¿Qué relación existió en la edad media entre la lentitud de los medios de transporte y la fidelidad conyugal? Aparentemente es un sinsentido, pero consideremos que la principal, si no la única, ocupación de los caballeros era la guerra, y la de las mujeres, además de hilar y tejer (aburridísimo, por cierto) consistía en atender trovadores.
El clásico campo de batalla en esa época era Tierra Santa, con sus interminables cruzadas, una tras otra, lo que significaba un largo, larguísimo tiempo de ausencia de los caballeros, dada la mencionada carencia de transportes rápidos. Las pobres damas quedaban desatendidas, y aquí entraban en acción los trovadores, juglares, ministriles y toda la caterva de atractivos jóvenes que, con el laúd siempre enhiesto, sólo hablaban de amor, caricias y actos vagamente adúlteros. Sumemos las tierras sedientas con las lluvias de requiebros y resulta un inevitable barro.
Los caballeros y maridos de frentes adornadas, hartos de quejarse de la liviandad de las mujeres recurrieron a la técnica. Sin duda pensando en los castillos impenetrables (esa es la palabra exacta) fueron con la idea al herrero de la aldea. Croquis por medio, salió una especie de calzón, braga o como quieran llamarlo, pero de lata. Nada sexy, pero efectivo, a prueba de trovadores. La gracia del asunto radicaba en el candado, cuya llave quedaba en poder del legítimo esposo. Eventualmente, éste podía prestarla a algún amigo entrañable, pero siempre por tiempo limitado y con devolución. Un efecto colateral inesperado fue la repentina proliferación de cerrajeros. Sus honorarios aumentaron rápidamente y las ganzúas hicieron su aparición en el mercado.
Al regreso de la cruzada, bien inspirado, bastaba una vuelta de llave para recobrar el paraíso en su estado supuestamente original. Se supone que la dama en cuestión quedaba agradecida por el paso ahora franco. Tengo mis dudas. (Pregunta: ¿Y si el desconfiado caballero no volvía, ya sea por muerte o abandono del hogar? ¿Y si extraviaba la llave? ¿Cuánto tiempo estaba legalmente obligada la dama a andar con el cacharro a cuestas?)
Al cundir la novedad, los modelos se fueron perfeccionando. Pueden ver en las ilustraciones algunos realmente inspirados, capaces de calmar los ardores del juglar más pintado. Nótese el aspecto aterrador del modelo dentado (por suerte, Freud aún no existía) y los delicados corazones que adornan los modelos más románticos en sitios estratégicos. Toda una dulzura.
El invento, al no estar patentado, pronto fue imitado. Se dice que hasta en la era victoriana fue debidamente apreciado. No consta su uso por la reina Victoria. Casos como el de Isabel I de Inglaterra (la reina virgen) o el de las once mil vírgenes de Colonia sólo se explicarían por el uso de ese adminículo. En el último caso, con descuento por cantidad.
Encantadora historia, pero ¿será cierta? Lamento decepcionar a todos los/ las adolescentes de imaginación calenturienta que se dejaron llevar por sus fantasías. Esto es falso de toda falsedad. Escuchemos la voz de la razón.
En primer lugar, en cuanto a su principal objetivo es lamentablemente ineficaz. De la cintura para arriba, la virtud queda totalmente indefensa. Parecería que en esa época no se hubiera conocido el sexo oral, lo que no era así, o que los diseñadores fueran poco imaginativos en cuanto a las formas de pecar. Debajo del talle, el frente está sobreprotegido, pero el resto indefenso. En resumen, no sirven.
La crítica más común es la falta de higiene. Infecciones, irritaciones, paspaduras, magullones….Esta bacinilla portátil resultaría un caldo de cultivo soberbio para toda clase de bacterias. Todo debido a la imposibilidad de realizar una higiene diaria o, peor aún, mensual. No hace falta entrar en detalles. Basta con imaginárselo.
Enormemente incómodo. Caliente en verano y frío en invierno. Las usuarias deberían vivir de pie, porque sentarse con eso puesto…..En cuanto al olor, provocaría el vacío en todas las fiestas alrededor de la dama. Un asco.
No se lo menciona en ninguna novela, cuento o historia anterior al siglo XIX. No puedo creer que Bocaccio o Chaucer no hayan aprovechado semejante tema, de haber existido.
Me dirán que lo han visto en fotografías, o aún en museos. Lo siento, son todas falsificaciones modernas. Actualmente existen fábricas de cinturones de castidad, con ventas considerables. Parece ser que se usan como juguetes eróticos (yo no lo experimenté, juro). El jueguito “a buscar la llave” y alguna que otra fantasía. También leí que los únicos que los emplean seriamente en estos días son los musulmanes. Sale más barato que un eunuco y mantiene a las mujeres más o menos castas. En mi opinión, es un infundio. Desde el 11/9 los musulmanes en general han pasado a ser las bestias negras de la humanidad. En los años ’50, seguro que se lo achacaban a los comunistas.
Como reflexión final: si una mujer se empeña en engañar a un hombre, no hay artefacto que pueda impedirlo, ya sea cinturón o jaula de acero. El único remedio es no darles oportunidad o motivo, y no es 100% seguro.
Los caballeros y maridos de frentes adornadas, hartos de quejarse de la liviandad de las mujeres recurrieron a la técnica. Sin duda pensando en los castillos impenetrables (esa es la palabra exacta) fueron con la idea al herrero de la aldea. Croquis por medio, salió una especie de calzón, braga o como quieran llamarlo, pero de lata. Nada sexy, pero efectivo, a prueba de trovadores. La gracia del asunto radicaba en el candado, cuya llave quedaba en poder del legítimo esposo. Eventualmente, éste podía prestarla a algún amigo entrañable, pero siempre por tiempo limitado y con devolución. Un efecto colateral inesperado fue la repentina proliferación de cerrajeros. Sus honorarios aumentaron rápidamente y las ganzúas hicieron su aparición en el mercado.
Al regreso de la cruzada, bien inspirado, bastaba una vuelta de llave para recobrar el paraíso en su estado supuestamente original. Se supone que la dama en cuestión quedaba agradecida por el paso ahora franco. Tengo mis dudas. (Pregunta: ¿Y si el desconfiado caballero no volvía, ya sea por muerte o abandono del hogar? ¿Y si extraviaba la llave? ¿Cuánto tiempo estaba legalmente obligada la dama a andar con el cacharro a cuestas?)
Al cundir la novedad, los modelos se fueron perfeccionando. Pueden ver en las ilustraciones algunos realmente inspirados, capaces de calmar los ardores del juglar más pintado. Nótese el aspecto aterrador del modelo dentado (por suerte, Freud aún no existía) y los delicados corazones que adornan los modelos más románticos en sitios estratégicos. Toda una dulzura.
El invento, al no estar patentado, pronto fue imitado. Se dice que hasta en la era victoriana fue debidamente apreciado. No consta su uso por la reina Victoria. Casos como el de Isabel I de Inglaterra (la reina virgen) o el de las once mil vírgenes de Colonia sólo se explicarían por el uso de ese adminículo. En el último caso, con descuento por cantidad.
Encantadora historia, pero ¿será cierta? Lamento decepcionar a todos los/ las adolescentes de imaginación calenturienta que se dejaron llevar por sus fantasías. Esto es falso de toda falsedad. Escuchemos la voz de la razón.
En primer lugar, en cuanto a su principal objetivo es lamentablemente ineficaz. De la cintura para arriba, la virtud queda totalmente indefensa. Parecería que en esa época no se hubiera conocido el sexo oral, lo que no era así, o que los diseñadores fueran poco imaginativos en cuanto a las formas de pecar. Debajo del talle, el frente está sobreprotegido, pero el resto indefenso. En resumen, no sirven.
La crítica más común es la falta de higiene. Infecciones, irritaciones, paspaduras, magullones….Esta bacinilla portátil resultaría un caldo de cultivo soberbio para toda clase de bacterias. Todo debido a la imposibilidad de realizar una higiene diaria o, peor aún, mensual. No hace falta entrar en detalles. Basta con imaginárselo.
Enormemente incómodo. Caliente en verano y frío en invierno. Las usuarias deberían vivir de pie, porque sentarse con eso puesto…..En cuanto al olor, provocaría el vacío en todas las fiestas alrededor de la dama. Un asco.
No se lo menciona en ninguna novela, cuento o historia anterior al siglo XIX. No puedo creer que Bocaccio o Chaucer no hayan aprovechado semejante tema, de haber existido.
Me dirán que lo han visto en fotografías, o aún en museos. Lo siento, son todas falsificaciones modernas. Actualmente existen fábricas de cinturones de castidad, con ventas considerables. Parece ser que se usan como juguetes eróticos (yo no lo experimenté, juro). El jueguito “a buscar la llave” y alguna que otra fantasía. También leí que los únicos que los emplean seriamente en estos días son los musulmanes. Sale más barato que un eunuco y mantiene a las mujeres más o menos castas. En mi opinión, es un infundio. Desde el 11/9 los musulmanes en general han pasado a ser las bestias negras de la humanidad. En los años ’50, seguro que se lo achacaban a los comunistas.
Como reflexión final: si una mujer se empeña en engañar a un hombre, no hay artefacto que pueda impedirlo, ya sea cinturón o jaula de acero. El único remedio es no darles oportunidad o motivo, y no es 100% seguro.
A diferencia de los anteriores, este post no tiene mucha originalidad ni investigación histórica. Simplemente me divirtió el tema y allá fue. Trataré de enmendarme a mediados de marzo. Hasta entonces.
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