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histonotas: EPISODIO FRENTE A TROYA

domingo, 2 de marzo de 2008

EPISODIO FRENTE A TROYA


Algunos más y otros menos, todos sabemos que hubo guerra en Troya, allá por el 1100 antes de Cristo, que el que la contó fue Homero - 400 años después, pero se la copió de los rapsodas, especie de trovadores que se la pasaban uno al otro de memoria - y cuál fue la causa de la guerra - el “rapto” de Helena, esposa del rey griego Menelao, ejecutado por Paris ( hijo del rey de Troya) con la entusiasta colaboración de la raptada. Menelao se tomó muy a mal los cuernos, fue a pedir ayuda a su hermano mayor, Agamenón, rey de Argos, y entre ambos juntaron un ejército que fue a asediar a Troya con la excusa de reparar la ofensa. En realidad, la intención era saquear la ciudad, llena de riquezas y considerada competencia comercial por los griegos. En el ejército, que fue una especie de seleccionado de Grecia, militaban varios reyes con sus huestes. El Maradona del equipo era Aquiles, guerrero invencible, camorrista y, en general, tipo de muy pocas pulgas.

























Homero cuenta las cosas un poco adornadas para gusto de sus oyentes, pero a pesar de ello le salió la Iliada, una obra hermosísima. Como muchos libretistas de hoy en día, nuestro poeta comienza contando la historia por la mitad, y uno se va enterando de la trama por sucesivos “raccontos”. En el primer canto (capítulo) relata la cólera de Aquiles, que en realidad es lo que acelera las cosas y lleva indirectamente a la caída de Troya. Ahí va el episodio, adaptado y arruinado. Perdón, Homero.

Hacía ya nueve años que estaban los griegos sentados en la playa con sus barcos detrás y Troya delante. La cosa iba bastante empatada y aparentemente no se la tomaban muy a la tremenda. Troya resultaba un hueso duro de pelar, inexpugnable como era.

Cada tanto, como para justificar el viaje, los griegos hacían alguna expedición tierra adentro, algún saqueo a ciudades indefensas para llenar los estómagos, los bolsillos y sacarse las ganas con las chicas que se llevaban cautivas al campamento.

Justamente en ese momento empieza la Iliada. “Canta, diosa, el maldito resentimiento de Aquiles el Pelida....” (a Aquiles lo llamaban el Pelida por que era hijo de Peleo. El apellido le venía como de medida, porque se peleaba con amigos y enemigos).

Hacía unos días que los griegos, en una de sus razzias, habían desvalijado una ciudad vecina y entre otras cosas, se habían adueñado de la señorita Criseida. En el reparto de bienes mal habidos esta niña le tocó en suerte a Agamenón, que ipso facto se la llevó a su tienda para usos presentes y futuros.

Ocurre que el papá de Criseida era sacerdote de Apolo, o sea que tenía banca con los dioses. Muy humildemente, el papá llega al campamento griego a pedir que le devuelvan a su devaluada hija. Agamenón estaba en un mal día y saca al viejo con cajas destempladas, amenazándolo además con liquidarlo al momento si no se dejaba de molestar.



Crises, que tal era el nombre del sacerdote, se va mascullando y pide a Apolo que castigue el ultraje con toda clase de males. Apolo desde el Olimpo lo escucha, baja a tierra enojado y castiga a los griegos con una peste de padre y señor mío Los griegos mueren a montones, día tras día, y los médicos se rascan la cabeza.

Ante el fracaso de la ciencia, Agamenón decide recurrir a su adivino de cabecera. Éste hace los aspavientos del caso y dice: “Agamenón, se te fue la mano con Crises. Hasta que no le devuelvas a la hija y lo indemnices por daños y perjuicios la gente se va a seguir muriendo. Hay bronca. Apolo está furioso”.

Presionado por la opinión pública, Agamenón accede, devuelve todo y Apolo se calma. Para no perder autoridad, el desposeído Agamenón exige de malos modos que se lo compense con otra señorita igual o mejor que Criseida.

Nadie quiere soltar prenda, y Aquiles, bastante ásperamente, le dice que se deje de embromar, que no hay stock de mujeres para reemplazo, y que en el próximo saqueo le van a dar dos.

Ya la cosa se está saliendo de cauce. Agamenón se la agarra con Aquiles y amenaza con quitarle a

Briseida, la muchacha que éste poseía como botín. Ahí nomás Aquiles empieza a sacar la espada, pero baja una diosa, siempre oportuna, y le prohibe que lastime a nadie. De palabra, todo lo que quiera. Con la furia que tenía, Aquiles le dice de todo a Agamenón, que en realidad era el general en jefe y merecía respeto. Lo trata de perro, borracho, cobarde y otras expresiones que muestran la riqueza del idioma griego. “Llévense a Briseida, pero no esperen que los ayude más en las batallas. Ya van a venir de rodillas, y verán quién es Aquiles”. Se encapricha y se va a su tienda, de donde no piensa salir. Este es el mencionado “maldito resentimiento” de Aquiles.

Y aquí vienen las consecuencias: cuando los troyanos se enteraron de que Aquiles no pelearía se agrandaron y comenzaron a salir de la ciudad para combatir contra los griegos acorralados al lado de las naves. Se llevaron por delante a medio ejército y la cosa pintaba negra para los griegos.

Le tocó entonces a Agamenón arrugar y ofrecer a Aquiles la devolución de Briseida, con el juramento de no haberla tocado. Sea que Aquiles no le creyó el juramento o que seguía iracundo, la cosa es que no salió de sus tiendas y los griegos siguieron perdiendo gente. Después Homero sigue contando la historia, pero nos iríamos por las ramas.

Moraleja: vean los problemas que acarrearon las mujeres: primero Helena movilizó a todo un ejército; luego el caso Criseida, que resultó hija de un sacerdote y atrajo una peste mortal; finalmente, por Briseida, Aquiles se negó a pelear y, además de morir por esa causa cantidad de griegos en combate, la guerra, que venía desarrollándose más o menos tranquila, se transformó en una lucha feroz que terminó con la muerte de Aquiles y la caída de Troya. Como para no ser misógino.
(Por supuesto, esto quiso ser un chiste machista. Dándole vuelta a las cosas, se podría decir que los responsables fueron Menelao – un cretino – Agamenon – un déspota – y Aquiles – autoritario encaprichado)

En la película Troya, este episodio se narra de forma muy distinta. Tienen todo el derecho de hacerlo, pero yo preferí contarlo como lo narró Homero.
El próximo relato, alrededor del 15 de marzo. Saludos


4 comentarios:

Kat dijo...

Me encanta la hitoria de troya-Aquiles estoy leyendo la iliada y me gusto más contada por ti de verdad q se entiendo al criollo...

oiee te seguire leyendo y firmando

Saludos!!

Jorge dijo...

¡...kat3rin...!:

¿Estás segura de no exagerar? Ni en mis sueños más ardientes me vi superando a Homero. Ahora en serio: me alienta tu opinión. Trato de ser lo menos historiador y lo más relator de historias que puedo. Eso sí: los hechos son rigurosamente exactos, no así los comentarios, que me esfuerzo tal vez infructuosamente en que sean amenos. ¿Se me nota mucho el argentino al escribir?

Un abrazo

Hada del tejado dijo...

A mi me encanta la pasión que Briseida despierta en Aquiles.
Y bueno sí, es que una historia relatada hace que estes inmers@ en la historia. Cuando las cosas se cuentan con mucha vuelata pierde credibilidad.
Me gusta tu estilo

Jorge dijo...

Gracias, Hada, por tu elogio. A mí me gusta mucho tu poético nick, y tu perfil.

En cuanto a Briseida, Homero la menciona sólo dos veces, creo, en la Iliada, pero con gran dulzura. Es un hermoso personaje, entre tantos guerreros.

Un saludo