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histonotas: MATRIMONIO Y OTRAS DESGRACIAS EN LA ESPAÑA MEDIEVAL

domingo, 31 de agosto de 2008

MATRIMONIO Y OTRAS DESGRACIAS EN LA ESPAÑA MEDIEVAL


El título hace temer un amplio tratado, pero a no asustarse: me reduciré a algunas costumbres y anécdotas sobre las peripecias entre hombres y mujeres. Todo figura en prolijos documentos, leyes, usos y costumbres de Castilla y Aragón entre los siglos XII a XV

Comencemos por las fiestas de bodas. Por supuesto, había diferencias entre las de nobles y aldeanos o campesinos, pero en ambas la desmesura en comida y bebida era lo usual. Los rudimentarios medios de traslado hacían muy largo el viaje de los invitados, a veces una verdadera movilización familiar. Se imponía entonces una duración de los festejos acorde con la extensión del viaje; no era cuestión de cuatro días de marcha para una sola noche de fiesta, además la gente aprovechaba para encontrarse e intercambiar noticias y hasta concertar otras bodas. En suma, un verdadera feria.
Para una boda de importancia la jarana duraba hasta cinco y a veces siete semanas y los convidados no sólo aportaban regalos sino que los recibían en trueque (costumbre lamentablemente en desuso), lo que originaba un curioso intercambio de paquetes.

Como siempre, las bodas aldeanas o campesinas solían ser más alegres y desenfrenadas que las cortesanas, tal vez para compensar su perra vida habitual.

Para los vasallos, una medida razonable: según un fuero de León y de Carrión del siglo XII, el subalterno estaba excusado de acudir a la guerra en apoyo de su señor hasta transcurrido un año de su matrimonio. Los comprensivos legisladores habrán entendido que, después de un año de casado, el hombre prefería ir a la guerra que batallar en su casa.

Avanzada la vida matrimonial, el dicho fuero de Cuenca regula y castiga la presumible violencia machista (la violencia femenina no suele mencionarse, pero ya desde esa época no eran excepcionales los hombres golpeados).

Se establecían penas monetarias a quien:

- Forzare o robare a mujer ajena
- Denostare a mujer ajena (a la propia podía insultarla a gusto impunemente)
- Tomare a la mujer por los cabellos.
- Cortare las tetas a la mujer (¡¡¡!!!)
- Cortare las faldas a la mujer
- Matare a la mujer preñada.

Por un poco de dinero se podían hacer muchas cosas en la edad media, si uno era varón. Inclusive la infidelidad (masculina) era redimible por multa.

La principal preocupación del legislador (masculino) era el adulterio (femenino).

Para las adúlteras, muerte sin vueltas. Para las bígamas, el Fuero es terminante: “quémenlas”. Mujer que abortaba, también a la hoguera. (Encomiable posición antiabortista, la de esos tiempos). Debe señalarse que la Inquisición todavía no se había creado. Todo era iniciativa privada.

Importante atenuante, previsto por el Rey Sabio Alfonso X (Siete Partidas, aprox. 1270). Imaginemos que:

“El marido se levantase de noche del lecho de su mujer por alguna cosa que fuese menester y entonces otro que durmiese en la casa se fuera a echar con ella y ella lo recibiera creyendo que era su marido; si entonces yaciese con ella no la pueden acusar de adulterio”. (Peligros de levantarse por la noche a buscar un bocadillo a la heladera).

Se tiene en cuenta la distracción de la mujer soñolienta a altas horas de la madrugada, hasta el punto de no distinguir entre el cuerpo y técnica amatoria de su marido y el de algún vecino u ocasional huésped atrevido.

El matrimonio es indisoluble para la Iglesia, pero el buen rey Sabio es comprensivo:

Si el hombre es impotente “frío de natura” o ella es “muy estrecha” puede anularse el matrimonio a petición de cualquiera de las partes y ésta puede casarse con otra persona. Pero si la “estrecha” se casa con otro hombre y éste puede conocerla carnalmente, deben divorciarla de nuevo y casarla con el primer marido porque “parece que si se hubiera quedado con él también hubiera podido conocerla carnalmente” En otras palabras: no me vengas con el cuento de la estrechez si con el segundo hombre no te impidió nada.

Pero (vuelve a mencionarse en las Partidas) “se deben mirar aquellos miembros que son necesarios para engendrar, porque si el primer marido lo tiene tan grande que de ninguna manera hubiese podido conocerla carnalmente, la mujer debe quedarse con el segundo, ya que el impedimento para consumar el acto no estaba en su estrechez sino en las dimensiones del primer marido” Como ven, se contemplan literalmente todos los aspectos. Imagino que la inspección la haría algún anciano médico, porque si no se prestaría a jauja.

Otra causa de separación, ahora en el Fuero Juzgo (Castilla, 1241):

“Si el marido es tal que yace con los varones, o si quisiera que haga su mujer adulterio, no queriendo ella, o si lo permitió, porque los cristianos no deben sufrir tal pecado, mandamos que la mujer pueda casarse con otro si quisiera”

Volvamos al adulterio; norma general: si es el marido, multa; si es la mujer, muerte. En general la ley presta poca atención al adulterio masculino, que considera excusable y casi inevitable, pero es sumamente detallista con el femenino.

Los motivos los expresa claramente el arcipreste de Talavera en El Corbacho:

”Y si en los hombres, por ser varones, el vil acto lujurioso en ellos algún tanto es tolerado aunque lo cometan, empero no es así en las mujeres, que en la hora y punto que tal crimen cometan, por todos y todas en estima de hembra mala es tenida y por tal en toda su vida reputada” Claro y conciso. Parece escrito en el siglo XXI.

¿Quién puede tirar la primera piedra, acusando a la mujer pretendidamente adúltera? En primer lugar, por supuesto, el marido, pero si éste no puede (por ejemplo, por estar ausente) o no quiere, o no lo sabe, entonces le cabe la obligación a cualquier varón consanguíneo (hermano, padre, tío). No es válida la acusación de “otros del pueblo” por más voluntarios que surjan entre los vecinos.

La acusación no prospera si el hecho ha ocurrido hace cinco o más años y no volvió a repetirse. (Aparentemente, si sucedió hace tanto tiempo, ya a nadie le importa) o bien si ocurrió con el consentimiento del marido o aún (¡horror!) para su beneficio. En ese caso, multa para el marido.

Una consecuencia concreta del adulterio suelen ser los bastardos. La legislación, la literatura y el común de las gentes de la época los tratan muy mal:

“….por los adulterios, los hijos que nacen bastardos son ineptos para actos legítimos, eclesiásticos o seculares, y continuamente menospreciados. Éstos además, según algunos, tienen a menudo ciertos vicios como ser orgullo y desvergüenza, porque quieren ser más que los demás y no reconocen su natural defecto. Suelen ser además grandes mentirosos, y sobre todo muy lujuriosos, volviendo a la raíz de donde surgieron, porque así como por lujuria horrenda y criminal fueron concebidos, así su malvado nacimiento los inclina a la misma ligereza”. ¡Casi nada! Como para no querer abortar, aún a riesgo de ser quemada….

El arcipreste de Talavera en El Corbacho pone a los bastardos de vuelta y media:

“……los hijos habidos en fornicación y en dañado coito, abortivos, llamados espurios en derecho y bastardos en lengua común, y en lenguaje vulgar “y en mala costumbre”, hijos de mala puta. Donde se siguen tres males: difamación del que lo engendró, vituperio de la que lo concibió y denuesto del engendrado. Y es capilla que hasta después de su muerte nunca se le cae. Y además que tal hijo es privado de todas las honras temporales, y aún la Iglesia nunca le permite le sean dados beneficios, si no es con licencia del papa o del prelado. Y aún la Santa Escritura dice que los hijos de los adúlteros muy abominables son a Dios.”

Por supuesto, se entiende que hablamos de bastardos villanos: Los bastardos nobles o ricos son otra cosa, y se los llama respetuosamente “hijos de la banda siniestra” por la barra diagonal hacia la izquierda que debían incluir en su escudo.

De todas esta lindezas atribuidas a los bastardos surge algo que a menudo se olvida o malinterpreta: quien llama a alguien bastardo o hijo de puta no se refiere a la conducta de su madre, a quien a menudo ni conoce, sino pretende expresar que el aludido es tan ruin como lo son todos los bastardos, a su entender. Se explicita en un insulto argentino: “Tu madre será una santa, pero vos sos un hijo de puta”

Y con esta flor de la lengua castellana me despido de ustedes por razones de espacio, que si es por tema lo hay para rato.

Hasta el 15 de septiembre.




Fuente: La vida cotidiana en la España medieval, de Fernando Díaz Plaja.

















7 comentarios:

niklaüss dijo...

Hola Jorge, todo bien, gracias por la preocupación. Simplemente me tomé 25 días sabáticos de vacaciones (acumuladas de este y el año pasado)... pero ya estoy de vuelta y en cuanto pueda, posteo algo.

Un saludo!

yo dijo...

vivir en el medievo era una desgracia ya en sí mismo... con lo grande que es la historia...

por proponer un tema, me gustaria conocer la visión de un argentino sobre algún rey español, pero sobre su historia negra que siempre es más divertido.

saludos!

Jorge dijo...

Estimado "yo"
Aunque resulte difícil de creer,hay gente que idealiza el medioevo (conozco blogs que lo hacen) en base a Tabla Redonda, juglares, justas, amor cortés y todas esas zarandajas. Como siempre, todo tiempo pasado parece mejor.
En cuanto a tu sugerencia, me sentí tentado a escribir algo sobre ciertos reyes abominables de la Península pero, aunque español naturalizado, tengo cierto escrúpulo en sacar a flote miserias ajenas. Veremos si me animo.

Un abrazo

Anónimo dijo...

k hay???

wen articulo y muxo curro

weno pos las tias tenian pocas opciones pobres de nosotras!!!!

en fin ya nos llegara el momento

bss

Jorge dijo...

Sandra:

¡Entérate, guapa! ¡El momento ya les ha llegado! ¿No lees las noticias? ¡Nos han dominado, pobrecitos varones!
Bromas aparte, gracias por tus opiniones

Anónimo dijo...

Soy un entusiata del medioevo pero sin idealizarlo. He leído bastante sobre dicha época y sus condiciones de vida y, desgraciadamente, no eran las mejores para los más humildes.
Enhorabuena por el trabajo y por los sabrosos comentarios de tu cosecha particular conque está salpicado. Felicidades y anímate a seguir escribiendo sobre dicho tema; se ve que lo dominas.

Anónimo dijo...

Excelente, ¡ qué sabiduría en la mayoría de los preceptos !.Pero el hecho de ser más tolerantes con el adulterio masculino , no me parece demasiado injusto ; ocurre que, en la especie, el instinto genésico es más potente, y difícil de domeñar, en el macho que en la hembra; y ésa es una verdad del porte de una catedral, por muchos ideologizados argumentos en contra.