Cualquier persona no muy al tanto, cuando escucha el nombre de Maquiavelo lo asocia con un sujeto ladino, oportunista, sin principios ni moral, traidor si le conviene, en fin, un asco de persona.
¿Fue así el histórico Niccolò di Bernardo dei Machiavelli, nacido en Florencia en 1469? Hagámosle justicia: fue un empleado del gobierno de Florencia, de gran inteligencia y agudo observador, culto, ferviente patriota; que amaba en primer lugar a Florencia apasionadamente, y sufría al ver a Italia devastada por mercenarios y extranjeros, presa de señores de la guerra y la traición. Para más datos, repasen el miserable caos político que reinaba en la península itálica durante el renacimiento.
Comenzó Maquiavelo su carrera como empleado de la Repúnlica de Florencia, recientemente fundada luego de la expulsión de los Medici. En cuatro años, fue progresando hasta llegar a Canciller y Secretario de la Segunda Cancillería. No llegó a jefe de gobierno por falta de “contactos”, pero se lo utilizó como diplomático y negociador valiéndose de su inteligencia y agudeza.
Lo tenemos así a Niccolò negociando con el Papa, con Cesar Borgia, con el rey de Francia, con el emperador romano germánico Maximiliano de Habsburgo, respetado y escuchado por todos. Fue enviado para observar las negociaciones para la elección de papa a la muerte de Alejandro VI Borgia. Recogió información política y personal de los príncipes y nobles gobernantes de la época.
Todo se trastrocó al regresar los Medici al gobierno de Florencia. No sólo despidieron inmediatamente a Maquiavelo, sino que lo encarcelaron y torturaron bajo el cargo de conspiración. Salvó su vida por la intercesión del papa.
¿Fue así el histórico Niccolò di Bernardo dei Machiavelli, nacido en Florencia en 1469? Hagámosle justicia: fue un empleado del gobierno de Florencia, de gran inteligencia y agudo observador, culto, ferviente patriota; que amaba en primer lugar a Florencia apasionadamente, y sufría al ver a Italia devastada por mercenarios y extranjeros, presa de señores de la guerra y la traición. Para más datos, repasen el miserable caos político que reinaba en la península itálica durante el renacimiento.
Comenzó Maquiavelo su carrera como empleado de la Repúnlica de Florencia, recientemente fundada luego de la expulsión de los Medici. En cuatro años, fue progresando hasta llegar a Canciller y Secretario de la Segunda Cancillería. No llegó a jefe de gobierno por falta de “contactos”, pero se lo utilizó como diplomático y negociador valiéndose de su inteligencia y agudeza.
Lo tenemos así a Niccolò negociando con el Papa, con Cesar Borgia, con el rey de Francia, con el emperador romano germánico Maximiliano de Habsburgo, respetado y escuchado por todos. Fue enviado para observar las negociaciones para la elección de papa a la muerte de Alejandro VI Borgia. Recogió información política y personal de los príncipes y nobles gobernantes de la época.
Todo se trastrocó al regresar los Medici al gobierno de Florencia. No sólo despidieron inmediatamente a Maquiavelo, sino que lo encarcelaron y torturaron bajo el cargo de conspiración. Salvó su vida por la intercesión del papa.
Llamado a sosiego, se retira a su granja, sin un centavo, y malvive trabajando como agricultor y vendiendo madera de sus árboles. Quien había alternado con reyes, papas y emperadores, no había aprovechado las muchas oportunidades para enriquecerse.
Lo vuelven a encarcelar y a torturar, siempre con el cargo de conspirar contra los Medici, pero esta vez resulta inocente (se aguantó la tortura gratuitamente).
Finalmente, se hizo con algo de dinero que le permitió vivir con cierto alivio. ¿Cómo? ¡Ganó un billete de lotería! (Increíble; lo más burgués que se pueda imaginar) Murió olvidado y sin influencias a los 58 años.
Con esta vida ejemplar: ¿de dónde le viene su mala fama, hasta convertir su nombre en un adjetivo denigrante? De su capacidad de observación y su intento de lograr el perdón de los Medici.
En su forzado retiro campestre, se dedicó a escribir. Con todo lo observado y aprendido sobre el carácter de gobernantes y gobernados, volcó en su libro “El Príncipe” un conjunto de normas y procedimientos para que un mandatario o “príncipe” obtenga y conserve el mando sobre dominios propios o “adquiridos” (conquistados).
Y allí cometió dos errores: el primero fue que redactó sus consejos honesta y verazmente en base a lo que vio, y lo que vio fue inmoralidad, rapiña, falsedad, crímenes y todos los métodos que los gobernantes de la época (¿de la época?) usaban para vencer y perpetuarse. "Como la experiencia nos demuestra, son los líderes que han hecho menos caso de la fe jurada, que han involucrado a los demás con su astucia y se han burlado de los que han confiado en sus lealtades, los únicos que han realizado grandes empresas."
Maquiavelo mismo lo aclara (aunque no lo suficiente): no se ocupa de moral, sino de éxito. Desde ya que no los elogia, pero eso era lo que se hacía en la época, lo que Maquiavelo había visto, y así lo contó. Como justificación, mostrando que siempre se había hecho lo mismo, abundó en ejemplos de la antigüedad griega y romana, que conocía a fondo.
El segundo error fue dedicar el libro a Lorenzo de Medici, con la idea de conquistar su favor. Los Medici, por más que reconocieran que Maquiavelo estaba en lo cierto, no podían hacerse cargo de semejante lote de verdades odiosas, en contra de la hipócrita moral oficial, y además Maquiavelo era un conocido republicano que se venía salvando por casualidad, de modo que no se dieron por enterados.
Desilusionado, Maquiavelo se quita la máscara y confesando no sin ironía que "desde hace un tiempo a esta parte, yo no digo nunca lo que creo, ni creo nunca lo que digo, y si se me escapa alguna verdad de vez en cuando, la escondo entre tantas mentiras, que es difícil reconocerla” escribe un libro opuesto, “Discursos de la primera década de Tito Livio” donde, basándose en la historia de Roma, demuestra que la República es el mejor de los medios de gobierno. Esto gustó menos aún a lo Medici, por supuesto. También escribió otros libros de filosofía política, del arte de la guerra y, finalmente, una divertida comedia “La mandrágora”
Como toda la mala prensa de Maquiavelo proviene de “El Príncipe” (su contrapartida “Discursos de la primera década de Tito Livio” es casi desconocido) transcribiré algunos párrafos de su obra:
El segundo error fue dedicar el libro a Lorenzo de Medici, con la idea de conquistar su favor. Los Medici, por más que reconocieran que Maquiavelo estaba en lo cierto, no podían hacerse cargo de semejante lote de verdades odiosas, en contra de la hipócrita moral oficial, y además Maquiavelo era un conocido republicano que se venía salvando por casualidad, de modo que no se dieron por enterados.
Desilusionado, Maquiavelo se quita la máscara y confesando no sin ironía que "desde hace un tiempo a esta parte, yo no digo nunca lo que creo, ni creo nunca lo que digo, y si se me escapa alguna verdad de vez en cuando, la escondo entre tantas mentiras, que es difícil reconocerla” escribe un libro opuesto, “Discursos de la primera década de Tito Livio” donde, basándose en la historia de Roma, demuestra que la República es el mejor de los medios de gobierno. Esto gustó menos aún a lo Medici, por supuesto. También escribió otros libros de filosofía política, del arte de la guerra y, finalmente, una divertida comedia “La mandrágora”
Como toda la mala prensa de Maquiavelo proviene de “El Príncipe” (su contrapartida “Discursos de la primera década de Tito Livio” es casi desconocido) transcribiré algunos párrafos de su obra:
En primer lugar, la famosa frase “el fin justifica los medios” que se le atribuye, nunca la escribió. Lo más aproximado, que significa más o menos lo mismo, es: "...haga, pues, el príncipe lo necesario para vencer y mantener el estado, y los medios que utilice siempre serán considerados honrados y serán alabados por todos”.
Otras joyitas, que si somos sinceros tendremos que reconocer que llevan mucho de verdad:
"Todos ven lo que tú aparentas; pocos advierten lo que eres."
"Los hombres ofenden antes al que aman que al que temen.". O sea que, para mantener el poder, es preferible ser temido que amado.
"...el hombre olvida antes la pérdida de su padre que la pérdida de su patrimonio."
“a los hombres hay que conquistarlos o eliminarlos, porque si se vengan de las ofensas leves, de las graves no pueden; así que la ofensa que se haga al hombre debe ser tal, que le resulte imposible vengarse”.
"Los hombres son ingratos, frívolos, mentirosos, cobardes y codiciosos; mientras uno los trate bien lo apoyan ... pero cuando uno está en peligro se vuelven contra él,"
"Quien engaña encontrará siempre quien se deje engañar.”
¿Son estas citas tan abominables como para calificarlas de Maquiavélicas? Más bien corresponden a un hombre que había vivido lo suficiente como para no hacerse ilusiones sobre sus semejantes, sobre todo en la lucha por el poder.
Para terminar, les advierto que se encuentran en las librerías muchas ediciones de El Príncipe con comentarios de Napoleón Bonaparte. No se dejen engañar. Como para darle la razón a Maquiavelo, los comentarios se presumen falsos. En primer lugar, se basan en la copia de unos cuadernos de Napoleón encontrados en un carruaje (¡!!). Ni los cuadernos ni su copia aparecieron jamás. En segundo lugar, los comentarios son tan pueriles que ni resultan dignos de la inteligencia del Emperador, por poco valor que se atribuya a la misma. Este es un ejemplo de la exactitud de la máxima anterior: "Quien engaña encontrará siempre quien se deje engañar.”
Lamento mi escepticismo, pero por lo menos traté de rehabilitar la memoria de un hombre injustamente difamado que trabajó intensamente por el bien de su país, desempeñó altos cargos y murió pobre. No conozco a muchos con esas características.
2 comentarios:
Al parecer un personaje que merece ser reinvindicado, a proposito nada más cierto:
"Quien engaña encontrará siempre quien se deje engañar.”
Saludos!
¡Hola, Kris!Me alegra oir nuevamente de ti. Efectivamente, creo que Maquiavelo no merece su mala fama. Por lo menos se rescata su sinceridad. Tenemos actualmente personajes (religiosos, ¡políticos!, presidentes, mandatarios, educadores)cuya vida es una sola mentira. Disiento en muchas cosas con Maquiavelo, pero aprecio la honestidad de sus errores.
Hasta pronto
Publicar un comentario