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histonotas: EL AMOR CABALLERESCO – UNA LOCURA ERÓTICA (I)

sábado, 29 de septiembre de 2012

EL AMOR CABALLERESCO – UNA LOCURA ERÓTICA (I)



El amor tal como hoy lo conocemos (si es que realmente entendemos de qué se trata) se desarrolló en el período de la caballería, digamos desde el siglo XII. Anteriormente se daba sólo en casos excepcionales que por ello merecían la sorpresa general, casos Pericles – Aspasia; Leandro – Hero; Catulo – Clodia (no incluyo a Cleopatra + Cesar + Marco Antonio porque más que amor hubo política). En general se consideraba a la mujer, en el mejor de los casos, como un ama de casa y proveedora de niños, y en el peor como algo más que un animal. El hombre ejercitaba su amor con varoncitos adolescentes (ver Platón, propiciador del mal entendido amor platónico) o con hetairas o cortesanas, vulgo prostitutas. La iglesia de los primeros siglos, como siempre líder en estas cuestiones, se cansó de despotricar contra las mujeres y consideró el amor, aún el conyugal, como algo por lo menos inconveniente, lindando con lo pecaminoso, tolerable sólo para fines reproductivos.

En esas andábamos cuando el concilio de Efeso, en el año 431, estableció como verdad revelada que María era madre de Dios, y como tal debía ser adorada. Fue la primera excepción y quedó como precedente.

Pasaron los años, llegaron los bárbaros, con las mujeres siempre apaleadas (hubo contadas excepciones, generalmente monjas, santas o reinas), se fueron civilizando los bárbaros que quedaron, llegó el feudalismo, las cruzadas y ahí cambió todo.

No fue una brusca transición, por supuesto, y es el día de hoy que los eruditos siguen discutiendo cuál fue la causa de la revalorización de la mujer. Se menciona el culto a María, que adquirió gran preponderancia por el siglo XI, el efecto de las novelas de caballería y las leyendas de Arturo, inmensamente populares, la proliferación de trovadores, lo cierto es que para esos años se incorporó el amor cortés a las costumbres de las clases altas.

Observación importante válida para todo lo que sigue: las fórmulas del amor cortés o caballeresco se limitaron a las clases altas exclusivamente. Los artesanos, comerciantes, burgueses, aldeanos y campesinos fueron simples espectadores a menudo burlones. Sus mujeres siguieron explotadas, golpeadas y menospreciadas.

¿Qué fue el amor cortés? Puede considerárselo una moda originada en la corte de Aquitania que se propagó como un incendio por feudos y castillos, llevado por los trovadores y que duró, con altos y bajos, cosa de trescientos años.

Cristalizó en una costumbre convencional, a menudo carente de auténtica pasión, que obligaba al auténtico caballero a ponerse incondicionalmente al servicio de una dama. Este servicio caballeresco se cumplía casi siempre en beneficio de mujeres casadas, pues ellas detentaban el más elevado rango de la alta sociedad. El propósito era simplemente desarrollar un juego entretenido de las pasiones intelectuales y amorosas. El caballero elegía una dama y le ofrecía sus servicios. Si la dama aceptaba al oferente, éste realizaba todas sus hazañas en nombre de la elegida. Por otra parte, de acuerdo con las leyes de la caballería, la dama no podía aceptar los servicios de otro caballero. Como símbolo de su aceptación, otorgaba al caballero una cinta, un velo o una corona, que él llevaba en el casco o en la punta de la lanza en sus desafíos o torneos.

No se trataba de un asunto privado: por el contrario, adoptaba la forma de una ceremonia pública. Y esta ceremonia se ajustaba exactamente a las mismas formalidades que la que establecía un vínculo entre el señor feudal y su vasallo. La dama se sentaba en un sillón, el caballero se arrodillaba frente a ella, y pronunciaba su voto de caballería con la cabeza descubierta, las manos juntas, como en el acto de orar. Para demostrar su conformidad, la dama tomaba entre sus manos las del caballero, y finalmente sellaba el vasallaje con un beso feudal. El caballero se comprometía a servidumbre; la mujer, en cambio, no tenía ninguna obligación.

Todo lo que el caballero hacía, ya se tratase de participar en un torneo o de intervenir en una cruzada, lo hacía en nombre de su dama, y por su gloria y bajo sus órdenes. Es verdad que en todos sus actos el caballero abrigaba la esperanza de una recompensa.

Era considerada una recompensa en sí misma el hecho de que, gracias a su dedicación exclusiva, el caballero alcanzara cierto exaltado estado de ánimo Según un trovador del siglo XII, un caballero pide una recompensa a su dama.

“¿Acaso las canciones que te he dedicado y las hazañas que realicé no merecen recompensa?”

“Tranquilízate”, replica la dama. “Recibirás tu recompensa y serás feliz”.

“¿Cuál será mi premio, noble dama?”

“Tu creciente fama y la mayor exaltación de tu espíritu son recompensa suficiente”. Y eso era todo.

Así se acostumbraba despedir al caballero; sin embargo, durante siglos no se advirtió que este “espíritu más exaltado” era indicio de una pasión más bien unilateral. El hombre se consagraba, soportaba duras pruebas, recibía heridas en los torneos, iba en peregrinación a Tierra Santa... y mientras tanto la dama se contentaba con aceptarlo todo graciosamente, sin dar absolutamente nada en cambio. Los historiadores archivaron estos amores unilaterales bajo el rubro de “amor romántico”. Pero aparentemente todos olvidaban que el romance florecía sólo en el hombre; en todo el asunto, el papel femenino era incoloro e insípido... absolutamente pasivo.
Pero, ¿para qué querían las damas esa adoración?
Quizás por la sencilla razón de que se trataba de un galanteo... en lo que a ellas respecta, un galanteo sin riesgos carente de pasión y de sentimiento.

Así como el caballero necesitaba a la dama, ella necesitaba esta excitación de las emociones y de los sentidos, para llevar un poco de color a su vida monótona, y en la Edad Media la vida de la mujer noble era en verdad mortalmente aburrida.

Por de pronto, el caballero del amor debía ser poético en sus sentimientos. Los siguientes son algunos de los nombres con los ensalza a su dama: “Oh, Estrella de la Mañana, Capullo de Mayo, Rocío de las Lilas, Hierba del Paraíso, Racimo de Otoño, Jardín de Especias, Atalaya de Alegrías, Delicia Estival, Fuente de Felicidad, Foresta Florida, Nido de Amor del Corazón, Valle de Placeres, Reparadora Fuente de Amor, Canción del Ruiseñor, Arpa del Alma, Pascua Florida, Perfume de Miel, Consolación Eterna, Peso de la Bienaventuranza, Prado Florido, Dulce Limosna, Cielo de los Ojos”, etc., etc. ¿Qué mujer no se sentiría extasiada (o tal vez ridiculizada) hoy si recibiera este rosario de alabanzas?

En segundo lugar el caballero deberá llevar a cabo las más increíbles hazañas en nombre de su dama. Cuanto más arriesgados sean sus lances, más honra para la dama y más méritos para el caballero. Pero había casos en que, con sádica crueldad, la dama fijaba personalmente muy duras condiciones, y su rendido admirador se sometía a ellas sin la menor protesta.

Un cronista contemporáneo relata la historia de los tres caballeros y de la “prueba de la camisa”. Tres nobles paladines competían por los favores de una dama. Finalmente, ella decidió inclinarse por el que vistiera la camisa de la dama en el torneo. Puede creerse que se trataba de una prueba simpática... salvo que el caballero no debía vestir la camisa encima ni debajo de la armadura, sino en lugar de ella, sobre el cuerpo desnudo. Era una muerte segura o, en las más favorables condiciones, implicaba sufrir terrible castigo de espada y de lanza. Dos de los tres caballeros tuvieron el buen sentido de rechazar la prueba, y se retiraron. Ocurrió lo inevitable: al fin del torneo el caballero fue llevado medio muerto a presencia de su dama.

Como era costumbre, la dama ofreció un gran banquete y sirvió a sus huéspedes, en honor del héroe.
En esta ocasión, ella se deslizó la camisa manchada de sangre sobre su propio vestido, y con este extraño tocado desempeño el papel de anfitriona. La historia no registra cuál fue el premio del imbécil. Probablemente un casto beso.

Me estoy excediendo de palabras y aún me quedan anécdotas para contar, así que corto aquí y prometo concluir en el próximo post, el 15 de octubre. Los espero.

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