Por los años 2700 - 2800 antes de Cristo, dicen las leyendas que reinó en Sumer un héroe llamado Gilgamesh.
Sus hazañas se fueron transmitiendo oralmente hasta que, con la invención de la escritura por los dichos sumerios, fueron trasladadas a tablillas de arcilla cocida, escritas en idioma acadio con signos cuneiformes, entre 1300 y 1000 AC
Así topamos con la más antigua muestra de escritura narrativa conocida hasta la fecha. Posteriormente se descubrieron tablillas con historias similares de origen acadio y babilónico, narrando hechos similares con diferentes nombres de protagonistas.
Gilgamesh se encuentra en sus andanzas con el sobreviviente de un diluvio universal, Utnapishtim (también llamado Atrahasis o Ziusudra en otras versiones) quien le relata que los hombres, al multiplicarse desmedidamente, provocaban un ruido inmenso, que molestaba a los dioses. El dios Enlil encarga a sus dioses subalternos que envíen un diluvio para acabar con la humanidad pero el dios Enki se apiada de Utnapistim y le ordena la construcción de un arca.
Del extenso poema copio a continuación la parte correspondiente al diluvio. (No me preocupo por el plagio. El autor murió hace más de 3000 años y los herederos no me demandarán).
Utnapishtim dijo a él, a Gilgamesh: «Te revelaré, Gilgamesh, una materia oculta Y un secreto de los dioses te diré: Suruppak--ciudad que tú conoces y que en las riberas del Éufrates está situada--, esa ciudad era antigua como lo eran los dioses de su interior, cuando sus corazones impulsaron a los grandes dioses a suscitar el diluvio.
¡Construye una nave! [.............] A bordo de la nave lleva la simiente de todas las cosas vivas.[...........].
[.............] Cuanto tenía cargué en él: cuanta plata tenía cargué en él; cuanto oro tenía cargué en él; cuantos seres vivos tenía cargué en él. Toda mi familia y parentela hice subir al barco. Las bestias de los campos, las salvajes criaturas de los campo. Todos los artesanos hice subir a bordo. Samas me había fijado un tiempo [.............]
Contemplé la apariencia del tiempo. El tiempo era espantoso de contemplar. Subí al barco y clavé la entrada [.............]
Nadie ve a su prójimo, no puede reconocerse la gente desde el cielo. Los
dioses se aterraron del diluvio y, retrocediendo, ascendieron al cielo de Anul. Los dioses se agazaparon como perros acurrucados contra el muro exterior. Istar gritó como una mujer en sus dolores, la señora de dulce voz de los dioses gime:
"Los días antiguos se han trocado, ¡ay!, en arcilla, porque hablé maldad en la Asamblea de los dioses. ¿Cómo pude hablar maldad en la Asamblea de los dioses, ordenando batalla para destrucción de mi gente, cuando yo misma di a luz a mi pueblo? ¡Como el desove de los peces llena el mar!"
Al llegar al séptimo día, la tormenta del sur transportadora del diluvio amainó en la batalla, que había reñido como un ejército. El mar se aquietó, la tempestad se apaciguó, el diluvio cesó. Contemplé el tiempo: la calma se había establecido, y toda la humanidad había vuelto a la arcilla. El paisaje era llano como un tejado chato.
Abrí una escotilla y la luz hirió mi rostro. Inclinándome muy bajo, sentéme y lloré, deslizándose las lágrimas por mi cara.
Miré en busca de la línea litoral en la extensión del mar: en cada catorce regiones emergía una comarca montañosa.
En el Monte Nisir el barco se detuvo. [.............]. Un quinto y un sexto (día), el Monte Nisir mantuvo sujeta la nave, impidiéndole el movimiento. Al llegar el séptimo día, envié y solté una paloma.
La paloma se fue, pero regresó; puesto que no había descansadero visible, volvió. Entonces envié y solté una golondrina. La golondrina se fue, pero regresó. Puesto que no había descansadero visible, volvió. Después envié y solté un cuervo. El cuervo se fue y, viendo que las aguas habían disminuido, come, se cierne, grazna y no regresa. Entonces dejé salir todo a los cuatro vientos Y ofrecí un sacrificio.
Vertí una libación en la cima del monte. Siete y siete vasijas de culto preparé, Sobre sus trípodes amontoné caña, cedro y mirto. Los dioses olieron el sabor, los dioses olieron el dulce sabor, los dioses se apiñaron como moscas en torno al sacrificante
Les suena parecido al de Noe, ¿no? Releyendo mi post anterior hay demasiadas semejanzas, con una antigüedad de más de 1500 años a favor de Utnapishtin.
EGIPTO
Pero esto no es todo: leemos en un fragmento del Libro de los Muertos egipcio unas enigmáticas palabras del dios Atón, que se han asociado con nuestro tema:
“(...) han destruído secretamente cuanto has creado (...) esta Tierra ha desaparecido con el alba de la existencia, en el océano del cielo (Diluvio), surgiendo del Caos de los primeros tiempos.”
Esto en realidad es muy poco y muy oscuro (no hay arca, ni animales, ni paloma...).
GRECIA
Los griegos, en cambio, estuvieron más explícitos:
Parece ser que Zeus se enojó cuando un tal Licaón sacrificó un niño en su honor. Zeus lo convirtió en lobo, pero los hijos repitieron el sacrificio (¿qué quieren? ¡Nadie les había avisado de los gustos de Zeus!) El dios bajó a la tierra para recriminarlos y los humanos, para agasajarlo le sirvieron un rico guiso de oveja, cabra y .... niño.
No se sabe si a Zeus le cayó mal la comida o no entraba en su dieta, lo cierto es que montó en una cólera tremenda y decidió exterminar a la humanidad con un diluvio (un poco ilógico ¿no? Así son los dioses).
Deucalión, fue advertido por su padre, el Titán Prometeo, de que construyera un arca, la abasteciera y se instalase en ella con su esposa Pirra.
CHINA
¿Y los chinos? No podían faltar. De los distintos relatos del diluvio, se encuentra el de Fah-le que fue ocasionado por la crecidas de los ríos en el 2.300 a.C.
OTROS
Fueron inundados por los dioses:
Los aztecas (dos diluvios, a falta de uno)
Los incas
Los aborígenes australianos
Ciertas tribus de indios norteamericanos
Los serbios (mitos eslavos recogidos en Serbia)
y seguramente se me escaparon algunos.
Queda abierta a discusión esa generalización del diluvio. ¿Habrá existido, y quedó en la memoria de los pueblos? Pero debe haber sido universal en serio, porque lo mencionan tanto los mesopotámicos como los chinos y los americanos.
Prácticamente todas las razas y pueblos cuentan entre sus leyendas con la del hombre (por lo general junto a su familia) que por gracia divina, se salva de un castigo en forma de diluvio que termina con los hombres y los animales. En la mayoría de los casos, salva una pareja de cada especie animal y junto a sus familiares conforma la nueva generación de la raza humana.
Si alguno de mis lectores tiene una hipótesis, lo invito a compartirla en bien de la ciencia. De todas maneras, les deseo un próximo año lleno de cosas buenas. ¡Feliz 2010!