Me estoy metiendo donde no me corresponde. Este es un blog de historia, y voy a hablar de mitología invadiendo el campo de amigos muy competentes, pero la historia está poblada de mitos legitimados, de modo que me considero disculpado.
De entre la panoplia de dioses que retozaban en el superpoblado monte Olimpo vamos a rescatar al matrimonio Hefesto – Afrodita. No era un matrimonio mal avenido, sino aburrido, lo que a veces es peor.
El marido, a quien llamo por su nombre griego (los romanos lo llamaban Vulcano, que me suena a calefactor) era un tipo retacón, rengo y feo, serio, obsesionado por el trabajo (era el dios de los herreros) que iba del Olimpo a la fragua y de la fragua al Olimpo todos los días. Volvía sudoroso, sucio, cansado y contento. Se bañaba (no siempre), se servía un trago de néctar, a cenar y a la cama. A dormir.
De entre la panoplia de dioses que retozaban en el superpoblado monte Olimpo vamos a rescatar al matrimonio Hefesto – Afrodita. No era un matrimonio mal avenido, sino aburrido, lo que a veces es peor.
El marido, a quien llamo por su nombre griego (los romanos lo llamaban Vulcano, que me suena a calefactor) era un tipo retacón, rengo y feo, serio, obsesionado por el trabajo (era el dios de los herreros) que iba del Olimpo a la fragua y de la fragua al Olimpo todos los días. Volvía sudoroso, sucio, cansado y contento. Se bañaba (no siempre), se servía un trago de néctar, a cenar y a la cama. A dormir.
Afrodita (por otro nombre, Venus) coincidía sólo en lo de la cama, pero con otros proyectos. Como toda mujer hermosa, sin nada que hacer y con la cabeza poblada de pajaritos, no sabía qué hacer con su cuerpo, hasta que se puso al tanto. El marido jadeaba en la fragua haciendo joyas para todos los dioses y ella jadeaba en su casa forjando espléndidos cuernos para su esposo. Haciendo el amor, era una diosa. La diosa del amor.
Sucedió que Afrodita se encaprichó con Ares (Marte, que le llaman) El dios de la guerra; musculoso, prepotente, camorrista y con cerebro de mosquito (en eso se parecían). Fue un amor tipo Baywatch, puro físico, volcánico y sin precauciones.
Y aquí interviene Homero, poeta y chismoso, que nos cuenta esta historia con detalles, como si la hubiera visto. No trataré de imitarlo, ni loco; simplemente haré el pálido relato de su relato.
Parece que estos atolondrados hacían sus cosas al aire libre, o la habitación de Hefesto carecía de techo, lo cierto es que el dios sol, Helios, los descubrió en pleno jolgorio y, en una acción muy sucia, corrió a la herrería y se lo contó a Hefesto.
El damnificado inmediatamente fue a la fragua y forjó una red de hilos finísimos, indestructibles e invisibles, trabajo de dioses. Irritado contra los pérfidos Ares y Afrodita, se encaminó hacia su casa con la red bajo el brazo y cuando llegó al dormitorio extendió los hilos en círculo por todas partes en torno a las patas de la cama; muchos estaban tendidos desde arriba, desde el techo, como suaves hilos de araña, hilos que no podría ver nadie, ni siquiera los dioses. Y cuando toda su trampa estuvo extendida alrededor de la cama, simuló marcharse a una ciudad lejana.
Ares no tardó en enterarse, y se dirigió lleno de deseo al palacio de Hefesto, donde Afrodita hacía lo habitual, o sea nada. «Ven acá, querida, vayamos al lecho y acostémonos, pues Hefesto ya no está entre nosotros, sino que se ha marchado» dijo Ares entusiasmado.
Y los dos marcharon a la cama y se acostaron. A su alrededor se extendían los hilos fabricados por el hábil Hefesto y no les era posible mover los miembros ni levantarse. Entonces se dieron cuenta que no había escape posible. Y llegó a su casa el ilustre cornudo, pues había vuelto a escondidas. Se detuvo en el pórtico y una rabia salvaje se apoderó de él, y gritó estrepitosamente haciéndose oír de todos los dioses:
«Padre Zeus y los demás dioses, venid aquí para que veáis un acto ridículo y vergonzoso: cómo Afrodita, la hija de Zeus, me deshonra continuamente porque soy cojo y se entrega amorosamente al pernicioso Ares; que él es hermoso y con los dos pies, mientras que yo soy lisiado. Pero mirad dónde retozan estos dos; se han metido en mi propia cama» Y siguió así, descargando su furia. No descuidó el aspecto económico . «Pero no van a desear ambos seguir durmiendo, que los sujetará mi trampa y las ligaduras hasta que el padre de la adúltera (Zeus) me devuelva todos mis regalos de esponsales, cuantos le entregué por la muchacha de cara de perra» ¡Casi nada!
Al escuchar el escándalo, vinieron todos los dioses a disfrutar del espectáculo (las diosas no acudieron, alegando pudor, aunque cada una de ellas tenía sus largas historias a cuestas) Se apostaron alrededor de la cama, para no perderse detalle, y se doblaban de risa al oír los gritos de Hefesto y ver la cara de los culpables. Y decían entre sí:
«No prosperan las malas acciones; el lento alcanza al veloz. Así, ahora, Hefesto, cojo y lento como es, ha atrapado con sus artes a Ares, el más veloz de los dioses del Olimpo. Y reclama la multa por adulterio.»
Y Apolo, se dirigió a Hermes:
«Hermes, ¿te gustaría dormir en la cama junto a la rubia Afrodita sujeto por fuertes ligaduras?»
Y contestó Hermes:
«¡Ojalá sucediera esto, amigo Apolo! ¡Que me sujetaran tres veces más ligaduras y que vosotros me mirarais, los dioses y todas las diosas!» Y recrudecían las risas.
Como Zeus se hacía el desentendido con la devolución de la dote, Poseidon (Neptuno), dios serio y malhumorado, intervino para poner fin al descontrol saliendo fiador por el pago de la indemnización.
Soltó Hefesto la red y se fueron cada uno por su lado, Ares a ufanarse con sus amigos
de la burla a Hefesto, y Afrodita haciéndose la vergonzosa, pero secretamente regocijada de la exhibición.
Soy conciente de que estoy repitiendo habladurías y difamando a dos dioses, fea costumbre, pero les aseguro que nada es de mi cosecha. Fue Homero.
Una breve y completa reseña de Hefesto y sus hechos puede encontrarse en:
http://eraatlanta.blogspot.com/2008/11/hefesto-o-vulcano.html
muy recomendable blog de mitología mundial. Y, por supuesto, Wikipedia cuenta en detalle la vida y obras de Hefesto, incluyendo su escabroso romance frustrado con Palas Atenea y sus posteriores mujeres y múltiples hijos.
Por último, temo haber dado una imagen de perdedor de este dios. En este episodio verdaderamente no se luce, pero antes y después de Afrodita Hefesto tuvo varias actuaciones realmente envidiables. Véanlo en esta imagen con Maia, la personificación de la primavera para los romanos. Un bombón.
Sucedió que Afrodita se encaprichó con Ares (Marte, que le llaman) El dios de la guerra; musculoso, prepotente, camorrista y con cerebro de mosquito (en eso se parecían). Fue un amor tipo Baywatch, puro físico, volcánico y sin precauciones.
Y aquí interviene Homero, poeta y chismoso, que nos cuenta esta historia con detalles, como si la hubiera visto. No trataré de imitarlo, ni loco; simplemente haré el pálido relato de su relato.
Parece que estos atolondrados hacían sus cosas al aire libre, o la habitación de Hefesto carecía de techo, lo cierto es que el dios sol, Helios, los descubrió en pleno jolgorio y, en una acción muy sucia, corrió a la herrería y se lo contó a Hefesto.
El damnificado inmediatamente fue a la fragua y forjó una red de hilos finísimos, indestructibles e invisibles, trabajo de dioses. Irritado contra los pérfidos Ares y Afrodita, se encaminó hacia su casa con la red bajo el brazo y cuando llegó al dormitorio extendió los hilos en círculo por todas partes en torno a las patas de la cama; muchos estaban tendidos desde arriba, desde el techo, como suaves hilos de araña, hilos que no podría ver nadie, ni siquiera los dioses. Y cuando toda su trampa estuvo extendida alrededor de la cama, simuló marcharse a una ciudad lejana.
Ares no tardó en enterarse, y se dirigió lleno de deseo al palacio de Hefesto, donde Afrodita hacía lo habitual, o sea nada. «Ven acá, querida, vayamos al lecho y acostémonos, pues Hefesto ya no está entre nosotros, sino que se ha marchado» dijo Ares entusiasmado.
Y los dos marcharon a la cama y se acostaron. A su alrededor se extendían los hilos fabricados por el hábil Hefesto y no les era posible mover los miembros ni levantarse. Entonces se dieron cuenta que no había escape posible. Y llegó a su casa el ilustre cornudo, pues había vuelto a escondidas. Se detuvo en el pórtico y una rabia salvaje se apoderó de él, y gritó estrepitosamente haciéndose oír de todos los dioses:
«Padre Zeus y los demás dioses, venid aquí para que veáis un acto ridículo y vergonzoso: cómo Afrodita, la hija de Zeus, me deshonra continuamente porque soy cojo y se entrega amorosamente al pernicioso Ares; que él es hermoso y con los dos pies, mientras que yo soy lisiado. Pero mirad dónde retozan estos dos; se han metido en mi propia cama» Y siguió así, descargando su furia. No descuidó el aspecto económico . «Pero no van a desear ambos seguir durmiendo, que los sujetará mi trampa y las ligaduras hasta que el padre de la adúltera (Zeus) me devuelva todos mis regalos de esponsales, cuantos le entregué por la muchacha de cara de perra» ¡Casi nada!
Al escuchar el escándalo, vinieron todos los dioses a disfrutar del espectáculo (las diosas no acudieron, alegando pudor, aunque cada una de ellas tenía sus largas historias a cuestas) Se apostaron alrededor de la cama, para no perderse detalle, y se doblaban de risa al oír los gritos de Hefesto y ver la cara de los culpables. Y decían entre sí:
«No prosperan las malas acciones; el lento alcanza al veloz. Así, ahora, Hefesto, cojo y lento como es, ha atrapado con sus artes a Ares, el más veloz de los dioses del Olimpo. Y reclama la multa por adulterio.»
Y Apolo, se dirigió a Hermes:
«Hermes, ¿te gustaría dormir en la cama junto a la rubia Afrodita sujeto por fuertes ligaduras?»
Y contestó Hermes:
«¡Ojalá sucediera esto, amigo Apolo! ¡Que me sujetaran tres veces más ligaduras y que vosotros me mirarais, los dioses y todas las diosas!» Y recrudecían las risas.
Como Zeus se hacía el desentendido con la devolución de la dote, Poseidon (Neptuno), dios serio y malhumorado, intervino para poner fin al descontrol saliendo fiador por el pago de la indemnización.
Soltó Hefesto la red y se fueron cada uno por su lado, Ares a ufanarse con sus amigos
de la burla a Hefesto, y Afrodita haciéndose la vergonzosa, pero secretamente regocijada de la exhibición.
Soy conciente de que estoy repitiendo habladurías y difamando a dos dioses, fea costumbre, pero les aseguro que nada es de mi cosecha. Fue Homero.
Una breve y completa reseña de Hefesto y sus hechos puede encontrarse en:
http://eraatlanta.blogspot.com/2008/11/hefesto-o-vulcano.html
muy recomendable blog de mitología mundial. Y, por supuesto, Wikipedia cuenta en detalle la vida y obras de Hefesto, incluyendo su escabroso romance frustrado con Palas Atenea y sus posteriores mujeres y múltiples hijos.
Por último, temo haber dado una imagen de perdedor de este dios. En este episodio verdaderamente no se luce, pero antes y después de Afrodita Hefesto tuvo varias actuaciones realmente envidiables. Véanlo en esta imagen con Maia, la personificación de la primavera para los romanos. Un bombón.
Hasta el 31 de mayo. Los espero con algo distinto, histórico, para volver a mi tema.
10 comentarios:
Un 10
pero en todos...al menos en los que he podido leer, jajajajaja
Vaya, te voy a tener que pagar, por publicitarme ;)
y que tal sobre la armada invencible? vencida por los elementos, jiijijiji
Un poco de paciencia, amiga...que Felipe trató de apurarse, y así le fue....
Abrazo
Muy buen post! No había que embromar con los dioses en esa época...
Jajajaj, "cerebro de mosquitas". Me he reído como loca, ¡felicidades!
Los dioses y sus andanzas apoyaron este post tan jocozo, pero su narración no deslució ni un segundo.
Bueno, Patricia, Tendría que hacerme el modesto y decir que tus elogios son inmerecidos, pero....lo cierto es que me llenaron de satisfacción. Gracias por tu opinión
Acabo de leer tu blog. Es fuerte, sincero, hermoso y loco como una cabra. Felicitaciones.
Llegue a este blog buscando información de una novela de Dumas y encontré las respuestas que buscaba, desde entonces siempre visito el blog; disculpara la demora en escribir un post pero como Hefesto la fragua me tiene atrapada.
Hefesto, de los dioses mi favorito, me encanta como maneja las herramientas.
Saludos.
Gracias, Kris, por tu fidelidad y tus comentarios. Hefesto también te agradece a través mío.
Un abrazo
Que miserable Helio, seguramente muerto de envidia por no estar en el lugar de Ares, y el viejo cornudo encima puso en exhibicion la frente abultada..si estos son los dioses, que se puede esperar de los simples mortales.
"Los hombres crearon a los dioses a su imagen y semejaza...! (Biblia hereje)
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