Estamos en Bayona, pequeña ciudad vasco-francesa de la región de los Pirineos, cercana a la frontera de España. Año 1808.
Se encontraban allí reunidos, unos por la conveniencia y otros por la intimidación:
- Napoleón Bonaparte y su corte de servidores, en su papel de dueño de casa y mandamás, ignorando que en esa reunión se estaba forjando el comienzo de su ocaso;
- l rey de España, Carlos IV, devenido en personaje de opereta, absolutista y bufón, cornudo hasta la empuñadura, aferrado a los restos de su poder y acérrimo defensor del amante de su mujer;
- El susodicho amante, Manuel Godoy, inexplicablemente designado “Príncipe de la Paz” luego de una derrota, cuyo vertiginoso ascenso desde guardia de corps hasta Ministro Universal, con una increíble lista de títulos, honores y condecoraciones que ocuparía varios renglones, se debió a su apostura y dotes sociales y políticas que conquistaron fulminantemente al rey y a la reina, en distintos sentidos, espero. Algunos historiadores modernos ponen en duda su papel de calientalecho real basándose en veladas declaraciones de inocencia del sospechado (!!!!) Pro francés y creyente en la franqueza y honestidad de Bonaparte. Con eso queda definida su agudeza política;
- La “virtuosa” reina María Luisa de Parma, fea hasta el espanto (véase cuadro de Goya, pintor de la corte). Pese a su aspecto, tuvo varios amantes previamente a y durante Godoy. Como puede observarse, de joven no era tan fea. Obsequió a su real esposo, además de los públicos ornamentos frontales, con catorce hijos y diez abortos espontáneos, ni unos ni otros de paternidad segura. Era evidente en qué ocupaba su tiempo. El pueblo, enterado y regocijado;
- Fernando, alternativamente rey o príncipe de Asturias, según el talante de su real padre. A comienzos de su carrera aparentó ser liberal, pero cuando fue rey se convirtió en un tremendo absolutista cerrado. Odiaba a los franceses (pese a que, cuando le convenía, lamía con entusiasmo las imperiales botas de Napoleón), a su padre (y éste a él), a su madre (por…bueno, es comprensible) y a Godoy (también es comprensible). Por ser antifrancés, el pueblo lo adoraba; fue llamado Fernando “el deseado”. Cuando se mostró como era en realidad, lo llamaron de otra forma.
Estas eran las primeras figuras de la farsa que se representaría en Bayona. Veamos cómo y por qué llegaron allí.
El Tratado de Fontainebleau
Todos conocemos la ilimitada ambición de Bonaparte. País por país, fue merendándose a toda Europa, pero cuando llegó frente a Inglaterra se encontró con el Canal de la Mancha. La flota inglesa, dueña del mar, le impidió atravesar el modesto Canal, y allí se quedó Bonaparte mordiéndose las uñas. Se le ocurrió entonces asfixiar comercialmente a Inglaterra, por lo que estableció el bloqueo continental. Como era dueño o aliado de todas las potencias europeas, les prohibió comerciar con Gran Bretaña.
Primer error garrafal, originado en su miopía política. Como estadista, Bonaparte era un excelente conductor de tropas. España obedeció, gracias a Godoy, pero a Portugal, tradicional aliado de Inglaterra, se le dio un pito de los berrinches de Napoleón y siguió comerciando con todo el mundo.
Bonaparte reaccionó como siempre, a lo bruto, y solicitó permiso a España para atravesar su territorio e invadir Portugal. España (Godoy) accedió, y se firmó el tratado de Fontainebleau. Entraron las tropas napoleónicas y allí Bonaparte, pasándose de listo, cometió su segundo y más grave error. Tuvo la brillante idea, ya que estaba, de aprovecharse de la ceguera de Godoy (el rey Carlos IV no contaba absolutamente para nada) y ocupar como si nada varias ciudades de España (Pamplona, Valencia, Barcelona, San Sebastián) para redondear la correría.
El motín de Aranjuez
Primer error garrafal, originado en su miopía política. Como estadista, Bonaparte era un excelente conductor de tropas. España obedeció, gracias a Godoy, pero a Portugal, tradicional aliado de Inglaterra, se le dio un pito de los berrinches de Napoleón y siguió comerciando con todo el mundo.
Bonaparte reaccionó como siempre, a lo bruto, y solicitó permiso a España para atravesar su territorio e invadir Portugal. España (Godoy) accedió, y se firmó el tratado de Fontainebleau. Entraron las tropas napoleónicas y allí Bonaparte, pasándose de listo, cometió su segundo y más grave error. Tuvo la brillante idea, ya que estaba, de aprovecharse de la ceguera de Godoy (el rey Carlos IV no contaba absolutamente para nada) y ocupar como si nada varias ciudades de España (Pamplona, Valencia, Barcelona, San Sebastián) para redondear la correría.
El motín de Aranjuez
Recién entonces, con casi 100.000 soldados franceses dentro de España, el rápido Godoy se dio cuenta de que Napoleón le estaba haciendo a él lo mismo que él le hacía a María Luisa. Típico de su grandeza de miras, el Príncipe de la Paz decidió huir con la familia real hacia América.
Llegados los viajeros a Aranjuez, los rumores de la deserción y las maniobras de Fernando, Príncipe de Asturias pusieron los ánimos alerta. La situación empeoró cuando el pueblo se dio cuenta de que Godoy también estaba haciendo salir de la ciudad a su amante, Pepita Tudó (Sí, tenía otra amante el hombre, que además estaba casado. Se cree fundadamente que la dama en cuestión fue la modelo de Goya para “La maja desnuda”).
Ahí los habitantes, que ya estaban más que hartos de los franceses, de Godoy y de su comportamiento, saquearon la casa del Ministro (llevándose entre otras cosas el mencionado cuadro, que el varón tenía en casa para que lo admirara su esposa) y lo encontraron (a Godoy, no al cuadro) escondido en un desván. Salvó la vida porque los guardias lo condujeron prisionero bajo escolta.
Carlos IV, todavía rey pese a todo, se conmovió ante la prisión del ministro y abdicó “voluntariamente” en su hijo Fernando para evitarse males mayores.
Todos a Bayona
Llegados los viajeros a Aranjuez, los rumores de la deserción y las maniobras de Fernando, Príncipe de Asturias pusieron los ánimos alerta. La situación empeoró cuando el pueblo se dio cuenta de que Godoy también estaba haciendo salir de la ciudad a su amante, Pepita Tudó (Sí, tenía otra amante el hombre, que además estaba casado. Se cree fundadamente que la dama en cuestión fue la modelo de Goya para “La maja desnuda”).
Ahí los habitantes, que ya estaban más que hartos de los franceses, de Godoy y de su comportamiento, saquearon la casa del Ministro (llevándose entre otras cosas el mencionado cuadro, que el varón tenía en casa para que lo admirara su esposa) y lo encontraron (a Godoy, no al cuadro) escondido en un desván. Salvó la vida porque los guardias lo condujeron prisionero bajo escolta.
Carlos IV, todavía rey pese a todo, se conmovió ante la prisión del ministro y abdicó “voluntariamente” en su hijo Fernando para evitarse males mayores.
Todos a Bayona
Y aquí comienzan el ridículo y la bajeza: Murat, como representante de Napoleón, sugiere a Carlos, rey abdicado, que si se presenta humildemente ante el Emperador éste, que posee un ejército dentro de España, lo repondrá en el trono y lo sostendrá en el mismo. El ingenuo de Carlos se apresura a escribir a Bonaparte:
VM. sabrá sin duda con pena los sucesos de Aranjuez y sus resultas y no verá con indiferencia a un rey que, forzado a renunciar a la corona, acude a ponerse en los brazos de un grande monarca, aliado suyo, subordinándose totalmente a la disposición del único que puede darle su felicidad, la de toda su familia y la de sus fieles vasallos.
Yo no he renunciado a favor de mi hijo sino por la fuerza de las circunstancias, cuando el estruendo de las armas y los clamores de una guardia sublevada me hacían conocer bastante la necesidad de escoger la vida o la muerte...
Yo fui forzado a renunciar; pero he tomado la resolución de conformarme con todo lo que quiera disponer de nosotros y de mi suerte, la de la Reina y la del Príncipe de la Paz.
Sólo le faltó agregar “que besa sus pies”. Y allá va Carlos con su casta esposa hacia Bayona
Segundo actor: Fernando, reciente rey. A éste se le ocurrió que, yendo a inclinarse ante el Emperador, podría conseguir la evacuación de algunos soldadillos franceses que le estaban estorbando. De paso, no le vendría mal algún gesto de apoyo político del dueño de Europa. Más políticamente imbécil, imposible. Digno hijo de su padre. Hacia Bayona, pues.
Para completar el elenco, Godoy. Probablemente por orden de Bonaparte, Murat, porque sí, lo saca de la prisión donde estaba encerrado y lo lleva …..a Bayona.
Por “invitación” del Emperador (porque negociaciones, no hubo):
- Carlos se arrepiente de su abdicación;
- Fernando, como buen hijo, le devuelve el trono, abdicando en su padre;
- Carlos, de nuevo rey, abdica en Bonaparte;
- Bonaparte rechaza el reinado y abdica en su hermano Luis;
- Carlos, María Luisa y …Godoy (indisoluble matrimonio de tres) parten a Francia, pensionados por Bonaparte;
- Fernando se queda con las manos vacías, con mucha bronca y, supongo, con cara de estúpido.
Como muestra de ruindad y desvergüenza, transcribo la proclama con que el traidor de Carlos IV pretende justificar el regalo de su reino a Bonaparte:
He tenido a bien dar a mis amados vasallos la última prueba de mi paternal amor. Su felicidad, la tranquilidad, prosperidad, conservación e integridad de los dominios que la divina providencia tenía puestos bajo mi Gobierno, han sido durante mi reinado los únicos objetos de mis constantes desvelos. Cuantas providencias y medidas se han tomado desde mi exaltación al trono de mis augustos mayores, todas se han dirigido a tan justo fin, y no han podido dirigirse a otro. Hoy, en las extraordinarias circunstancias en que se me ha puesto y me veo, mi conciencia, mi honor y el buen nombre que debo dejar a la posteridad, exigen imperiosamente de mí que el último acto de mi Soberanía únicamente se encamine al expresado fin, a saber, a la tranquilidad, prosperidad, seguridad e integridad de la monarquía de cuyo trono me separo, a la mayor felicidad de mis vasallos de ambos hemisferios.
Así pues, por un tratado firmado y ratificado, he cedido a mi aliado y caro amigo el Emperador de los franceses todos mis derechos sobre España e Indias; habiendo pactado que la corona de las Españas e Indias ha de ser siempre independiente e íntegra, cual ha sido y estado bajo mi soberanía, y también que nuestra sagrada religión ha de ser no solamente la dominante en España, sino también la única que ha de observarse en todos los dominios de esta monarquía. Tendréislo entendido y así lo comunicaréis a los demás consejos, a los tribunales del reino, jefes de las provincias tanto militares como civiles y eclesiásticas, y a todas las justicias de mis pueblos, a fin de que este último acto de mi soberanía sea notorio a todos en mis dominios de España e Indias, y de que conmováis y concurran a que se lleven a debido efecto las disposiciones de mi caro amigo el emperador Napoleón, dirigidas a conservar la paz, amistad y unión entre Francia y España, evitando desórdenes y movimientos populares, cuyos efectos son siempre el estrago, la desolación de las familias, y la ruina de todos.
Dado en Bayona en el palacio imperial llamado del Gobierno a 8 de mayo de 1808. Yo el Rey. Al Gobernador interino de mi consejo de Castilla.
Gazeta de Madrid, viernes 20 de mayo de 1808
El alzamiento del 2 de mayo de 1808
Mientras tanto, en España, el digno y valiente pueblo de Madrid, lejos de todas estas bajezas, se levantaba espontáneamente, al mejor modo español, contra los ejércitos ocupantes y en defensa de la monarquía (¡Qué ironía!!).
La quijotada duró un solo día, y costó 200 soldados franceses muertos, los mejores del mundo, y 150 madrileños exterminados en luchas callejeras. Al día siguiente, la represión: cerca de 1000 ciudadanos asesinados o fusilados (lo mismo da). A continuación, el llamado a la rebelión recorrió España. La guerra de la independencia había comenzado.
Pido perdón a la historia. Tuve que podar, mochar y omitir para dar cabida a estos hechos en los límites de la paciencia de los lectores. Tómenlo como un boceto imperfecto.
Nos veremos nuevamente a fines de Marzo. Hasta entonces.
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