Relación de Chasles |
Vrain-Lucas |
En una cierta abadía de Tours se guardaba, desde hacía siglos, una colección inestimable de cartas auténticas de personajes históricos. Enterado de ello el rey Luis XIV, intentó requisarlas, pero los astutos monjes le entregaron copias. Estas cartas fueron guardadas por los reyes de Francia como un tesoro, hasta que llegó la detestable revolución jacobina, la abadía de Tours fue incendiada, se perdieron los originales, y el último infeliz Capeto, Luis XVI entregó las cartas a un fiel conde de Bois-Jourdain para salvarlas de los revolucionarios.
El conde se había visto obligado a huir del terror implantado por Robespierre.Embarcó para América, pero no lejos de la costa la nave debió afrontar una terrible tormenta.
El buque se hundió y el conde pereció. Pero algunos pescadores extrajeron del océano una caja que contenía la colección de autógrafos y de manuscritos del conde, que volvieron al poder de los herederos. La fortuna les fue adversa, se arruinaron y la segunda generación se veía obligada a deshacerse de alguno de esos tesoros legendarios.
El cuento era verosímil, Vrain-Lucas convincente y el insigne Chasles tenía cualidades de zoquete. Resultado, el sabio suplicó al hábil embaucador que le proporcionara alguna de las inestimables cartas, por supuesto a buen precio.
Increíblemente, el engaño duró ocho años enteros, de 1861 a 1869 y la víctima pagó, uno tras otro, por 27344 (!!!) documentos “auténticos” que por supuesto le costaron una fortuna.
Obviamente, el autor de las misivas no era otro que Vrain-Lucas, quien las escribía sobre hojas en blanco arrancadas de viejos libros, en antiguos tipos de escritura, con tinta de fórmula antigua, y el falsificador tuvo cuidado de sumergir cada hoja durante varios días en agua salada, por el tema del naufragio.
Algunos ejemplos: Pascal estaba representado por 1.745 cartas, Newton por 622, y Galileo, por 3.000 “cartas originales”.
Sobre estos tres sabios el estafador armó una trama que combinó la falsificación con el patriotismo: “demostró” que Newton no era el autor de la ley de gravitación universal, sino que la idea se la había sugerido Pascal, lo que Galileo corroboraba.
Pascal a Galileo |
Mientras tanto, Chasles seguía comprando cartas. El aprovechado estafador se entusiasmó y comenzó a alumbrar cartas más atrevidas. Así aparecieron cartas de amor de Cleopatra a Julio César, correspondencia entre Alejandro Magno y Aristóteles, de Carlomagno a Alcuino, 27 cartas de Shakespeare, 10 de Platón y otras tantas de Séneca, algunas de Abelardo a Eloísa, 18 de Laura a Petrarca, pero increíblemente, ¡¡¡todas en correcto idioma francés!!!
Carlomagno a Alcuino |
Semejante enormidad hizo desconfiar aún a Chasles, pero Vrain-Lucas consiguió inventar una explicación: ya que las cartas originales se habían perdido, por supuesto, en la famosa abadía de Tours; éstas eran copias antiguas, traducidas al francés, realizadas por los monjes y aceptadas como auténticas hasta por Luis XIV. La letra era distinta entre una carta y otra, pero claro, los monjes habían tratado de imitar la letra original. Listo.
Eloísa a Abelardo |
Magdalena escriciendo carta |
“Magdalena”
Se necesitaba un inocente del calibre de Chasles para tragarse semejante embuste. En especial, la predicción de los Galos sosteniendo en alto la llama de la ciencia encendió de patriotismo el alma del científico. Chasles abrió su colección a sus colegas y provocó un escándalo mayúsculo.
Si les parece increíble semejante candidez los invito a googlear a Vrain-Lucas para confirmar que no son inventos ni exageraciones mías. La realidad supera a la ficción.
El asunto terminó, como no podía ser menos. Vrain-Lucas fue detenido por un delito menor en perjuicio de la Biblioteca Nacional y, presionado, cantó como un jilguero de la A a la Z. Lo condenaron a dos años de prisión, pese a su disculpa de que de todos modos había proporcionado ocho años de felicidad y fama a Chasles (fama de estúpido, al fin de cuentas).
En cuanto a éste, debió digerir su bochorno disculpándose en público frente a la Academia. Lo que no digirió fue el paté que comió con gran apetito a lo ochenta y ocho años. Murió a consecuencia de un error gastronómico.
Hasta el 15 de mayo, amigos. Un saludo.
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