Quienes no frecuentan la historia de Roma sin duda desconocerán este nombre. Es una injusticia, porque esta señorita de quien hablaremos tuvo gran popularidad, fue emperatriz de Roma y actuó de tal modo que 2000 años después de su muerte su nombre se aplica con justicia a las mujeres de vida más que liviana y carácter adúltero.
Hace casi 100 años que murió Cesar. A la cabeza del Imperio está Calígula, un loco total del que escribí algo en agosto. Como corresponde a tal cabeza, la corte es un delirio de depravación. En ese ambiente tenemos a una muchacha normal, de familia noble, padre y hermano ex cónsules, sobrina biznieta del emperador Octavio Augusto (el padre se llamaba Marco Mesala Barbado, pero a ella se la conoce por Valeria Mesalina, dejando de lado el apellido paterno por razones comprensibles) Linda por los cuatro costados, parece ser que nada malo había que decir de su infancia y primera juventud. Por lo menos, nadie lo dijo. Un día al desequilibrado de Caligula se le ocurrió que a los 13 años ya estaba madura para el matrimonio y la hizo casar con Claudio, que a su vez era tío de Caligula. (En realidad, los personajes históricos de Roma eran casi todos parientes en mayor o menor grado. Una verdadera clase dirigente familiar, y un laberinto para la biografía).
Este Claudio merece un futuro post. Los historiadores son unánimes en dotarlo de una estupidez irremediable y mayúscula. Actuaba como el hazmerreír de la corte, y probablemente por eso salvó la vida en épocas inseguras como las que corrían. A Caligula le pareció una buena broma casar a este estúpido, con 50 años y dos matrimonios y divorcios a cuestas, con una ricurita como Mesalina. Se ignora la reacción de la dama, pero Claudio quedó encantado y baboso. Era tonto, pero no ciego, y lo que vio le encantó.
¡Sorpresa! El matrimonio funcionó, por lo menos al comienzo. En los primeros tres años, mientras vivió Caligula, Mesalina tuvo una hija y un hijo, insólitamente parecidos a Claudio. De pronto murió Caligula, por un asunto de puñaladas, y en el caos que siguió los soldados de la guardia encontraron a Claudio escondido tras las cortinas de una sala de palacio, muerto de miedo. Lo gracioso es que los soldados también estaban asustados de la barbaridad que habían hecho y, recordando que Claudio era el pariente vivo más cercano del extinto, se postraron a sus pies y lo aclamaron emperador suplicando perdón. Claudio no quiso saber nada, pero sospecho que ahí intervino Mesalina y lo convenció, zamarreándolo por tonto.
Y ya tenemos a nuestra heroína, emperatriz a los 16 años. Inexplicablemente, en ese momento se produjo un click en Mesalina. O bien perdió instantáneamente la chaveta o los historiadores “redondearon” los sucesos para impactar al público. Lo cierto es que la niña, que ya tenía un enorme ascendiente sobre Claudio por su hermosura, lo fue influenciando de tal manera que se metió a decidir sobre asuntos de estado. Se hizo del sello imperial y repartió condenas de muerte y destierro entre sus quienes, real o imaginariamente, amenazaban su posición. Para ello inventaba conspiraciones y los denunciaba ante Claudio, que además de creerla le agradecía su celo. Llovieron falsas acusaciones de adulterios, incestos, complots para asesinar al emperador, y Claudio cada vez más engañado. El nuevo emperador la favoreció haciendo que se le concediesen varios honores. Su cumpleaños era celebrado con un festival, se erigieron muchas estatuas de ella y se le otorgó, en el teatro, un asiento en la fila de las vírgenes vestales.
De ahí pasó a darse otros gustos. Desde chica estaba enamorada de un tal Apio Silano, quien nunca le correspondió, sobre todo ahora que estaba casada (Silano era uno de los pocos honrados que quedaban en Roma) Gracias a la desdeñada, terminó acusado de un complot para asesinar al emperador, y ejecutado sumariamente. Fin del casto Silano.
Otro caso: Gneo Pompeyo, descendiente de Pompeyo el Grande, cometió el error de estar casado con una dama que Mesalina tenía en mente para casarla con su hermanastro. Como Pompeyo, entre otras cosas, era homosexual (como muchos romanos; era la costumbre) Mesalina desenterró una antigua ley en desuso que fijaba pena de muerte a los homosexuales. Lo encontraron en la cama con su amante favorito y ejecutaron a ambos.
Hay muchos ejemplos más, que sería fatigoso enumerar. Pero no se limitó a sembrar las ejecuciones, sino que adquirió una desmesurada afición por los ejercicios sexuales. Miembros de la nobleza romana, así como con soldados, actores, gladiadores y otros, no bastaban a satisfacer su lujuria. Cuando no conseguía nada mejor, narra el poeta Juvenal, corría a prostituirse en burdeles de los barrios bajos bajo el nombre de Lycisca (la mujer perra). (Ver nota al pie)
Para consolidar su fama, lanzó un desafío al gremio de las prostitutas, consistente en competir sobre quién podía atender a más hombres en una noche. La candidata oficial era, por supuesto, Mesalina, y la oposición estaba representada por Escila, la más famosa prostituta de Roma. También se anotaron algunas voluntarias, entre ellas damas de la nobleza. Lo que se dice una animada reunión. ¿Y Claudio? De viaje. Les dejó el palacio.
Al fin de la noche, Escila había sido poseída por 25 hombres, y se declaró exhausta. Mesalina siguió dale que dale, alcanzando la respetable cifra de 70 vehementes compañeros. Como todavía tenía restos, quiso continuar de día, Hay versiones que llegó a 200 asaltos. Por lo visto, le gustaban las cifras redondas. El comentario de Escila: “Esta infeliz tiene las entrañas de acero”
Esto ya era la comidilla de toda Roma, excepto de Claudio. Hay versiones revisionistas que dicen que Claudio no era estúpido en modo alguno, siendo todo invención de los historiadores sensacionalistas, basadas en que en general su gobierno fue sensato y exitoso, pero resultan difíciles de justificar.
Para llegar a la cúspide, Mesalina ideó casarse con su amante de turno, asesinar a Claudio y compartir el imperio con Cayo Silio, que así se llamaba el favorecido. Pequeño detalle: Mesalina estaba casada. Mostrándose a la altura de las circunstancias, la dulce esposa hizo firmar a Claudio las escrituras de divorcio, mezclándolas entre otros papeles (después quieren sostener que Claudio no era tan tonto como parecía. Cierto: ¡Era más tonto!). Con los papeles en mano, aprovechando otro viaje de su ahora ex esposo, Mesalina trasladó mobiliario de Palacio a una casa en las afueras, donde organizó una gran fiesta de casamiento con Silio.
Y aquí intervinieron los libertos (ex esclavos) secretarios de Claudio. Temiendo por sus cabezas ante un cambio de emperador, o más aún a las venganzas de Mesalina, salieron al encuentro de Claudio y lo enteraron de todo, a través de unas prostitutas relacionadas con el emperador. Por supuesto, Claudio entró en pánico y se vio ya depuesto y asesinado. Tuvieron que llevarlo casi a rastras para mostrarle la fiesta de casamiento de su esposa. Esta había huido justo a tiempo, pero luego fue apresada, lo mismo que el novio y los participantes de la fiesta.
Todos fueron ejecutados inmediatamente, salvo Mesalina, para quien Claudio pidió un poco de tiempo para estudiar el asunto. Conociendo la falta de seso de su amo, los libertos fraguaron una orden de ejecución y mataron a Mesalina frente a su madre.
Al día siguiente informaron a Claudio, quien estaba comiendo. Sólo pidió que le llenaran el vaso de vino. Y aquí lo dejamos, consolándose con el alcohol.
Curriculum de este portento de depravación llamado Mesalina:
Se casó a los 13 años.
Fue madre a los 15
Emperatriz a los 16
La decapitaron a los 23
Vivían rápido en esa época.
Nota: Generalmente no lo hago, pero por parecerme curioso transcribo un párrafo acerca de la organización de los prostíbulos o lupanares:
Para consolidar su fama, lanzó un desafío al gremio de las prostitutas, consistente en competir sobre quién podía atender a más hombres en una noche. La candidata oficial era, por supuesto, Mesalina, y la oposición estaba representada por Escila, la más famosa prostituta de Roma. También se anotaron algunas voluntarias, entre ellas damas de la nobleza. Lo que se dice una animada reunión. ¿Y Claudio? De viaje. Les dejó el palacio.
Al fin de la noche, Escila había sido poseída por 25 hombres, y se declaró exhausta. Mesalina siguió dale que dale, alcanzando la respetable cifra de 70 vehementes compañeros. Como todavía tenía restos, quiso continuar de día, Hay versiones que llegó a 200 asaltos. Por lo visto, le gustaban las cifras redondas. El comentario de Escila: “Esta infeliz tiene las entrañas de acero”
Esto ya era la comidilla de toda Roma, excepto de Claudio. Hay versiones revisionistas que dicen que Claudio no era estúpido en modo alguno, siendo todo invención de los historiadores sensacionalistas, basadas en que en general su gobierno fue sensato y exitoso, pero resultan difíciles de justificar.
Para llegar a la cúspide, Mesalina ideó casarse con su amante de turno, asesinar a Claudio y compartir el imperio con Cayo Silio, que así se llamaba el favorecido. Pequeño detalle: Mesalina estaba casada. Mostrándose a la altura de las circunstancias, la dulce esposa hizo firmar a Claudio las escrituras de divorcio, mezclándolas entre otros papeles (después quieren sostener que Claudio no era tan tonto como parecía. Cierto: ¡Era más tonto!). Con los papeles en mano, aprovechando otro viaje de su ahora ex esposo, Mesalina trasladó mobiliario de Palacio a una casa en las afueras, donde organizó una gran fiesta de casamiento con Silio.
Y aquí intervinieron los libertos (ex esclavos) secretarios de Claudio. Temiendo por sus cabezas ante un cambio de emperador, o más aún a las venganzas de Mesalina, salieron al encuentro de Claudio y lo enteraron de todo, a través de unas prostitutas relacionadas con el emperador. Por supuesto, Claudio entró en pánico y se vio ya depuesto y asesinado. Tuvieron que llevarlo casi a rastras para mostrarle la fiesta de casamiento de su esposa. Esta había huido justo a tiempo, pero luego fue apresada, lo mismo que el novio y los participantes de la fiesta.
Todos fueron ejecutados inmediatamente, salvo Mesalina, para quien Claudio pidió un poco de tiempo para estudiar el asunto. Conociendo la falta de seso de su amo, los libertos fraguaron una orden de ejecución y mataron a Mesalina frente a su madre.
Al día siguiente informaron a Claudio, quien estaba comiendo. Sólo pidió que le llenaran el vaso de vino. Y aquí lo dejamos, consolándose con el alcohol.
Curriculum de este portento de depravación llamado Mesalina:
Se casó a los 13 años.
Fue madre a los 15
Emperatriz a los 16
La decapitaron a los 23
Vivían rápido en esa época.
Nota: Generalmente no lo hago, pero por parecerme curioso transcribo un párrafo acerca de la organización de los prostíbulos o lupanares:
Los lupanares generalmente eran identificados en la calle con un gran falo que era iluminado por la noche, generalmente eran decorados con murales alusivos al sexo y en las puertas de las habitaciones era habitual encontrar una lista de precios y servicios. Existen referencias de algunos prostíbulos que eran frecuentados por las mujeres de las clases sociales más elevadas que acudían para mantener relaciones sexuales con chicos jóvenes
Fuente: http://www.imperioromano.com/index.php?id=156
Hasta el 15 de diciembre. Veremos quién aparece.
5 comentarios:
Estas mujeres, prestan un servicio invaluable a la sociedad; el Estado debería considerarlas como sus servidoras públicas, y darles un adecuado servicio sanitario.
¿Quien duda de sus buenos oficios?
Gran artículo, ilustrativo.
Gracias, Carlos. Muy buena tu idea. Presentaré un proyecto de reglamentación al Gobierno de la Ciudad. Salen cada estupideces que, por una vez, propondremos algo original. Lo de servidoras públicas me atrae-
Medio atrasado mi comentario ¿No?Mesalina es una mujer que me "ha convocado" desde adolescente. Yo también escribía en un blog que he abandonado pero uno de mis posts se refería a esta mujer.
http://www.mario-uncacho.blogspot.com/2010/05/ucdc-043-mesalina.html
Obviamente mi post es apenas una versión limitada de la historia.
Excelente lo que he leído en el tuyo.
Mario
Nuevamente agradecido, don Isaac. Demasiados elogios inmerecidos. Sólo pretendo ser un contador de cuentos. Robert L. Stevenson decía lo mismo, pero por supuesto me llevaba años luz de ventaja. Abrazo
Publicar un comentario