La majestuosa dama Justicia, además de ciega, por momentos
se permite verdaderas sandeces. Voy a citar sólo dos casos, no inventados sino
verídicos y debidamente documentados, en que el delirium tremens parece invadir
los solemnes estrados.
El
primero está relacionado con las plagas medievales. Ya sea por la inexistencia
de plaguicidas, por la mugre ambiente o el hacinamiento, lo cierto es que
frecuentemente caían sobre la sufrida Europa bíblicas invasiones de indeseables
sabandijas. Langostas, orugas, escarabajos, serpientes, ranas, ratas, ratones, topos...
estas pequeñas pestes se combinaban para devastar regiones enteras. Se arruinaban
las cosechas, y a menudo se padecía hambre. La ciencia medieval nada podía
hacer. La gente se volvía hacia el cielo y la religión. Tan súbitos y
despiadados ataques sólo podían explicarse mediante la acción de una fuerza
demoníaca. No era que las langostas devoraran las cosechas, ni que los ratones
royeran las raíces... el demonio o sus ayudantes se habían posesionado de los
dañinos animales. La conocida leyenda del flautista de Hamelin responde a un
problema real.
Flautista
aparte, la religión se abocaba a lo suyo. Se practicaban los solemnes
exorcismos para expulsar al maligno, se intimaba a loa animales, pero nada; los
bichos seguían arrasando cosechas, poseídos por tercos demonios o simplemente
hambrientos.
Entraba
a actuar el poder civil. Los juicios a animales dañinos no eran excepcionales. F. Nork,
en su obra Sitten und Gebräuche der Deutschen (Costumbres y tradiciones de Alemania - Stuttgart, 1849) reproduce
las actas de un proceso de este tipo, efectuado en la comuna de Glurns, Suiza.
“El
día de Santa Ursula, Anno Domini 1519, Simon Fliss, residente de Stilfs, compareció
ante Wilhelín von Hasslingen, juez y alcalde de la comuna de Glurns, y declaró
en nombre del pueblo de Stilfs que
deseaba iniciar proceso contra los ratones del campo, con arreglo a lo
prescripto por ley. Y como la ley instituye que los ratones deben ser
defendidos, pidió a las autoridades que nombraran a dicho defensor, para que
los ratones no tuvieran motivo de queja. En respuesta al pedido, Wilhelm von Hasslingen nombró a Hans Grienebner, residente
de Glurns, para dicho cargo, y lo confirmó en el mismo. Después de lo cual Simón
Fliss nombró al acusador en representación de la comuna de Stilfs, que fue
Minig von Tartsch.”
El
juez fue Conrad Spergser, capitán de mercenarios en el ejército del
Condestable. Y hubo diez jurados.
“Minig
von Tartsch, en representación de todo el pueblo de la comuna de Stilfs,
declaró que había citado ese día a Hans Grienebner, abogado defensor de las
bestias irracionales conocidas por el nombre de ratones de campo, después de lo
cual el arriba mencionado Hans Grienebner compareció y se dio a conocer en su
función de abogado defensor de los ratones”.
“Minig Waltsch, residente de Sulden, fue
llamado en calidad de testigo, y declaró que durante los últimos dieciocho años
acostumbraba cruzar los campos de Stilfs, y que había visto los daños
considerables producidos por los ratones de campo, y que apenas habían dejado
un poco de heno para uso de los campesinos.
“Niklas
Stocker, residente de Stilfs, atestiguó que ayudaba en el trabajo de los campos
comunales, y que siempre había visto que esos animales, cuyo nombre no conocía,
causaban grandes daños a los agricultores, y eso era especialmente visible en
otoño.
“Vilas
von Raining reside ahora en las proximidades de Stilfs, pero durante diez años
ha sido miembro de la comuna. Testifica que puede apoyar la declaración de
Niklas Stocker, y aun la refuerza afirmando que muy a menudo ha visto con sus
propios ojos a los mencionados ratones.
“Después
de lo cual, todos los testigos confirmaron bajo juramento sus respectivos
testimonios.”
“ACUSACIÓN: Minig von Tartsch acusa a los ratones
de campo del daño que han causado y afirma que si esta situación continúa y no
se procede a la eliminación de los dañinos animales, sus clientes no podrán
pagar los impuestos, y se verán obligados a irse a otro sitio.
“ALEGATO
DE LA DEFENSA: Hans Grienebner, en su condición de abogado de la defensa, declara
en respuesta a esta acusación: Ha comprendido la acusación, pero es bien sabido
que sus clientes también son útiles desde cierto punto de vista (destruyen las
larvas de algunos insectos) y por consiguiente espera que el tribunal no les
retirará su protección. Sin embargo, si ése fuera el caso, ruega a la corte que
comprometa a la acusación a suministrar a los acusados alguna residencia donde
puedan vivir en paz y también para que, mientras se mudan, los protejan de
perros y de gatos; y finalmente, si alguna de sus clientes estuviera
embarazada, que se le conceda un plazo suficiente para que den a luz y puedan
llevarse sus crías.
“SENTENCIA:
Después de haber escuchado a la acusación, a la defensa y a los testigos, el
tribunal decretó que las bestias dañinas conocidas bajo el nombre de ratones de
campo serán conjuradas a marcharse de los campos y prados de la comuna de Stilfs
en el plazo de catorce días, y que se les prohíbe eternamente todo intento de
retorno; pero que si alguno de los animales estuviera embarazado o impedido de
viajar debido a su extremada juventud, se le concederán otros catorce días,
bajo la protección del tribunal... pero los que están en condiciones de viajar,
deben partir dentro de los primeros catorce días.”
Por
otra parte, el tribunal rechazó firmemente la sugestión de la defensa: no
proveyó otro territorio para el establecimiento de los ratones; debían marcharse,
adonde quisieran o pudieran hacerlo.
Ignoramos
si los ratones de campo se enteraron de la sentencia.
Segundo
ejemplo, un enfoque romántico del derecho.
De
jure canum (El derecho canino)- tal el título que Heinrich Klüver, abogado
de Wittenberg, dio en 1734 a su “disertación popular” sobre la situación
jurídica de los perros.
El
primer capítulo está consagrado a una apología de los perros, con relatos
instructivos relativos a la lealtad y a la inteligencia de estos animales. Dos de
las anécdotas dan una idea del grado de preocupación de Herr Klüver por los
hechos y por la verdad:
“La
gallina de una pobre viuda puso cierto número de huevos, pero no tuvo tiempo de
empollarlos, porque infortunadamente murió. La pobre mujer se sentía muy
inquieta, pues se ganaba la vida criando pollos. Pero su perrito pareció
comprender el aprieto en que se hallaba la mujer, pues se acostó sobre los
huevos y los empolló.
“La
bruja de cierta aldea preparó una comida especial, a base de carne de pollo,
con la cual esperaba convertir a sus gallinas en maravillosas ponedoras.
Pero
el perro le robó la comida... ¿y cuál fue el resultado? Comenzó a poner huevos,
y así continuó mientras duró el efecto de la comida mágica.”
Los
problemas concretos suscitados por la situación jurídica de los perros aparecen
en el tercer capítulo. Nos encontramos con perros guardianes, perros de caza y
perros rabiosos como personajes de diversos problemas jurídicos. Luego, aparece
el hombre de la perrera. Su función no es tan simple como podría creerse. De
acuerdo con las antiguas reglas de las corporaciones, el hombre que había cumplido
funciones de perrero” no podía ingresar en una corporación... porque se
consideraba que su profesión era “deshonrosa”. Ahora bien, puede ocurrir que un
honesto artesano mate un perro. El problema legal es el siguiente: ¿habrá de
considerárselo “perrero temporario o profesional”?
Los
perros del doctor Klüver incursionaban también en la ley de sucesión. Así, descubrimos
que un perro no puede ser considerado propiedad hereditaria, de modo que
constituye patrimonio legítimo del viudo o de la viuda. Por otra parte, él o
ella tienen derecho a retener el collar si éste es de cuero; pero si es de
plata deberá entregarlo a los herederos directos.
El
mismo autor incursiona en otro espinoso problema jurídico en su tratado Kurtzes
bedencken
über Juristische Frage: Ob eine schwangereFrau, wenn sie wahrend der Reise auf
dem Wagen eines Kindes genesen, für selbiges Fuhr-Lohn zu geben gehalten sey (Jena,
1709). (Breve examen del problema jurídico: si una mujer embarazada, que da a
luz un niño mientras viaja en una diligencia, está obligada o no a pagar el
billete del recién nacido.) Por motivos de espacio, ahorro a mis lectores la
exposición de este apasionante problema.
Y
ahora, en forma arbitraria y unilateral, me otorgo asueto para fin de año. Por
lo tanto, nos encontraremos nuevamente recién el 15 de enero. Felices fiestas
para todos.
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