Subscribe in a reader

histonotas: EL INCREÍBLE SAN SIMEON Y SU COLUMNA

lunes, 15 de agosto de 2011

EL INCREÍBLE SAN SIMEON Y SU COLUMNA


En el año 390 cerca de Tarso, en la actual Siria, nació Simeón. De niño fue pastor de ovejas hasta que un día en la iglesia se entusiasmó al oír el sermón de la montaña de las bienaventuranzas: "dichosos serán los pobres, porque de ellos es el Reino de los Cielos, dichosos los puros de corazón porque ellos verán a Dios". Decidido a llevar una vida acorde con ellas resolvió ingresar en un monasterio.

Primera digresión. En esa época de iglesia primitiva, muy distinta de la actual, se había puesto en boga (y duró por muchos siglos, hasta el Renacimiento) la idea de que el cuerpo era intrínsecamente malo, y era santo y meritorio castigar la carne para purificar el alma. Todavía hay algunos chalados que creen en esta teología neurópata.

Al monasterio, pues. Pero a hacer méritos. El niño Simeón, a los quince años, buscando un atajo al Cielo, se purificó a su manera. Como era muy difícil conseguir libros para rezar, se aprendió de memoria los 150 salmos de la Biblia, para rezarlos todos cada semana, 21 cada día.

Se le considera el inventor del cilicio, o sea de una cuerda hiriente que algunos penitentes se amarran en la cintura para hacer méritos. Se ató a la cintura un bejuco espinoso y no se lo quitaba ni de día ni de noche. Esto para lograr dominar sus tentaciones (debía de tener muchas, a esa edad). Terminó en la enfermería, porque la cuerda se le había incrustado. El abad (que debía de tener un poco de sentido común) se lo sacó de encima con el consejo de no exagerar.

Lleno de santo entusiasmo, Simeón se metió en una cisterna seca. Se propuso, imitando a Jesús, pasarse los cuarenta días de cuaresma sin comer ni beber. Lo hizo (el ser humano sólo puede vivir alrededor de siete días sin beber. Simeón pasó cuarenta, lo que es un bulo o un milagro). Se cuenta que, en vista del éxito obtenido, repitió la hazaña durante todas las cuaresmas de su vida. Un milagro por año.

Paso siguiente: a una caverna. Pero, para hacerlo más difícil, se hizo atar con cadenas a la pared. Aparentemente, pensó que el sistema le aseguraba la entrada al Paraíso, vaya a saber por qué. Por suerte, el obispo se enterò y le permitió lo de la cueva, pero nada de cadenas.

Empezó a hacerse popular. De lugares lejanos acudía la gente para aconsejarse, llevarse trozos de su manto como reliquia, o simplemente contemplarlo mientras rezaba o daba consejos.

Tanta popularidad le dificultaba hacer méritos, de modo que se hizo construir una columna de 3 metros, con una especie de barandilla en la cúspide, trepó y allí se quedó al aire y al viento, rezando en paz.

Inútil. Más gente aún que venía a ver e importunar al santo de la columna. Harto, hizo elevar la columna a 7 metros, una cuerda para que le alcanzaran el pan y el agua que apenas probaba y allá subió.

Nada. Sus admiradores utilizaban escaleras para acercarse, tocarlo, hablarle y molestarle en general.

¿Entonces? Diecisiete metros, a ver si se animan. Y ya lo tenemos a Simeón a esa estupenda altura, aparentemente libre de vértigo, subiendo la poquísima comida con la soga y bajando sus heces…vaya a saber cómo. Posiblemente sea el inventor del “¡agua va!”. Allí vivió (si eso es vivir) 37 años, hasta su muerte.

Columna se dice "Stilos" en griego, por eso lo llamaron "Simeón el estilita".

No comía sino una vez por semana. La mayor parte del día y la noche la pasaba rezando. Unos ratos de pie, otros de rodillas y otros tocando el piso de su columna con la frente. Cuando oraba de pie, hacía reverencias continuamente con la cabeza, en señal de respeto hacia Dios. En un día le contaron más de mil inclinaciones de cabeza.

La gente seguía viniendo cada vez en mayor cantidad. Se había convertido en una atracción turística. Le pedían consejos, le sometían pleitos, y él les predicaba, corregía sus costumbres y oraba con ellos. Todo a gritos, imagino, para hacerse oír a 17 metros de altura. Para los casos confidenciales, supongo que se habilitaría la escalera.

Asesinos empedernidos se arrepintieron a oírlo. Escépticos burlones lo insultaban a gritos para distraerlo, y se dice que el emperador Marciano se vino disfrazado desde Constantinopla para escucharlo (!!!).

Murió el 5 de enero del año 459, a los 69 años. Estaba arrodillado rezando, con la cabeza inclinada, y así se quedó muerto, como si estuviera dormido. En su sepulcro se obraron muchos milagros y junto al sitio donde estaba su columna se construyó un gran monasterio para monjes que deseaban hacer penitencia. Aún se conservan los restos del mismo y de lo que se dice es la base de la columna.

El historiador católico de donde saqué estos datos nos advierte que no se trata en modo alguno de cuentos o leyendas, ya que la vida de san Simeón el Estilita la escribió Teodoreto, quien era monje en aquel tiempo y luego fue obispo cercano al lugar de los hechos. Toda una garantía, sobre todo para quien sepa quién diablos era Teodoreto.

Lo cierto es que, ya sea todo un cuento piadoso o hay parte de verdad, el ejemplo de Simeón cundió. A partir de entonces aparecieron otros estilitas; se puso de moda vivir sobre columnas. Hay noticias de hasta doce estilitas, con historias más o menos verosímiles. Hasta hay un Simeón posterior, llamado el Joven, también estilita, y ¡en la iglesia ortodoxa se registra un Simeón Estilita III!
Frente a historias inverosímiles como la de este santo (y hay muchas) les dejo un increíble link de San Onofre
http://www.ortodoxia.com/contenido/nuestra_fe/santos_es.php?santo=150

¿Qué debe hacer un creyente? ¿Aplicar literalmente lo de “creyente” y recurrir a los serviciales milagros para explicar lo inexplicable? ¿Reconocer a regañadientes que la Santa Madre Iglesia es una fábrica de embustes “para la edificación de los fieles”? ¿El fin justifica los medios? (¡Vade retro, Satanás!)

Personalmente, metiéndome a catequista, pienso que no constituye pecado mortal (tal vez venial, que se arregla con unos días de purgatorio) considerar estas historias como piadosas fábulas o leyendas. Queda abierta la discusión para mentes menos escépticas que la mía.

Finalmente, pido disculpas por haber faltado a la cita del 30 de septiembre. Mi disco duro decidió dar por rescindido el contrato que lo ligaba a la computadora y dio por terminados sus servicios en forma abrupta e inconsulta. Solucionado el tema, nos encontraremos nuevamente el 31 de agosto. Vale.


0 comentarios: