en el campo (y la familia Catón vivía en la campiña) aún se dedicaban al trabajo de la tierra como sus antepasados, alternándolo con la milicia. Esclavos, pocos, por lo que desde niños se deslomaban con la azada y de adolescentes hacían de soldados de tiempo parcial. Con esta vida no les quedaba tiempo ni energía para vicios, y crecían fuertes, sanos y brutos. También frugales, ahorrativos (avaros, vamos) y bastante analfabetos.

La cultura se limitaba a hacer rendir la tierra y a los esclavos, mantener sujetas a las mujeres y atemorizar a los pueblos vecinos, para conquistar más tierra para trabajar y hacerla rendir, etcétera. Esas eran las antiguas virtudes romanas en las que el pequeño Catón fue educado y a las que adhería firmemente.

Este joven fornido, rubio y de ojos azules (cosa rara para un romano) comenzó haciéndose una fama como negociador en los pleitos de la comarca. Agresivo, honrado, mordaz, orador vehemente, adquirió experiencia en manejar asuntos civiles y administrativos.

Ingresó al ejército a los diecisiete años. Valiente y, sobre todo, frugal y aguantador, ardiente en el ataque, insultaba a gritos, enfurecido, a sus adversarios.

Y así hubiera quedado, como un destacado abogado de provincias y ciudadano ejemplar si no hubiese recibido la indispensable ayuda o “palanca” de un vecino, noble y con influencias. Valerio Flaco apreció sus virtudes y lo instó a trasladarse a Roma. Bajo su patronazgo, comenzó Catón la clásica carrera política. Fue sucesivamente tribuno, cuestor y, ya con el franco apoyo de Valerio, se hizo de una fama y fue elegido para las más altas magistraturas, como cónsul y finalmente censor.

Como censor encontró el cargo que más se adecuaba a su carácter. Era el censor el encargado de velar por la moral pública, comprobar que los funcionarios se mantuvieran honorables y de acuerdo a las famosas “virtudes romanas” ya mencionadas, y eventualmente castigar con multas o sanciones más graves a quienes no hicieran caso de sus reprimendas. El empleo justo para el cascarrabias de Catón. Cierto es que muchos de los censores electos hacían poco caso de sus atribuciones, se limitaban a sentarse cómodamente en el senado y no se metían con nadie. Vivir y dejar vivir. Censores simpáticos y poco molestos. Catón, no. Malhumorado como era, ya antes de llegar a censor comenzó a atacar al ilustre general y héroe de guerra, Escipión.

Escipion el Africano
No podían darse figuras más opuestas. Escipión, noble (Catón era plebeyo), culto (Catón desconfiaba de la cultura), despilfarrador (Catón era avaro), admirador de La cultura griega (Catón la aborrecía; opinaba que arruinaba el carácter). Lo cierto es que Escipión, actuando como general, había permitido a sus tropas ciertas licencias y ¡horror! había repartido dinero para que se divirtieran. El estricto moralista de Catón estalló en santa ira y siguió, machacando y machacando, hasta que se envió una comisión investigadora al dandy de Escipión. Un enemigo de por vida.

Muchas fueron las oportunidades en que Catón mostró lo que era. En una ocasión dijo por ejemplo en pleno senado: que “en toda su vida, de tres cosas solamente había tenido que arrepentirse: primera, de haber confiado un secreto a su mujer; segunda, de haberse embarcado para un viaje que pudiera haber hecho por tierra, y tercera, de haber pasado un día sin hacer nada”. Simpático, el muchacho.

En tiempos de crisis, se había dictado una ley que restringía el derroche femenino. Estaban prohibidas las joyas auténticas, los adornos de oro, vestidos costosos y viajes en litera para trayectos cortos (taxi para 10 cuadras, por ejemplo). Las mujeres soportaron durante un tiempo, pero al fin se rebelaron. Marchas de protesta, interpelaciones a los senadores en plena calle, un escándalo total para exigir la derogación de la ley. Veamos la opinión de Catón en el senado, según nos la transmite Tito Livio:

“¿Qué forma es ésta de precipitaros fuera de vuestras casas, bloquear las calles e interpelar a unos hombres que no conocéis? Cada una de vosotras podría haber formulado esta demanda en su casa, ante su marido
¿Corresponde a una mujer saber si una ley es buena o no?... ¿Qué no intentarán luego si consiguen esa victoria? ¿Y por qué esta revuelta? ¿Acaso para suplicar que rescaten a sus padres, maridos o hijos, prisioneros en Cartago? No, es para brillar con oro y púrpura y para pasear en sus carros; para que no haya límite a nuestros gastos ni a la profusión de lujo".
"Si cada uno de nosotros, señores, hubiese mantenido la autoridad y los derechos del marido en el interior de su propia casa, no hubiéramos llegado a este punto. Ahora, henos aquí: la prepotencia femenina, tras haber anulado nuestra libertad de acción en familia, nos la está destruyendo también en el Foro. Recordad lo que nos costaba sujetar a las mujeres y frenar sus licencias cuando las leyes nos permitían hacerlo. E imaginad qué sucederá de ahora en adelante, si esas leyes son revocadas y las mujeres quedan puestas, hasta legalmente, en pie de igualdad con nosotros. Vosotros conocéis a las mujeres: hacedlas vuestros iguales. Al final veremos esto: los hombres de todo el mundo, que en todo el mundo gobiernan a las mujeres, están gobernados por los únicos hombres que se dejan gobernar por las mujeres: los romanos."
Pese a esta diatriba (que más de uno suscribiría hoy día con entusiasmo), la odiada ley fue derogada. Las mujeres, para celebrar su éxito desfilaron en procesión por las calles de la capital luciendo las joyas y los vestidos más voluptuosos posibles, los cuales eran por fin legales

Finalmente, el famoso asunto Cartago. Desde que Roma tomó preponderancia, existió una sorda competencia con Cartago por el dominio del mediterráneo. Cartago era, desde siempre, una fuerte potencia naval situada incómodamente cerca de Roma. Ésta pretendía el monopolio del comercio, y cuando se hizo fuerte militarmente emprendió una seria campaña propagandística contra su rival. Los cartagineses eran crueles, su gobierno despótico y traicionero, sus dioses aborrecibles y constituían una amenaza para Roma. Todo o gran parte inventado, como preparación para una guerra “justa”.
No se atribuyeron a Cartago armas de destrucción masiva ni bacteriológicas porque eso estaba reservado a siglos posteriores. El resultado fue previsible; guerra. Fueron dos, en realidad, y se las conoce como guerras púnicas. Ambas las ganó Roma, imponiendo a los vencidos unas condiciones durísimas. Prácticamente Cartago quedaba anulada, sin naves, sin murallas ni ejército.

Pero Catón no estaba satisfecho. Portavoz del militarismo imperialista más extremo, insistía en que se debía acabar con la existencia de Cartago. Todos sus discursos en el senado, cualquiera fuese el tema de que tratasen, los terminaba con la frase: "Ceterum censeo Carthaginem esse delendam" (Además, opino que Cartago debe ser destruida).

Logró su propósito: hubo una tercera guerra púnica, Cartago fue arrasada, su población trasladada y su emplazamiento arado y sembrado con sal para consagrarlo a los dioses infernales. Catón, feliz.

Catón contrajo matrimonio con una aristócrata romana con quien tuvo un único hijo. No obstante, y pese a su estricta moral que lo llevó a degradar a un magistrado por haber besado a su esposa en presencia de una hija, a la muerte de su primera esposa Catón se volvió un viudo alegre y, a pesar de encontrarse en una edad muy avanzada, tomó una nueva esposa de entre sus esclavas con edad casadera. La elegida por el anciano fue una joven de gran belleza, con la que tuvo un hijo (¡bravo, vejete!). El hijo de su primer matrimonio retiró a su padre la palabra.

Con este final de comedia me despido hasta el 15 de noviembre. Hasta entonces.


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viernes, 14 de octubre de 2011

RAFAEL SANZIO, PINTOR Y CORTESANO DE URBINO


Es frecuente que los artistas geniales se vean afectados de locura o por lo menos de aspereza de ánimo. Desde Miguel Ángel y Beethoven a van Gogh y Wagner tenemos múltiples ejemplos. Su tortura mental y genio tumultuoso se reflejan en sus obras.
MIGUEL ANGEL - NOE

Por el contrario en el pintor y arquitecto Raffaelo Sanzio, o simplemente Rafael, nacido en Urbino, Italia, el 28 de marzo de 1483, viernes santo , pese a haber alcanzado las cumbres de su arte resplandecían todas las virtudes de la mente, acompañadas de mucha tolerancia, estudio, belleza, modestia y buenas costumbres. Lo que se dice un hombre equilibrado y encantador, así como lo son sus pinturas.

RAFAEL - RETRATO DE B. ALTOVITI
 En adelante utilizaré ampliamente la historia de Ludovico Vasari, (sin importarme los derechos de autor, ya que murió en 1574). Tiene la ventaja de ser un testimonio invalorable, puesto que Vasari es prácticamente contemporáneo de Rafael.

Dejaremos de lado sus promisorios comienzos como aprendiz y ayudante en el taller de Pietro Perugino. De allí viajó a Siena y luego a Florencia, atraído por los trabajos de Leonardo y Miguel Ángel. En estos lugares ejecutó varias obras, algunas por encargo y otras para obsequiar a sus amigos (además de ser muy cortés, Rafael tenía grandes dotes para lo que hoy llamaríamos relaciones públicas). Tal vez a causa de esto, uno de sus amigos lo recomendó para presentarse en Roma ante el papa Julio II, quien quería decorar los salones (stanze) del palacio apostólico del Vaticano.

En la primera de ellas, la Stanza Della Signatura, se encuentran sus pinturas más afamadas, la Escuela de Atenas, El Parnaso y La Disputa del Sacramento, ampliamente descriptas y comentadas por Vasari.
RAFAEL - LA ESCUELA DE ATENAS
Tanto apreció su trabajo el papa que extendió sus encargos a tres Stanze, todas con pinturas en sus muros y a menudo también en los techos. Sin embargo, la inmensidad del trabajo asumido le obligó a delegar la ejecución práctica de sus detallados diseños (que siempre realizó en persona) en los miembros del numeroso taller que había formado.

Semejante éxito le atrajo enemistades. Señalada fue la disputa que tuvo con Miguel Ángel, quien a la sazón se encontraba pintando la bóveda de la Capilla Sixtina. Según relata Vasari, hay sospechas de que Rafael copió ideas y técnicas de Miguel Ángel valiéndose del más abierto espionaje. Textualmente:

"En Roma Rafael había adquirido renombre por su agradable comportamiento y sus maneras. Había estudiado las antigüedades continuamente en la ciudad, sin embargo no tenían aún las figuras que dibujaba la majestad y tamaño que más delante les dio.

MIGUEL ANGEL - SIXTINA - CREACION (detalle)
 De esto nació el rumor de los hechos ocurridos en la capilla Sixtina. Se comentó que Bramante, que tenía la llave de la capilla, se la facilitó a su amigo Rafael para que tuviera la posibilidad de comprender el estilo de Miguel Ángel y su modo de hacerlo. Fue tal que en San Agustín en Roma rehizo al momento al profeta Isaías, que había ya terminado, la cual mejoró, con los conocimientos de Miguel Ángel, dándole más majestad.. Cuando éste vio la obra de Rafael, intuyó que Bramante le había traicionado, comenzando a detestar a Rafael."

Los proyectos en el Vaticano, a los que se agregaron trabajos de arquitectura en varias capillas, ocuparon la mayor parte de su tiempo, pero aun así pintó algunos retratos, incluyendo los de sus mecenas, los papas Julio II y León X, el primero de los cuales es considerado como uno de sus mejores figuras. 
RAFAEL - JULIO II
 Como ejemplo de la descripción que hace Vasari de sus obras, copio la de la Transfiguración de Cristo, su último cuadro y el que fue expuesto a la cabecera de su féretro en ocasión de su funeral:

"Pintó una tabla con la transfiguración de Cristo para el vicecanciller y Cardenal de Médicis para enviar a Francia, hecha por su mano en la que trabajaba de continuo, llevándola a última perfección. En el monte Tabor está la escena con Cristo transfigurado y los once discípulos que permanecen al pie esperando abajo; está un adolescente temeroso, pálido, con el gesto forzado, con el espíritu contaminado de malignidad hasta el pulso de las venas. Cristo desciende para liberar al adolescente poseído, con los ojos extraviados gritando en actitud contorsionada como sufriendo en sus carnes. Un viejo lo abraza mientras lo sostiene. Hizo esta figura, con la luz en el centro, asombro en los ojos, levantando las cejas, colérico y temeroso al mismo tiempo. Está mirando a los Apóstoles como esperando y dándose ánimos a sí mismo. Entre muchas figuras está una mujer arrodillada como principal en el cuadro, volviendo la cara hacia ellos y los brazos hacia el poseído como mostrando la  adversidad. Los Apóstoles que están sentados, otros arrodillados o en pie muestran enorme compasión ante tanta desdicha. Las figuras y cabezas son de extraordinaria belleza y tiene como novedad una gran variedad y hermosura, los artistas la juzgan como la mas aclamada bella y divina de las que hizo. Quien quiera conocer como se pinta la divinidad y transfiguración de Cristo se avenga y observe esta pintura donde aparece translúcido sobre un monte y con éste Moisés y Elías, iluminados por la claridad y esplendor del aire. Postrados están en el suelo Pedro, Jacob y Juan, en aptitudes diversas haciéndose sombra en los ojos o con la cabeza agachada por el resplandor y la luz inmensa que emite Cristo; Él vistiendo níveo con los brazos abiertos, eleva la cabeza al Padre, Rafael muestra a la perfección unidas las tres personas en una deidad de esencia. El cuál muestra con la virtud del arte y el esfuerzo la cara de Cristo con toda su fuerza, acabado como última obra que iba a hacer. No volvió a tocar los pinceles pues le sobrevino la muerte."

 Como pueden apreciar, Vasari es valioso como testigo contemporáneo, pero es un anodino crítico de pintura. Artísticamente sus descripciones son pobres, limitándose a describir la escena pintada.

RAFAEL - AUTORRETRATO
En cuanto a su vida personal, fue Rafael individuo muy amoroso y aficionado a las mujeres, siempre dispuesto a ponerse a su servicio. En sus placeres carnales fue respetado y complacido por sus amigos, más de lo conveniente quizá. Así, cuando Agostino Chigi, su entrañable amigo, le encargó la decoración de la primera galería de su palacio, viendo que Rafael no atendía mucho a su trabajo a causa de sus amores con una mujer, se desesperó tanto, que mediante intermediarios y personalmente consiguió instalar a aquella dama en su casa, para que estuviera continuamente en las habitaciones en que Rafael trabajaba. Y de este modo logró que el artista terminara la obra, para la cual ejecutó todos los lienzos y pintó al fresco con su propia mano muchas figuras.

RAFAEL - LA FORNARINA
Mientras vivió en Roma gozó de una relación permanente con Margherita Luti, «La Fornarina», llamada así por ser hija de un panadero (fornaio en italiano), a quien retrató en varios cuadros. El más difundido y famoso es el que se ilustra, sobre el que se ha tejido una curiosa leyenda. Si se observa con cuidado, puede apreciarse que la modelo está tocándose el seno izquierdo en una posición de auscultación mamaria. Se aprecia además un bulto (encima del índice de la modelo), una retracción de la mama bajo el mismo, la decoloración de la piel, una ligera protuberancia en la axila y una hinchazón del brazo. Todos esos detalles llevan a pensar que Rafael está indicando que su modelo y amante padece de un tumor en ese lugar. Los cronistas imaginativos afirman que la Fornarina, que sobrevivió a Rafael, se recluyó en un convento y falleció de cáncer, años después, pero no hay pruebas.

Volviendo a Rafael existen indicios de que el papa León X, que lo apreciaba muchísimo, pensaba concederle el birrete rojo, pues cardenales con menos méritos ya había nombrado el papa. Esto justificaría su renuencia a casarse, pese a las instancias del cardenal de Medici que le insistía en un enlace con su sobrina, a lo que Rafael daba largas. Él a escondidas seguía con los amores suyos, pues tomando esposa perdería el cardenalato, pero amantes podría tener sin dudas, siendo uso común de los príncipes de la iglesia. Y enamorado de los placeres y abusando de la práctica, Fornarina de por medio, tanto castigó al colchón que su salud se resintió, y contrajo unas fiebres que los médicos creían que era una insolación por imprudencia suya, no confesando por vergüenza el exceso que se lo provocó. Le sangraron cuando más falta le hacía para recuperarse de la debilidad en que se zambulló. Por lo que hizo testamento como honrado y cristiano disponiendo medios para vivir a su amada la envió fuera, y repartiendo las cosas suyas entre sus discípulos, tomó disposiciones referentes a su estado y finalmente falleció tras quince días de fiebres, a poco de cumplir los 38 años, en el día de viernes santo, igual que cuando nació,

Bizarra causa esta de muerte, también atribuida al deceso de Juan, príncipe de Castilla y Aragón, hijo de los reyes católicos.

En ambos casos hay dudas (¿desde cuándo el ajetreo sexual provoca fiebre persistente?). Al español se le atribuye tuberculosis, y a Rafael se le achaca, contradiciendo a Vasari, el siguiente episodio:

"Rafael era de naturaleza muy delicada; su vida pendía de un hilo demasiado débil por lo que respectaba a su cuerpo, ya que era todo espíritu. Sus fuerzas habían decrecido mucho; y es extraordinario que le hayan podido sostener durante su corta vida. Hallándose muy debilitado, un día, recibió orden de acudir a la corte inmediatamente. Echó a correr para no incurrir en retraso; y mientras hablaba allí, largamente, acerca de la construcción de San Pedro, se le secó el sudor encima. Súbitamente, se sintió enfermo. Marchó a su casa; y se vio acometido por una fiebre perniciosa...". Más verosímil, pero menos romántico.

Todos fueron elogios y lamentaciones. Su caballerosidad, bonhomía y amabilidad fueron exaltados hasta la exageración. En cuanto a su valor artístico, se lo menciona comparable al de Leonardo y Miguel Ángel. Dejo a los críticos o entendidos en arte la tarea de evaluar su mérito relativo.

Los espero a fines de octubre. Hasta entonces.




 

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