Este es un post destructivo, iconoclasta y desmitificador. Pero ¡atención!: al final se enciende una luz de relativo optimismo, como debe ser.
Empecemos la destrucción: los tres reyes magos no fueron tres, ni reyes, ni magos, ni Herodes cometió el infanticidio por el que secretamente lo aplauden las maestras de jardines y escuelas infantiles y, para peor, ¡nos han estado engañando! ¡Los reyes magos son los padres!
Comencemos por la única fuente autorizada, la Biblia. En el único lugar donde aparecen es en Mateo, 2:1:
“Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá reinando Herodes, he aquí que unos magos vinieron de oriente a Jerusalén preguntando ¿Dónde está el nacido rey de los judíos? Porque vimos en oriente su estrella, y hemos venido con el fin de adorarle”. Ante esto, a Herodes se le movió toda la estantería y, luego de informarse por sus sacerdotes dónde estaba escrito que nacería el Mesías, despachó a los magos rumbo a Belén pidiéndoles que a la vuelta pasaran a verlo y le contaran lo que hubieran visto. Rey astuto, Herodes. Le molestaba sobremanera la competencia.
Allá fueron los magos sin mapa ni señales camineras, pero “la estrella que habían visto en oriente iba delante de ellos hasta que, llegando sobre el sitio donde estaba el niño, se paró…Y entrando en la casa, hallaron al niño con María, su madre, y postrándose le adoraron, y abiertos sus cofres le ofrecieron presentes de oro, incienso y mirra”
Punto y basta. No se los menciona más en ninguno de los cuatro evangelistas.
Empecemos la destrucción: los tres reyes magos no fueron tres, ni reyes, ni magos, ni Herodes cometió el infanticidio por el que secretamente lo aplauden las maestras de jardines y escuelas infantiles y, para peor, ¡nos han estado engañando! ¡Los reyes magos son los padres!
Comencemos por la única fuente autorizada, la Biblia. En el único lugar donde aparecen es en Mateo, 2:1:
“Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá reinando Herodes, he aquí que unos magos vinieron de oriente a Jerusalén preguntando ¿Dónde está el nacido rey de los judíos? Porque vimos en oriente su estrella, y hemos venido con el fin de adorarle”. Ante esto, a Herodes se le movió toda la estantería y, luego de informarse por sus sacerdotes dónde estaba escrito que nacería el Mesías, despachó a los magos rumbo a Belén pidiéndoles que a la vuelta pasaran a verlo y le contaran lo que hubieran visto. Rey astuto, Herodes. Le molestaba sobremanera la competencia.
Allá fueron los magos sin mapa ni señales camineras, pero “la estrella que habían visto en oriente iba delante de ellos hasta que, llegando sobre el sitio donde estaba el niño, se paró…Y entrando en la casa, hallaron al niño con María, su madre, y postrándose le adoraron, y abiertos sus cofres le ofrecieron presentes de oro, incienso y mirra”
Punto y basta. No se los menciona más en ninguno de los cuatro evangelistas.
¿Qué vemos? En primer lugar, no se dice que fuesen tres. Con el correr de los siglos, por eso del oro, el incienso y la mirra, se imaginó que fueron tres personajes, cada uno con su regalito. Siguieron dándole vueltas a la rosca, y se agregó la historia de que cada uno representaba a uno de los tres continentes que se conocían entonces: Europa, Asia y África. ¡Zas! Ya pintaron de negro a uno de los tres. Al descubrirse más continentes, hubo que aumentar a cuatro los reyes. En algún momento se dijo que fueron doce, vaya a saber por qué, y se multiplicaron los magos. Por algún motivo, se estabilizaron en tres.
¿Magos? ¿Cómo iba a haber magos en Judá? Según la ley de Moisés, los hubieran debido ajusticiar a pedradas. No eran magos, pues. Vaya a saber qué quiso decir Mateo (escribió en arameo, idioma no muy difundido actualmente). Para salvar la cosa, se interpretó que eran magos en el sentido caldeo, o sea astrónomos (¿Sabría Mateo quiénes eran los caldeos y cuál era su especialidad?) o bien, para quedar bien con todo el mundo, se desempolvó el significado de “hombres sabios”. Quedamos entonces en que era un número impreciso (de uno a muchos) de sabios orientales, uno de ellos presumiblemente negro, quiero decir afro-americano, perdón.
Pasemos por alto el comportamiento errabundo de la estrella, que se desvía amablemente de su trayectoria para bien de viajeros desorientados, lo que hubiera originado una catástrofe cósmica. Se trató de reinventar un cometa (estos cometas dan para todo) pero no tuvo éxito. Digamos que es una bonita licencia poética adecuada para adornar pesebres y la punta de los árboles de navidad.
Vayamos a algo más concreto.
Si consultamos cualquier enciclopedia, veremos que Herodes el Grande, rey de Judá, murió hacia el 12 o 13 de marzo de 4 a. C. Hizo muchas perrerías en su vida, como hacer asesinar a su mujer, a su suegra, al abuelo y al hermano de su mujer. (La tenía contra la esposa y sus parientes políticos. Casi normal, digamos. Aclaremos que esto se lo hizo a una sola de sus esposas. Tuvo diez). Incidentalmente, también eliminó a dos de sus hijos. Todo eso hizo en vida, pero cuesta creer que haya hecho matar a todos los niños que había en Belén y en toda su comarca, de dos años abajo, como dice el Evangelista, por la sencilla razón de que para esa fecha ya llevaba cuatro años de muerto. Hay, o bien otra licencia poética, o un problema de fechas que no entiendo. La explicación “oficial” es que debido a un lamentable error de cálculo al fijar hace siglos al año 1, Jesús habría nacido en realidad en el año 4 antes de Cristo……..
Y una última incongruencia. Los regalos. El oro, vaya y pase. Ya imagino a san José haciendo planes para agrandar la carpintería. Quedó en la nada porque sin duda lo necesitaron para el súbito viaje a Egipto, así que vino de perillas. Pero: ¿el incienso? ¿Què iba a hacer una familia judía de clase media baja con un paquete de incienso? Ni hablemos de la mirra. La mirra (tuve que consultar qué era esa dichosa mirra) se usaba para acicalar cadáveres, nada menos. El significado simbólico es comprensible, pero ¡vayan ustedes a regalar a un niño recién nacido una pomada para cadáveres! La Virgen María los hubiera mandado de vuelta a oriente con estrella, camellos y todo. Actualmente se ha venido abajo, ya que se la emplea como antiséptico en enjuagues bucales y dentífricos.
¿Conformes? No quedó nada. Y antes de que me excomulguen, aclaro que, como me enseñaron de pequeño, no se debe interpretar la Biblia sin guía espiritual, ya que muchas de sus escenas son alegorías y símbolos. No pretendo enmendar la plana a los Evangelios, que vienen con divina garantía de verdad. Lo dicho debe tomarse como un comentario más o menos ingenioso, que cada cual puede interpretar según su conciencia.
Vayamos a la parte positiva. La de los Reyes magos es una hermosa tradición, basada en las pocas líneas de la Biblia citadas al comienzo. La verdad o no del episodio, así como su interpretación, corren por cuenta de cada uno. Lo fundamental, según la Iglesia Católica, es que el episodio relatado por Mateo constituye la primera manifestación de Jesús como Dios, Rey del mundo y redentor. De ahí el oro (rey), el incienso (Dios) y la mirra (redentor a través de Su sacrificio). De ahí “Epifanía” que significa “manifestación”. En realidad, debería ser “Epifanía ante los Reyes Magos” y no “de los reyes Magos”. El que se mostró (como Dios) fue Jesús, no los Magos.
A lo largo de los siglos, las características fueron cambiando. Ya hablamos de la cantidad, de su medio de transporte, propio de gente acomodada, (para ser pedantemente precisos, lo que montan en las imágenes usuales son camellos dromedarios, de una sola joroba. Los camellos bactrianos tienen dos). En una época se los hizo viajar en caballo, camello y elefante, por eso de los tres continentes. (A imaginarse la impresión que hubiera causado un elefante en Belén). De pasada, los ascendieron a reyes, lo que siempre impresiona.
En cuanto a sus nombres, los actuales de Gaspar, Melchor y Baltasar aparecen por primera vez en un mosaico del siglo VI en la iglesia de san Apolinar Nuovo, en Ravena, Italia. Esos nombres supuestamente equivalen a los impronunciables "Appellicon", "Amerín" y "Damascón" (en griego) y a "Magalath", "Galgalath" y "Serakin" (en hebreo) Que no tuvieron futuro por razones obvias.
Para dar un cierre edificante a la historia, se relata que los Reyes Magos se convirtieron dócilmente al cristianismo, fueron bautizados y murieron martirizados. Por supuesto, esto no tiene ningún soporte histórico y pertenece a la fantasía, pero según la leyenda medieval, Elena, la madre del Emperador Constantino I (el primero cristiano) allá por el siglo III halló sus cuerpos en Jerusalén (también encontró la Santa Cruz. Un lince para los hallazgos, la Elena), los llevó a Constantinopla, de allí pasaron siglos después a Milán y en 1140 aproximadamente a Colonia en Alemania donde, a partir de 1248, construyeron una monumental catedral para albergar las reliquias. Y allí se conservan, detrás del altar mayor, en un cofre de madera revestido de oro y plata.
La Iglesia Católica, un poco avergonzada, no hace demasiada propaganda a los “sagrados” despojos, pero igual van miles de visitantes.
En la actualidad la religiosidad popular les ha asignado en algunos países una función, la cual es principalmente la de permitir afirmar a los niños que están siendo vigilados en su comportamiento por estos seres y que dependiendo del mismo, los magos les traerán regalos una vez al año, el 6 de enero.
En los países nórdicos un jocoso anciano, Santa Claus, ha adquirido el 51% de las acciones de los Reyes Magos, usurpándole su función remunerativa y cambiando la fecha al 31 de diciembre. Esto está trayendo la confusión a los niños, que ya están reclamando regalos en ambas fechas.
Como podemos apreciar, la primera adoración a Jesús se ha transformado en una “Gratificación al niño dócil”. ¡No hay derecho a tratar así a la memoria de los Reyes Magos!
Nos encontraremos nuevamente el 31 de enero. Hasta entonces.
En la actualidad la religiosidad popular les ha asignado en algunos países una función, la cual es principalmente la de permitir afirmar a los niños que están siendo vigilados en su comportamiento por estos seres y que dependiendo del mismo, los magos les traerán regalos una vez al año, el 6 de enero.
En los países nórdicos un jocoso anciano, Santa Claus, ha adquirido el 51% de las acciones de los Reyes Magos, usurpándole su función remunerativa y cambiando la fecha al 31 de diciembre. Esto está trayendo la confusión a los niños, que ya están reclamando regalos en ambas fechas.
Como podemos apreciar, la primera adoración a Jesús se ha transformado en una “Gratificación al niño dócil”. ¡No hay derecho a tratar así a la memoria de los Reyes Magos!
Nos encontraremos nuevamente el 31 de enero. Hasta entonces.
2 comentarios:
Recuerdo hace ya años, visitando un monasterio de mi ciudad donde está enterrada la reina Germana de Foix, nos explicaron que la facha está presidida por una escultura del rey Baltasar, al que yo siempre había imaginado negro.
Resulta que la familia de la reina afirmaba descender de él.
¿¿Es posible que una reina de esa época afirmara sin importarle que su ancestro era un hombre de color?? por supuesto que no, por aquel entonces nadie creía que lo fuese.
¡como cambian las cosas!
un saludo
La reina Germana de Foix, segunda esposa de Fernando el Católico, se dio el lujo de ser por dos años amante de su nieto político (Carlos I, nada menos), lo que la haría merecedora de figurar en el Guiness. Con esos antecedentes, puede darse el gusto de descender de quien quiera y hasta transformar en blanco ario al mismísimo Baltasar. Tal vez por esa época aún no era negro, o la cosa estaba dudosa.
Te envidio por tener a mano la maravilla de monasterio de San Miguel de los Reyes.
Saludos
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