Asesino múltiple y prolífico. Actuó en Londres a fines del siglo XIX. Se llamó a sí mismo “Jack the Ripper” (Jack el Destripador) en una de sus presuntas cartas dirigidas a las autoridades. Como se irá viendo, se destacó, además de la multitud de sus crímenes, por su sevicia, su repugnante humor negro y la burla a las autoridades. Todavía no ha sido individualizado, aunque ahora sería más fácil ya que, de vivir, debería tener unos ciento sesenta años. Buscar en los geriátricos y hogares de ancianos (perdón).
Ubiquémonos en 1888, en una Londres oscura, mal iluminada a gas, con algunos suburbios tan ruines y miserables que se resisten a toda descripción. En particular del distrito de Whitechapel, donde se sucederán los crímenes, un viajero escribió:
“Cuanto más penetramos en Whitechapel, más se hundía nuestro corazón. ¿Se trata de Londres? Nunca en Rusia, nunca en los peores tugurios de Nueva York, se puede ver tal pobreza como en el Londres de la década de 1880”
Como suele suceder, donde la pobreza es extrema florece la prostitución. En octubre de 1888 la Policía Metropolitana estimó que había ciento doce prostitutas "de muy baja categoría" residiendo en Whitechapel y unos sesenta y dos burdeles.
El ambiente estaba dado como para el crimen. Y el crimen (los crímenes) ocurrieron puntualmente.
A partir de agosto de 1888 comenzaron a aparecer en el barrio mencionado cadáveres de damas de edades diversas pero de la misma condición: prostitutas. No eran raros estos hallazgos en esa época, pero estos eran particularmente horribles. A las señoritas, además de privarlas de su vida, les faltaban algunas piezas anatómicas, generalmente internas, que supuestamente el asesino se llevaba como trofeo o recuerdo. Con bastante humor negro, podría suponerse que algún fundamentalista moral estaba llevando a cabo la reducción de la prostitución aplicando el drástico expediente de descuartizar a sus practicantes.
La mayoría de la evidencia original reunida en su momento se ha perdido, y muchos “hechos” son en realidad opiniones de los varios periodistas y escritores que se han ocupado del tema durante estos ciento veinte años. Muchos aspectos relatados son en realidad discutibles, y lo que sigue es un pantallazo del caso en general.
Procedamos con orden: ¿cuántas fueron las víctimas? No es fácil responder, porque como dije era bastante elevada la mortandad violenta entre las damas de la noche, y no todas las occisas eran víctimas de Jack. Dada la forma de operar de éste, se puede decir que fueron al menos cuatro, probablemente seis y posiblemente ocho. Dicho así, no parecen tantas. Sus edades y apariencias eran variadas. La mayoría estaban borrachas en el momento de su muerte.
Aunque parezca increíble, recién hace pocos años se pudo reconstruir el modo de operar de Jack.
El asesino enfrenta a su víctima y concierta un “negocio” propio de su profesión (de la de ella, claro) Cuando ella levanta sus polleras, largas en aquella época, para llevar a cabo la "transacción", Jack aprovecha que está indefensa con las manos ocupadas y la estrangula rápidamente haciéndola caer muerta o inconciente. La coloca a su izquierda, para mayor comodidad y para no mancharse demasiado de sangre, se agacha y prolijamente le corta el cuello.
Ya tranquilo por ese lado, pasa a la etapa de mutilación. Con toda limpieza y habilidad, pese a la falta de luz y a un presumible nerviosismo, Jack extrae alguna pieza anatómica con su cuchillo (repito que no voy a entrar en detalles), la mete en su valija y se va tranquilamente.
Comienza a circular, en base a dudosos relatos de testigos una imagen popular del asesino como un "sombrío gentleman" vestido con prendas oscuras, sombrero de ala blanda y un bolso negro. La prensa, especialmente la sensacionalista, se estaba haciendo un festín. Hubo decenas de detenciones de sospechosos "en averiguaciones" (por lo general, seguidas de rápida liberación); búsquedas policiales casa por casa, se distribuyeron folletos, y miembros del Comité de Vigilancia y detectives privados inundaron las calles. Por supuesto, el único resultado fue crear un ambiente de histeria debidamente alimentado por los publicistas.
Para aumentar la confusión, delirantes entusiastas comenzaron a enviar cartas a los diarios y a la policía manifestando ser el asesino. Lo curioso es que, por los detalles suministrados, algunas sí eran auténticas.
Como ejemplo, copio dos de las presuntamente legítimas (aunque, como pueden ver, la letra es bastante diferente):
1 – Dear boss (Dirigida a la Agencia Central de noticias)
Ubiquémonos en 1888, en una Londres oscura, mal iluminada a gas, con algunos suburbios tan ruines y miserables que se resisten a toda descripción. En particular del distrito de Whitechapel, donde se sucederán los crímenes, un viajero escribió:
“Cuanto más penetramos en Whitechapel, más se hundía nuestro corazón. ¿Se trata de Londres? Nunca en Rusia, nunca en los peores tugurios de Nueva York, se puede ver tal pobreza como en el Londres de la década de 1880”
Como suele suceder, donde la pobreza es extrema florece la prostitución. En octubre de 1888 la Policía Metropolitana estimó que había ciento doce prostitutas "de muy baja categoría" residiendo en Whitechapel y unos sesenta y dos burdeles.
El ambiente estaba dado como para el crimen. Y el crimen (los crímenes) ocurrieron puntualmente.
A partir de agosto de 1888 comenzaron a aparecer en el barrio mencionado cadáveres de damas de edades diversas pero de la misma condición: prostitutas. No eran raros estos hallazgos en esa época, pero estos eran particularmente horribles. A las señoritas, además de privarlas de su vida, les faltaban algunas piezas anatómicas, generalmente internas, que supuestamente el asesino se llevaba como trofeo o recuerdo. Con bastante humor negro, podría suponerse que algún fundamentalista moral estaba llevando a cabo la reducción de la prostitución aplicando el drástico expediente de descuartizar a sus practicantes.
La mayoría de la evidencia original reunida en su momento se ha perdido, y muchos “hechos” son en realidad opiniones de los varios periodistas y escritores que se han ocupado del tema durante estos ciento veinte años. Muchos aspectos relatados son en realidad discutibles, y lo que sigue es un pantallazo del caso en general.
Procedamos con orden: ¿cuántas fueron las víctimas? No es fácil responder, porque como dije era bastante elevada la mortandad violenta entre las damas de la noche, y no todas las occisas eran víctimas de Jack. Dada la forma de operar de éste, se puede decir que fueron al menos cuatro, probablemente seis y posiblemente ocho. Dicho así, no parecen tantas. Sus edades y apariencias eran variadas. La mayoría estaban borrachas en el momento de su muerte.
Aunque parezca increíble, recién hace pocos años se pudo reconstruir el modo de operar de Jack.
El asesino enfrenta a su víctima y concierta un “negocio” propio de su profesión (de la de ella, claro) Cuando ella levanta sus polleras, largas en aquella época, para llevar a cabo la "transacción", Jack aprovecha que está indefensa con las manos ocupadas y la estrangula rápidamente haciéndola caer muerta o inconciente. La coloca a su izquierda, para mayor comodidad y para no mancharse demasiado de sangre, se agacha y prolijamente le corta el cuello.
Ya tranquilo por ese lado, pasa a la etapa de mutilación. Con toda limpieza y habilidad, pese a la falta de luz y a un presumible nerviosismo, Jack extrae alguna pieza anatómica con su cuchillo (repito que no voy a entrar en detalles), la mete en su valija y se va tranquilamente.
Comienza a circular, en base a dudosos relatos de testigos una imagen popular del asesino como un "sombrío gentleman" vestido con prendas oscuras, sombrero de ala blanda y un bolso negro. La prensa, especialmente la sensacionalista, se estaba haciendo un festín. Hubo decenas de detenciones de sospechosos "en averiguaciones" (por lo general, seguidas de rápida liberación); búsquedas policiales casa por casa, se distribuyeron folletos, y miembros del Comité de Vigilancia y detectives privados inundaron las calles. Por supuesto, el único resultado fue crear un ambiente de histeria debidamente alimentado por los publicistas.
Para aumentar la confusión, delirantes entusiastas comenzaron a enviar cartas a los diarios y a la policía manifestando ser el asesino. Lo curioso es que, por los detalles suministrados, algunas sí eran auténticas.
Como ejemplo, copio dos de las presuntamente legítimas (aunque, como pueden ver, la letra es bastante diferente):
1 – Dear boss (Dirigida a la Agencia Central de noticias)
"Querido Jefe,
Vengo oyendo que la policía me ha capturado, pero en realidad todavía no me han encontrado. Me río cuando aparentan ser tan astutos y dicen estar en la pista correcta. Esta broma acerca de Delantal de Cuero me hizo morir de risa. No soporto a las putas y no dejaré de destriparlas hasta que haya terminado con ellas. El último fue un magnífico trabajo. No le di a la dama ni tiempo para chillar. ¿Cómo pueden agarrarme ahora? Me gusta mi trabajo y quiero empezar de nuevo. Pronto tendrá noticias mías y de mi gracioso jueguecito.
Guardé un poco de la auténtica cosa roja en una botella de ginger beer cuando terminé mi último trabajo para escribir con ella, pero se me espesó como engrudo y no pude usarla. La tinta roja también es adecuada, espero, ja, ja, En el próximo trabajo que haga cortaré las orejas de la dama y se las enviaré a la policía sólo por diversión (nota: se las mandó, nomás) Conserve esta carta hasta que yo haga algo más, luego tírela directamente. Mi cuchillo es tan lindo y afilado que quiero ponerlo a trabajar enseguida, si tengo una oportunidad. Buena suerte.
Suyo:
Jack el Destripador
No me importa si usa mi nombre de trabajo.
PD: No estuvo bueno franquear ésta antes de limpiarme la tinta roja de mis manos, maldita sea. Mala suerte esta vez. Ahora dicen que soy un doctor, ja, ja "
2 - Desde el infierno: (Dirigida al presidente del Comité de Vigilancia)
"Mr. Lusk
Señor:
Le envío la mitad de un riñón que tomé de una mujer y conservé para usted. La otra parte la freí y la comí. Estaba muy bueno. Puedo enviarle el maldito cuchillo que le extraje si usted sólo espera un poco más.
Firmado: Atrápame si puedes "
La carnicería duró sólo cuatro meses. ¿Se sintió acorralado el asesino? ¿Se cansó? ¿Le cayó mal el riñón a la parrilla? Misterio. La última víctima lo fue en noviembre de 1888. Después, nada.
Pese a todos los esfuerzos y alboroto, la policía nunca pudo encontrar a Jack. Hasta el día de hoy no se conoce con certeza su identidad. Algunos de los presuntos destripadores presentados a lo largo de los años por los aficionados al crimen son:
La carnicería duró sólo cuatro meses. ¿Se sintió acorralado el asesino? ¿Se cansó? ¿Le cayó mal el riñón a la parrilla? Misterio. La última víctima lo fue en noviembre de 1888. Después, nada.
Pese a todos los esfuerzos y alboroto, la policía nunca pudo encontrar a Jack. Hasta el día de hoy no se conoce con certeza su identidad. Algunos de los presuntos destripadores presentados a lo largo de los años por los aficionados al crimen son:
Príncipe Albert Victor, nieto de la reina Victoria
Joseph Barnett, negociante en pescado
Lewis Carroll, famoso escritor, autor de Alicia en el País de las Maravillas
Dr. Thomas Neill Cream, médico, abortista
Carl Ferdinand Feigenbaum, ejecutado en Sing Sing por asesinato
Mary Kelly, luego bautizada como “Jill la Destripadora” por la prensa.
Aaron Kosminski, peluquero, uno de los más firmes sospechosos según recientes deducciones (2006).
Michael Ostrog, alias Bertrand Ashley, Claude Clayton (Cayton), Dr. Grant, Max Grief Gosslar, Ashley Nabokoff, Orloff, Count Sobieski, Max Sobiekski, y otros alias. Médico ruso, delincuente y demente.
Me detengo aquí para no abrumar. Se barajaban hasta 175 sospechosos, entre ellos una encantadora conspiración de miembros de la familia real inglesa para ocultar deslices del príncipe Albert. Para todos los gustos.
Incidentalmente, merece capítulo aparte la inmensa cantidad de libros, estudios, artículos periodísticos y publicaciones dedicados al tema, donde el elemento más frecuente es el deleite en los aspectos escabrosos, morbosos y horripilantes. Aclaro desde ya que traté de evitarlos, dentro de lo posible (déjenme hacer algunas excepciones para alimentar el morbo, qué embromar)
Nos encontraremos a fines de octubre. Hasta pronto.
2 comentarios:
querido jorgito como siempre asiduo a tus historias te envio estas notas curiosas:
Parece que la historia del silencio de los corderos fue inspirada en parte en este personaje no? Si no ha ver este transcrito:
La mención a "desde el infierno" aparece en la única carta que se atribuye realmente al destripador. Fue dirigida a George Lusk, presidente del Comité de Vigilancia de Whitechapel. Llevaba matasellos del 15 de octubre y fue recibida el día siguiente, el 16 de octubre de 1888:
Desde el infierno. Señor Lusk. Señor le adjunto la mitad de un riñón que tomé de una mujer y que he conservado para usted, la otra parte la freí y me la comí, estaba muy rica. Puedo enviarle el cuchillo ensangrentado con que se extrajo, si se espera usted un poco.
Firmado: Atrápame cuando pueda, señor Lusk
Fuente:ACA!
¿Jack el Destripador murió en Argentina?
“Al regresar a Buenos Aires, revisando mi archivo de crímenes, tuve una evidencia sobre la cual no me atrevo a escribir todavía. Jack el Destripador, desaparecido de Londres, había muerto en Buenos Aires, a los 75 años, en un hotel de la calle Leandro N. Alem, frente a la plaza Mazzini, hoy Roma, una mañana lluviosa de octubre de 1929”.
Juan Jacobo Bajarlía
En febrero de 1976, en el número 3 de la Ellery Queen’s Mystery Magazine, el ripperólogo y escritor argentino Juan Jacobo Bajarlía desarrolla la tesis de que Jack, el Destripador habría muerto en Argentina. Su sospechoso, un tal Alonzo Maduro, financista que estuvo en Londres, en la época de los crímenes de Whitechapel, tratando de colocar acciones de una compañía argentina.
Con ese fin se presentó en Greesham House, brokers de Old Broad Street, trabando contacto con un joven secretario, un tal Griffith Salway, con quien compartió una serie de almuerzos comerciales. Salway se cruzó con Maduro en Whitechapel, la noche de la muerte de Emma Smith. Pocos días después, lo escuchó decir que todas las prostitutas debían morir.
Hasta ahí no pasaría de una sospecha, si no fuera por el descubrimiento que Salway hiciera poco antes del retorno de Maduro a Buenos Aires, tras frustrarse sus intenciones comerciales, hallazgo que Salway sólo confesaría en 1952, a su propia esposa, en el lecho de muerte.
Tras la muerte de Mary Kelly, Maduro preparó el regreso a Argentina, oportunidad en la que Salway lo ayudó a preparar las valijas. En esa tarea, descubrió que uno de los baúles de Maduro tenía un doble fondo, en el que halló un sobretodo gris, un sombrero flexible, un delantal manchado de sangre y un juego de bisturís. Salway se convenció que Alonzo Maduro era Jack, el Destripador.
Gracias, Mario, por el comentario. Como siempre, muy documentado y original. Enriquece mis modestos esfuerzos
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