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histonotas: LA ATLANTIDA – UNA FABULA DE PLATON

miércoles, 29 de septiembre de 2010

LA ATLANTIDA – UNA FABULA DE PLATON

Platón
Y… si, todo empezó con Platon. Este hombre tenía la manía de la Organización de Estados. Ya en su diálogo La República había postulado las reglas e instituciones que deberían constituir el estado ideal (dicho sea de paso, imaginó un estado totalitario y racista gobernado, por supuesto, por un filósofo.
Casualmente, Platon era filósofo. Pero esa es otra historia). En Critias y Timeo, diálogos posteriores, dio otra vuelta al asunto. Describió, geográfica, social, política e históricamente un estado opulento y bien gobernado.

El famoso sabio egipcio
Y ahí cometió la picardía. Sacó de la galera un antiguo sabio egipcio (¡Ah, estos sabios egipcios! Desde el asunto de los misterios de las pirámides se les atribuye hasta la predicción de la energía atómica) que contó a Solón, el legislador ateniense, que a su vez transmitió al abuelo de Critias, uno de los participantes del diálogo, quien a su vez lo relató en esa reunión (toda una cadena de transmisiones de boca a oído) la historia de una enorme isla, casi un continente, tan grande como Libia y Asia Menor juntas, situada en el océano Atlántico, frente al estrecho de Gibraltar.
Presunta ubicación de Atlántida

Allí, partiendo del progenie de Poseidón, se fue generando una estirpe de semidioses que desarrollaron una maravillosa civilización, fueron gobernados por una confederación de reyes que extendió su poder a otras islas y, aprovechando que se encontraban cerca de las costas de España y África, sojuzgó las zonas costeras de España, Francia, Italia y el norte de África. Esta isla – continente se llamaba Atlántida, y sus pobladores eran de gran estatura, hermosos, valientes, etc.


Todo esto pasó, según Platón, unos nueve mil años antes de Solón, o sea casi diez mil años antes de Cristo, y no se guardaba memoria alguna ni historiador alguno la había siquiera sospechado hasta que el famoso sabio egipcio soltó la lengua. Lo curioso es que este egipcio, y los sucesivos transmisores, detallaban hasta la nimiedad las características de este Estado. Páginas y páginas de descripciones, desde los colores y materiales de las construcciones hasta sus leyes y tribunales de justicia, cantidad de soldados, carros de guerra (¿carros hace diez mil años?) y hasta el carácter de sus habitantes. Este egipcio era un prodigio de conocimientos y memoria. A quien tenga interés y paciencia, lo invito a leer el fárrago platónico (porque lo del egipcio no lo trago) en http://rea.kelpienet.net/platatla.php

Y, para completar el cuadro, Platón agrega la típica moraleja patriotera – educativa: pasados los siglos, los atlantes se fueron mezclando con razas inferiores (¿vieron que Platón era un racista?) y perdieron sus virtudes excelsas.
Se atrevieron a atacar Grecia, con miles de carros y decenas de miles de guerreros y Atenas, solita, los derrotó (esto se lo tragan solamente los atenienses).

Se replegaron los derrotados Atlantes y Zeus, para castigar su osadía y desmesura (hybris le llaman los griegos a este defecto) “envió sobre la Atlántida un violento terremoto y un diluvio extraordinario y en un día y una noche terribles, la isla de Atlántida desapareció hundiéndose en el mar. Por ello, aún ahora el océano es allí intransitable e inescrutable, porque lo impide la arcilla que produjo la isla asentada en ese lugar y que se encuentra a muy poca profundidad”.

Para que no se extinguiera del todo la raza de los Atlantes, Zeus hizo que las mujeres violadas durante la guerra por los Atlantes quedasen embarazadas, siendo por lo tanto los atenienses vástagos de los gloriosos y nobles Atlantes. Como para que los atenienses no estuvieran encantados con esta fábula.

Por increíble que parezca, esto se tomó como el indicio de que efectivamente había existido un continente perdido. Imaginativos cronistas e historiadores de siglos posteriores, especialmente desde el Romanticismo, trataron de dar veracidad a esta alegoría. Los más conservadores sugirieron que la fábula podría contener un lejano fondo de realidad histórica, vinculado a alguna catástrofe natural pretérita como pudiera ser un diluvio, una gran inundación o un terremoto.

Los más audaces se dedicaron a proponer posibles ubicaciones de Atlántida, y desde luego a buscar restos o ruinas submarinas.

Como casos extremos, tenemos a un historiador norteamericano que asegura tener pruebas de que la civilización perdida estaba situada en la cordillera de los Andes, más exactamente en el departamento de Oruro, en Bolivia (!).

Para no ser menos, en 1940 un médium, también norteamericano predijo que la Atlántida volvería a la superficie en 1968 frente a las costas de la Florida (!!!)
Con gran sentido comercial, Discovery o History Channel producen periódicamente documentales sobre el tema, con “pruebas” de las más diversas teorías.

Lamento parecer tan escéptico. Me hubiese gustado alegrarlos con una luz de esperanza, pero lo veo como les conté, aunque no tengo pruebas de mi teoría de la fábula moral. Tal vez está equivocado, para alegría de los optimistas y crédulos.

Espero encontrarnos a mediados de octubre. Saludos

1 comentarios:

Anónimo dijo...

eeehhhh??? bueniiissiima la historia asta donde llego peroo falta mas teoria y realidad :P bueno de algo sirve pjj !!! jejejeje atte: y0ooo..... !! Y.L.S ♥♥¡¡¡!♥