En un post de hace dos años me enfrenté con la historia de Noe y su proverbial arca. Llegamos a la paloma que no regresa, señal de que la tierra estaba por fin habitable. Ahora viene la continuación. ¿Qué es lo primero que hace Noe? Luego de desembarcar a los animales y largarlos a pastorear (¿qué iban a pastorear, los pobres, si la tierra toda era un barrizal?) bajan Noe y familia, estiran las piernas y hacen el consabido sacrificio de acción de gracias.
Construyó un altar y ofreció holocaustos.
Al aspirar el Señor el calmante aroma (!!), dijo en su corazón: «Nunca más volveré al maldecir el suelo por causa del hombre…»
Desde que empezó a llover hasta que desembarcaron todos habían transcurrido diez meses y un día. En el ínterin, Noe había festejado su cumpleaños número seiscientos uno, sin candelas ni torta.
¿Quiénes bajaron del arca? Noe y señora, los hijos: Sem, aparentemente el mayor, con sus 98 añitos, Cam y Jafet, con sus respectivas esposas. Una vez en tierra, se dedicaron con entusiasmo a procrear y reproducirse, según la consigna divina. Había que repoblar la tierra, y pusieron manos a la obra. En el Génesis se enumeran hasta la minucia los descendientes de los tres hijos de Noe, lo que tiene su importancia (para los judíos) desde el punto de vista del origen de los pueblos.
Hagamos un rápido pantallazo, para comprensión de lo que vendrá:
Hijos de Sem: fueron cuatro, de nombres impronunciables. Su importancia radica en que de uno de ellos, luego de varias generaciones, nació Abraham, padre de Israel. A los descendientes de Sem se los conoce como semitas. Murió Sem a los seiscientos años.
Hijos de Jafet: siete, también impronunciables, a uno de los cuales se lo designa en el Génesis como “los medos”. De esto dedujeron algunos analistas que Jafet fue el progenitor de los arios, cosa discutible hasta el máximo.
Hijos de Cam: fueron cuatro; Kus (antecesor de los nubios, habitantes del sur de Egipto y Sudan) , Misráyim (antecesor de los egipcios), Put (antecesor de los fenicios) y Canaán (antecesor de los amorreos, habitantes de la actual Palestina). Por supuesto, todo esto no tiene la menor base histórica, fundándose sólo en la credibilidad (o no) del Génesis.
Noe tenía vocación de agricultor. A poco de desembarcar, empezó a plantar, entre otras cosas, vides (no se aclara de dónde sacó las semillas, luego del diluvio). A su debido tiempo, cosechó las uvas e hizo vino. Sin esperar a que estacionara, lo probó y le gustó, lo volvió a probar y así repetidamente con los resultados imaginables: se pescó una borrachera de aquellas y cayó fulminado, desnudo en el suelo de la tienda.
Acertó a pasar Cam (ubiquémonos, es una comedia de viejecitos; Cam debía de andar por los cien años, y Noe pasaba los seiscientos) y le causó tanta gracia ver a su padre en esas condiciones que salió corriendo a contárselo a sus hermanos (algunos sabios del Talmud piensan que no solo se ríó, también abusó del papá). Sem y Jafet, respetuosamente, cubrieron a Noe, evitando mirarlo, y lo dejaron dormir la merluza.
Despertó finalmente Noe y alguien, soplón que nunca falta, le contó lo sucedido. Enorme bronca de Noe (algo desproporcionada, salvo que fuera cierto lo del abuso) y gran dilema: no podía maldecir a Cam, puesto que el Señor lo había bendecido anteriormente, por lo que se la agarró con los hijos de Cam. Maldijo a Canaan furiosamente:
«¡Maldito sea Canaán! ¡Siervo de siervos sea para sus hermanos!»
Y dijo: «¡Bendito sea Yahveh, el Dios de Sem, y sea Canaán esclavo suyo!
¡Haga Dios dilatado a Jafet; habite en las tiendas de Sem, y sea Canaán esclavo suyo!»
Le dio con todo a Canaan, inocente él, y se quedó lo más campante. Las protestas de Canaán ¡¡Eso no es justo!! Fueron en vano.
Todo esto está bastante confuso y hasta contradictorio. Se aclara con la descendencia arriba enumerada. El pueblo de Israel descendía de Abraham, que a su vez era vástago de Sem, y allá por el 1400 AC, las tribus hebreas irrumpieron en las tierras de Canaan (Palestina, digamos) e iniciaron la conquista y consiguiente expulsión o anexión de los cananeos, basándose en que el Señor les había prometido esas tierras. Finalmente se llegó a una situación parecida a la actual, pero sin misiles. Por supuesto, la expulsión o esclavitud de los cananeos estaba justificada por la Biblia, y todos contentos (menos los cananeos, que eran idólatras).
Posteriormente se registró otra vuelta de tuerca. La Biblia había justificado la sumisión de los cananeos, pero siglos después se descubrió que los negros, después de todo, servían para algo, como esclavos, por ejemplo. Retorciendo un poco las palabras del Génesis se podía interpretar que la maldición de Noe era aplicable a todos los descendientes de Cam, y no sólo a los cananeos. Y ¡oh sorpresa! Los descendientes de Kus eran negros (misterios de la genética), y los de Jafet eran arios, por lo que, según claramente dictaminó Dios, los ¡negros serían esclavos de los arios! Brillante. Dios está de nuestro lado.
Y así se posibilitó la cosecha intensiva del algodón, el jazz y Obama. Todo por la soberbia borrachera de Noe. ¿Vieron lo que es la historia?
Como habrán notado, esta entrega se atrasó algunos días, festejos de año nuevo mediante, por lo que la próxima la desplazo arbitrariamente (derecho del autor) a fines de enero. Hasta entonces. Feliz comienzo de año, y que los mayas nos sean propicios.
lunes, 9 de enero de 2012
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1 comentarios:
Me ha encantado su blog, sobre todo por la manera suya de redactar esta historia. Es como una amena charla como con un amigo que tiene mucha cultura.
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