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histonotas: TUTANKAMON, VIDA Y MOMIA

lunes, 31 de marzo de 2008

TUTANKAMON, VIDA Y MOMIA


Ya lo sé. Todos están hartos de Tutankhamon. En History Channel lo pasan a cada rato. No hay libro de historia, por elemental que sea, que no lo incluya. Mi esposa me pidió que buscara otro tema. En consecuencia, voy a hablar de Tutankhamon.

Este muchacho es un enigma. Es la momia más famosa de la historia, su foto aparece en los diarios, pero no me explico por qué tiene tan buena prensa. Su mayor mérito es haber tenido un padre con los atributos bien puestos. Ese sí que fue un faraón.

Amenofis IV, que así se llamaba el papá (ojo; los nombres en egipcio son un trabalenguas; lo que es más usual es la versión en griego, como en este caso y en todos los demás que cito), se encontraba allá por el año 1350 AC con un Egipto totalmente en manos de los sacerdotes de Amon. Las riquezas, las tierras, el manejo del Estado, las decisiones de paz o guerra, todo estaba sujeto a la supervisión de los sacerdotes.


Amenofis decidió ejercer el poder por sí mismo. Como autócrata de alma, a Amenofis no se le ocurrió nada mejor que derribar a Amon y todo su clan y reemplazarlos por un dios más personal. Nació así Aton, personificación del Sol. No sólo eso, sino que Aton era un dios muy celoso, como todos los dioses semíticos, y no admitía competencia ni sacerdotes que hubieran pertenecidos al odiado y falso Amon. Cambió todo el elenco de sacerdotes y se acabó el monopolio del antiguo clero. Claro, en adelante lo ejerció el nuevo orden sacerdotal, elegido por el faraón. O sea, que Amenofis asumía directamente el poder. Por de pronto, se cambió el nombre y se hizo llamara Akhenaton (“Atón está satisfecho”) Chau, Amon.

Inevitablemente, llegó la oportunidad del clero desposeído y clandestino. Los “Amonistas” armaron una campaña de desestabilización como las que la CIA nos tiene acostumbrados, apelando al honor nacional y cargando sobre Aton, o sea sobre el faraón, todos los males recientes reales, imaginarios o provocados.

Por una “misteriosa enfermedad” Akhenaton pasó a reunirse con Aton, Amon, Osiris o quien fuese. Se declaró que era un falso faraón, y su nombre no debería inscribirse entre los dioses.

Ni pirámides, ni tumbas lujosas con momias ostentosas. Nadie sabe dónde lo enterraron. No sólo eso, sino que los sacerdotes de Amon, restaurado con todos sus honores, hicieron borrar todos sus rastros, todas sus esculturas, las inscripciones que proclamaban su gloria, en fin, que lo borraron de la historia. Como si no hubiese existido. Lo único que quedó fue su viuda, Nefertiti, hermosísima (ver máscara; Akhenaton no era ningún tonto repecto a mujeres) y sus hijos de varias esposas.

Afortunadamente a los sacerdotes de Amon se les pasaron por alto algunas cosas, gracias a lo cual conocemos hoy la existencia de este excepcional faraón.

Y ahora a lo nuestro:

Los sacerdotes necesitaban de un faraón dócil, y convencieron al hijo de Akhenaton para que asumiera el cargo, lógicamente para legitimar nuevamente a Amon y sus adoradores. Este hijo no dudó en infamar la memoria de su padre, aceptar su posición de títere y hasta cambiarse el nombre. De Tutankhaton que se llamaba, pasó a ser Tutankhamon, (o sea, Tut, el que vive en Amon). No podemos culparlo demasiado, ya que el pobre tenía sólo 10 años y no entendía nada de facciones internas. (Confirmando lo dicho más arriba sobre nombres egipcios, Wikipedia lo llama Tutanjamón, pero sería como situar a Jabugo en Egipto, así que lo prefiero con kh).

Durante su corto reinado, Tutankhamon no pudo realizar prácticamente nada. Hubo un resurgimiento de las construcciones debido a la necesidad de levantar de nuevo todos los templos y los palacios, ya que todo lo que construyera Akhenaton fue destruído, y todo lo que destruyó fue reconstruído. Un delirio, pero el faraón niño no influyó para nada. Además, lo casaron con su hermanastra, pero eso era lo usual.

Por designio del destino o ayuda sacerdotal, este nuevo faraón murió joven (se supone que entre los 16 y los 18 años) y rápido. Parece que se lo llevó una fractura de fémur infectada. (Duda: ¿cómo se fracturó el fémur? ¿Jugando al futbol o por un golpe “casual”) Su sucesor fue un general golpista, Horemheb. Tutankhamon dejó un único legado: una tumba fastuosa, recompensa de los sacerdotes por su docilidad.

La tumba, convenientemente oculta, estaba situada en el Valle de los Reyes, donde los faraones fueran enterrados durante centurias.

Desde siempre, el Valle de los Reyes había sido saqueado por ladrones de tumbas, aventureros y, últimamente vandálicos seudoarqueólogos en busca de riquezas. La persistencia de Carter, que pasó cinco años excavando sin éxito, convencido de que en las cercanías se debía hallar la tumba de este faraón del que sólo se tenían escasas noticias, dio sus frutos en 1922. Accedió a una tumba que, aunque había sido robada poco después del funeral, fue restaurada inmediatamente, sellada y oculta de tal forma que se mantuvo intacta hasta la actualidad.

La entrada a la tumba fue finalmente descubierta. Dieciséis escalones que conducían hacia las profundidades (esto dio pié a la teoría de que Tutankamón solo tenía 16 años al morir. Muestra de rigor histórico. Si la tumba hubiese tenido dos escalones se hablaría de un faraón bebé) Tras bajar los escalones Carter se encontró en una antecámara. Tras de él se encontraba Lord Carnavon, arqueólogo aficionado y el hombre que había suministrado el dinero para la operación de rescate. Carter se inclinó ante la puerta de granito. Una puerta maciza grabada con todo tipo de signos jeroglíficos. Bajo la puerta había una especie de rajadura por la cual podía verse hacia adentro. Carter colocó una lámpara y la enfocó hacia la Tumba Real. Por varios minutos permaneció inmóvil viendo los tesoros incontables que brillaban en la oscuridad y que adquirían dimensiones propias al ser violados por la luz eléctrica.

Sin embargo, el momento más emocionante y remunerador tendría que venir dos años después, en 1924, cuando Carter y su cuadrilla finalmente abrieron la puerta en la última cámara, la dedicada a la tumba del Faraón especialmente. Se encontraron con un masivo ataúd de granito de más de tres metros de largo. Dentro del ataúd había otros tres más pequeños que a su vez se fijaban uno en el otro con pasmosa precisión. Los dos exteriores hechos de madera con incrustaciones de oro y piedras preciosas en la parte interna. Y el tercero y último conteniendo los restos del faraón adolescente hecho de oro sólido. Allí estaba el cuerpo momificado del faraón Tutankamón. Su rostro cubierto con una máscara que semejaba sus facciones aniñadas y también de sólido oro.

En el resto de la tumba, la variedad de riquezas era impresionante. Oro en forma de muebles, estatuas, máscaras, piedras preciosas, joyas, obras de arte, en cantidades nunca vistas. Llevó casi diez años inventariar todo el material encontrado. Por supuesto, el lugar se pobló de periodistas, personalidades y gente famosa o simples turistas en busca de recuerdos. Los periódicos enloquecieron y publicaron (y publican aún) las noticias más fantásticas, popularizando el nombre de Tutankhamon hasta volverlo un sinónimo de faraón, pese a la existencia de muchos faraones insignes, autores de hazañas culturales, constructoras o guerreras, cuyos nombres sólo son conocidos por unos pocos.

Injusticias de la historia, que por motivos materiales hoy enaltece al insignificante
hijo y no al atrevido padre reformador.


Post Data: La Maldición de la Momia



No podía faltar el ingrediente morboso y sensacionalista, que aún hoy es explotado y hasta creído: ¡la tumba estaba maldita! Se decía que todo aquel que violara la tumba del faraón Tutankhamón encontraría muerte por su profanación. Una maldición horrenda que escapaba desde las paredes de la tumba subterránea y alcanzaba a todo aquel que se acercara a ella con la excepción (¡vaya excepción curiosa!) de Carter y su equipo.

A estas alturas surgió un egiptólogo que afirmaba haber "descifrado la inscripción que había sobre la entrada en la tumba" Según el “egiptólogo” esta inscripción decía: "La muerte vendrá con alas ligeras sobre todo aquel que se atreva a violar esta tumba" Lo cierto es que la famosa inscripción jamás pudo ser encontrada.

El primero en fallecer fue lord Carnavon, de una picadura de mosquito infectada que se complicó inexplicablemente. A continuación se sucedieron las muertes, ya sea por causas naturales (preferentemente ataques cardíacos) como por accidentes o sin causa aparente. Lo cierto es que trece años después de descubierta la tumba ya eran treinta los fallecidos entre los que habían tenido alguna relación con el hecho.

Para los escépticos, resultaba definitorio que tanto Howard Carter como el cirujano que abrió la momia vivieron hasta muchos años después sin inconvenientes, y en la cifra de “víctimas” se contaban personas que habían tenido relación muy lejana e indirecta con la momia.

Les adelanto que hasta 1970 se registraron muertes súbitas de personas que habían tenido relación con la momia, aunque ya muy remota. Parece que desde entonces Tutankhamon decidió darse por satisfecho.

Si Tutankhamon lo permite, nos encontraremos nuevamente el 15 de abril


7 comentarios:

niklaüss dijo...

Jorge, gracias por el aliento. Si hay algo que me gusta y me parece original de tu blog es el trato directo y coloquial del discurso en tus posts. Es algo poco común y no le quita seriedad, para nada.

Te dejo un abrazo y seguí adelante.

Anónimo dijo...

Jorge, tu post es excelente!! ¿De dónde sacas el material gráfico?
Del texto no digo nada, porque como tú dices está tan trillado que poco nuevo se puede decir. De todos modos, se lee con gusto y algo se aprende. Sigue así, y a ver con qué nos regalas dentro de quince días.

Jorge dijo...

Niklaüs y Elena: Siempre es estimulante saber que a uno lo leen y, si es con agrado, mejor. Quien edite un blog sabe que los comentarios de los lectores son la savia del àrbol.

Gracias por comunicarse.

sara dijo...

Hola Jorge!!Me ha gustado mucho, como todos los que he leido, pero pensaba que la fractura en el fémur se la habia hecho en una "batalla".
¿no es cierto?

Jorge dijo...

Gracias, Sara, por tu comentsrio. En cuanto a la fractura ¿quién puede decir algo con seguridad? Son todas hipótesis más o menos verosímiles. No creo que este chico haya participado en ninguna batalla, y mucho menos en un puesto de peligro, pero es una idea mía, sin fundamento.

Anónimo dijo...

Ideal, gracias por esta manera de escribir la historia. Es justo lo que buscaba. Un resumen ameno y directo de la vida de Tutankhamón. Es estupendo. De esta manera sería mucho más sencillo aprender la historia que no en la manera que nos la enseñan, aburrida y llena de fechas y datos aislados. Gracias.

Jorge dijo...

Muchas gracias por el aliento. Comentarios como el tuyo son un estímulo.