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histonotas: VLAD TEPES, DRACULA, VAMPIROS Y OTROS EXCESOS

viernes, 3 de febrero de 2012

VLAD TEPES, DRACULA, VAMPIROS Y OTROS EXCESOS


Después de tanta película, libro, comic y serie el tema está casi agotado. Veamos sin embargo al no tan conocido conde Drácula como fue en la realidad, porque existió sin dudas.

El sujeto respondía al pintoresco nombre de Vlad Draculea. Lo de Draculea era porque al padre lo llamaban Dracul, que significa dragón, o gran serpiente. Por influencia del asunto de Adán, Eva y la serpiente parlanchina, al simpático reptil se lo asimiló al demonio. Papá Dracul no tenía mucho de demonio, y el equívoco vino porque era miembro de la aristocrática orden militar del dragón. Al nene, por no llamarlo Draculito, que suena feo, lo llamaron Draculea, que suena peor, y de ahí pasó a Drácula. A lo largo de los años, el joven Vlad se ganó el sobrenombre de Tepes, que en rumano quiere decir empalador, ya veremos por qué.

Los Draculea eran oriundos de Valaquia y Transilvania. Aclaremos de una vez este misterio geográfico: las misteriosas provincias constituyen una región de Rumania, poblada de gente pobrísima, ignorante y extremadamente supersticiosa.

Por los años 1400, la región tenía una gran importancia estratégica. La peor amenaza en ese entonces eran los turcos que, luego de tomar Constantinopla, querían seguir viaje penetrando en Europa, y el paso geográficamente obligado eran las actuales Rumania y Hungría. Esto hizo que la zona se transformara en frontera caliente, teatro de frecuentes batallas.
Y ahí se lució Vlad, de niño, rehén de los turcos, luego gobernador títere, y finalmente feroz oponente de los otomanos. Eso, simplificando mucho, porque su vida fue un vaivén de victorias, derrotas, reinados y prisiones.

Al frente de sus seguidores, don Vlad demostró de lo que era capaz. Sus enemigos habituales eran por supuesto los turcos, pero no desdeñaba sangrientas rencillas domésticas con súbditos díscolos, como los boyardos o los comerciantes itinerantes.

Físicamente era impresionante. No era muy alto, pero sí corpulento y musculoso. Su apariencia era fría e inspiraba cierto espanto. Tenía la nariz aguileña, fosas nasales dilatadas, un rostro rojizo y delgado y unas pestañas muy largas que daban sombra a unos grandes ojos grises y bien abiertos; las cejas negras y tupidas le daban aspecto amenazador. Llevaba bigote, y sus pómulos sobresalientes hacían que su rostro pareciera aún más enérgico. Una cerviz de toro le sostenía la cabeza, de la que colgaba sobre unas anchas espaldas una ensortijada melena negra.

Fue conocido como un gran guerrero, excepcional en sus batallas, pero pasó a la historia por los horrores que hacía a sus víctimas. Su método favorito de matar a sus víctimas era la de empalarlas, de ahí su apodo de Empalador (Excuso por repugnante la explicación detallada de en qué consistía el empalamiento. Acompaño explícitas ilustraciones. Por otra parte, la web abunda de descripciones minuciosas. Los morbosos pueden consultarlas). Por si esto fuera poco, quemó en hoguera o a la parrilla, estranguló, destripó, castró, hirvió, mutiló, desolló, sacó ojos, expuso a personas ante fieras salvajes y torturó de varios modos. Su reinado fue sangriento y así pasaría a la Historia.

Supuestamente, entre 40.000 y 100.000 personas murieron empaladas, o a través de otros métodos de tortura, a manos de los hombres del Empalador, durante los siete años que duraron sus sucesivos reinados: enemigos, traidores, delincuentes de todo tipo, mujeres y niños. Vlad odiaba, más que cualquier cosa, los robos, las mentiras, el adulterio, y no perdonaba a nadie por su rango; más aún, cuanto más alto era el rango del traidor, más duro era el castigo y más alto el poste donde los empalaba. Respetaba la jerarquía, vamos.

De esta especie de Robin Hood al palo se guardan infinidad de anécdotas
horribles, la mayoría sospechosas. Por ejemplo, se cuenta que comía rodeado de moribundos y cadáveres y que mojaba el pan en la sangre de sus víctimas, o que uno de sus acompañantes en una cena se tapó la nariz por no soportar el olor de los agonizantes y los cuerpos descompuestos y que, tomándoselo como un insulto, Tepes mandó empalarlo más alto que los demás diciéndole que ahora respiraría un aire más fresco. Calumnias, pobre hombre.

En otra oportunidad, Vlad se vio acosado por los turcos y tuvo que abandonar su castillo. Cuando lo ocupó el Sultán Mohamed II se encontró con veinte mil hombres empalados, intestinos afuera y colgando, y quedó tan horrorizado (aunque el propio sultán no era ningún angelito) que salió huyendo del lugar. Se largó a su país y dejó que otros lucharan contra Vlad Draculea.

Vlad vivió de 1431 a 1476 y murió se dice, apresado por los turcos, quienes lo decapitaron y enviaron su cabeza a Constantinopla. No lo empalaron. Bien por los turcos.

Según el folklore local su cuerpo fue enterrado en la isla-monasterio de Snagov (un lugar que se usaría también como prisión; se dice que la isla está plagada de huesos humanos). Los fans de Dracula van al monasterio, en la actualidad, de peregrinación.

Lo cierto es que la supuesta tumba está vacía y que en excavaciones profesionales sólo se ha demostrado que allí no yació su cuerpo. Un historiador rumano dice que la tumba de Vlad fue profanada en 1875 y sus huesos fueron enterrados en otro lugar, todavía hoy no descubierto. En 1933 se realizaron excavaciones en la tumba de Vlad y se encontraron huesos de caballo y un anillo con las armas de Valaquia, supuestamente de Dracula.

.Para concluir con este sujeto digamos que en Rumania se lo considera un héroe nacional, campeón de la libertad (??) y paladín de la lucha contra los turcos. Lo de los empalamientos lo consideran exageraciones o costumbres e la época, supongo.

Y vayamos ahora a la segunda parte: ¿qué tiene que ver Vlad Draculea Tepes con los vampiros?

Omito por archiconocida la descripción del vampirismo y los vampiros. Lo cierto es que se remonta a la más remota antigüedad, existiendo registros de Egipto y Sumeria. El más familiar para nosotros es el originado en leyendas de Europa occidental, con las características que todos conocemos.

En 1897 el irlandés Bram Stoker, se inspiró en las supersticiones de Valaquia y, enterado de las hazañas de nuestro Vlad Tepes, le endosó, como si le hiciera falta, características vampíricas. La novela tuvo un éxito enorme y desde entonces Drácula es prototipo de vampiro.

Tipo curioso este Mr. Stoker. Pasó lo primeros siete años de su vida en cama, aquejado por múltiples enfermedades. Con la mejor intención, su madre lo entretenía contándole historias de terror y fantasmas que lo dejaron bastante flojo de mollera.

En cierta manera fue víctima de su obra, ya que en sus últimos momentos (murió de sífilis, tal vez mordido por una vampiresa) no paraba de señalar un rincón de la habitación mientras murmuraba "Strigoi", palabra que en rumano significa bruja o espíritu maligno y también vampiro. Nadie le clavó una estaca en el corazón ni esparció ajo en su tumba. Cuídense.

Hasta mediados de febrero. Espero ser más puntual que en mis últimas entregas.

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