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histonotas: 1/6/08 - 1/7/08

lunes, 30 de junio de 2008

CLEOPATRA Y SUS MUCHACHOS: II - MARCO ANTONIO



Dejamos a Cleopatra en Alejandría, en el año 43 A.C, escapada de Roma, prácticamente viuda de Cesar, con un niño de paternidad dudosa, a quien ella llamó Cesarion como delicada alusión al presunto padre. En Roma, después del asesinato de Cesar, las cosas iban como el diablo entre los candidatos a sucesores.

¿Qué hizo nuestra dulce Cleo?. Como su hermano/marido oficial, a la sazón de 15 años, comenzara a dar signos de independencia, lo hizo envenenar y nombró co-faraón a su hijo Cesarion, de sólo 4 años. Por edad y parentesco no se podía casar con él como era costumbre, así que lo dejó estar y se dedicó a reconstruir las finanzas de Egipto, que durante sus vacaciones en Roma se habían hundido en el caos. Ahí se quedó un par de años, sin molestar ni dar que hablar a nadie.

Tenemos que hacer una síntesis de lo que estaba pasando en Roma. Muerto Cesar, Marco Antonio proyectaba quedarse con la sucesión. Este Marco Antonio era un tipo de los más pintoresco. Borracho, mujeriego, robusto, amoral, ignorante y totalmente irresponsable, pero a pesar de todo (o tal vez a causa de ello) fue favorito de Cesar y su mano derecha en muchos asuntos. Pese a todo, era un buen conductor de tropas y paradójicamente caía simpático de puro sinvergüenza.

La estantería se le vino abajo a Antonio cuando apareció el testamento de Cesar donde éste designaba inexplicablemente como sucesor a su jovencísimo sobrino nieto Caius Iulius Caesar Octavianus. (comprensiblemente, se hacía llamar Octavio). Por el momento, dejando aparte enemistades (se tenían un odio visceral) Antonio y Octavio se dedicaron a perseguir a los asesinos de Cesar, que habían reunido un respetable ejército.

A Antonio se le ocurrió pedir explicaciones a Cleopatra acerca de una fea acusación de apoyo a los asesinos de Cesar. Esta lo negó (no quería meterse en líos con Roma) pero accedió a una reunión aclaratoria.

No se sabe qué le habrá pasado por la cabeza a Cleopatra, siempre calculadora y ambiciosa, pero lo cierto es que apareció en la entrevista vestida como Venus (o sea desvestida), en su barco con la quilla forrada de plata y velas de seda púrpura, pintada, adornada y lista para matar. Por lo visto, quería repetir la jugada de la alfombra que tan buen resultado le había dado con Cesar, pero esta vez varió de escenografía.

Con lo que les dije de Antonio, basta para imaginar el flechazo que sufrió el romano. Se quedó patitieso. Cleo se le entregó (ya hacía dos años que había muerto Cesar, lo que era un plazo decoroso para ella). Se quedaron cuatro días en el barco de Cleopatra, sin aparecer por cubierta. Resultados: 1) Cleopatra entregaría ayuda económica a Roma,. es decir a Antonio. 2) Antonio viajaría a Egipto con sus tropas, a fin de pacificar al país (que estaba en paz) y darle una manito a Cleopatra haciendo asesinar a una hermana políticamente molesta (era peligroso ser hermano de Cleopatra).

Ya que estaba en Egipto, Antonio se quedó un año inspeccionando a Cleopatra, sin importársele un bledo de Cesar, sus asesinos, Octavio ni Roma. El resultado de la inspección fueron dos gemelos, un varón y una nena, nacidos cuando Antonio ya había vuelto a Roma. La historia fue un calco de la de Cesar, con la diferencia de que Antonio estaba loco por Cleopatra.

Después del año de jolgorio egipcio, Antonio apareció en Roma un tanto avergonzado (ya los rumores se habían corrido) y encontró a Octavio muy consolidado como patrón, y más que furioso por la despreocupación de su compatriota que lo había dejado solo en medio de una guerra.
Intervinieron amigos comunes, calmaron las aguas y Octavio, a regañadientes y como prenda de paz, ofreció a Antonio la mano de su hermana, Octavia (muy originales con los nombres, estos romanos), una buena y linda muchacha. Dejando de lado su asunto con Cleo, Antonio era viudo, de modo que con su frescura habitual se casó con Octavia. Inimaginable la furia de Cleo cuando se enteró. Por suerte estaba en Egipto.

Cuatro años estuvo Antonio ocupado con guerras, pacificaciones e intrigas, peleado un día sí y otro también con Octavio. Finalmente, se hartó de Octavio, de Octavia y de Roma y…. volvió a Egipto. (Claro, en el interín había tenido dos hijos con Octavia. También tenía dos hijos de su primer matrimonio, de los que se hizo cargo Octavia. Sumados a los dos de Cleopatra, eran una buena cantidad. Prolífico, el hombre.)

No se conoce el recibimiento que le hizo Cleopatra, pero no debe haber sido de los más amistosos. De todos modos, Antonio pintaba como el futuro hombre fuerte de Roma (ahí Cleopatra cometió el peor error de cálculo de su vida) así que se reconcilió y terminaron casándose. Como de costumbre, tuvieron otro hijo (sin comentarios) El hecho de que Antonio estuviera casado era secundario, por lo visto. Eso sí, notificó a Octavia que se considerara divorciada.

Parece ser que Octavia lo tomó con bastante filosofía, pero su hermano se puso violento y cortó relaciones con el bígamo que, según divulgó en Roma, proyectaba nombrarse rey de Egipto. Por si acaso, inventó un supuesto testamento de Antonio donde éste designaba como sus sucesores a los hijos que había tenido con Cleopatra y a ésta como regente de Egipto y de todas las provincias romanas que Antonio le había regalado entre plática y plática.

Resultado: guerra. Esta fue principalmente naval y no la dirigió Octavio (a qien le daban ataques de colitis las vísperas de las batallas) sino un hábil general que puso en apuros a la flota de Antonio y Cleopatra. El barco real, prudentemente, pegó la vuelta hacia Egipto con Cleopatra a bordo, aún cuando la batalla aún estaba indecisa. El cabeza hueca de Antonio, al ver que se iba su amorcito (junto con el tesoro real que llevaba en su barco), también abandonó la batalla para seguirla, con lo que el resto de la flota se rindió sensatamente.
Octavio no los persiguió (por falta de dinero, según las malas lenguas) lo que dió tiempo a los amantes a llegar a Alejandría, recuperarse y reanudar su vida de fiestas como si nada hubiera pasado. Desgraciadamente para ellos, volvió Octavio lleno de malas intenciones, y otra vez fue derrotado Antonio (esta vez sin remedio).

Y aquí viene un final a lo Romeo y Julieta: apenas se refugió Antonio en Alejandría, le dijeron (o entendió mal) que Cleopatra había muerto. Nuestro Romeo, para no ser menos, se arrojó sobre su espada y se atravesó, pero apuntó mal y no murió (no del todo, al menos) de modo que, cuando le pidieron humildes disculpas por la información errónea, pidió que lo llevaran junto a Cleopatra, donde ahí sí se murió. Tenía 53 años, y Cleopatra 39.

¿Ustedes lo creen? Con lo rudimentarias que eran las comunicaciones en aquel tiempo, nadie se preocupaba mucho de comprobar la veracidad de las noticias, y esta era tan romántica (y de paso le cargaba todo el fardo a Cleopatra) que los “historiadores” romanos la transmitieron y ahora es la verdad histórica. Por mi parte, humildemente, me parece un gran bulo.
Cualquiera pensaría que Cleopatra siguió a su amado en el camino del suicidio, pero Cleo era, como dijimos, más calculadora que una PC, y empezó a reunir informaciones sobre Octavio. Si tuvo éxito dos veces: ¿por qué no tres?

Y así la dejamos meditando hasta la próxima y última cavilación amorosa, que contaremos el 15 de julio. De todos modos, los relatos son mucho más complicados y llenos de detalles, reales o inverosímiles. En bien de la paciencia, los sinteticé mucho. En la próxima entrada (para no arruinar el suspenso) les voy a indicar dónde encontrar una larga y emotiva versión de todos estos hechos y su final.
Hasta entonces.


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domingo, 15 de junio de 2008

CLEOPATRA Y SUS MUCHACHOS : I - JULIO CESAR


Presentamos a los protagonistas:

CLEOPATRA:

Año 51 antes de Cristo. Egipto estaba bajo reyes que continuaban la tradición de los grandes faraones de los siglos pasados, aún cuando ya no tenían nada de egipcios. Eran griegos, descendientes de un conquistador que se había anexado el territorio trescientos años antes.
El rey del momento era una reina, Cleopatra VII; esto significa que había habido seis reinas anteriores con ese nombre, además de otras reinas de otras regiones y muchas otras mujeres que así se llamaban. Parece que el nombre Cleopatra estaba de moda (ya cayó en desuso; ¿conocen ustedes alguna niña actual llamada Cleopatra? Suena horrible). Como se hace hoy día, le pusieron además otros nombres. Para nuestra confusión, esta joven reina se llamaba:

Cleopatra VII;
Cleopatra Filopator Nea Thea;
Κλεοπάτρα Φιλοπάτωρ;





Sin embargo, es la Cleopatra por antonomasia, y el numeral romano casi nunca suele utilizarse en relación con su nombre, ni menos aún las otras variantes. (Es importante recordar que Cleopatra no era egipcia y que no tenía "sangre egipcia", por lo que cualquier intento de convertirla en una "morena temperamental" es una locura. Todos sus antepasados fueron griegos o macedonios).

Segunda cuestión: ¿era la hermosura que nos transmite la tradición? Simplemente, lo ignoramos. Todas las imágenes que se conservaron son de una época muy posterior, donde ya la tradición romana la había fijado como maravillosamente hermosa. Como nunca falta alguien para llevar la contraria, basándose en unas monedas de la época, bastante horribles por cierto, hubo quien salió a decir que Cleopatra era decididamente fea. Probablemente, ni tanto ni tan poco.

Tercero ¿Era una mujer fatal, apasionada, aficionada a los hombres, destructora de hogares y todo eso? ¡Atención! Que todas las referencias nos llegaron a través de escritores romanos, y en Roma la odiaban de todo corazón, básicamente por las mentiras de Octavio Augusto, que se quería presentar como campeón de la moral (era un sinvergüenza) y de las virtudes romanas (era un dictador, y ya conocemos la moral que predican los dictadores). Más adelante volveremos sobre el tema.
Objetivamente, sólo se le conocen, en 40 años de vida, dos amantes. Si eso es inmoralidad…

Vayamos a su niñez. Al padre de Cleo se lo llamaba Tolomeo el flautista, obviamente porque tocaba la flauta. Con una imagen paterna así, la nena debe haber tenido que compensar lo de la flauta con firmeza de carácter, y sin duda la tuvo. También una enorme ambición, tanto como para equilibrar el perfil familiar. Su inteligencia era reconocida; como muestra empezó a aprender idiomas, y lo logró con nueve, entre ellos el egipcio, cosa que habían pasado por alto todos sus antecesores, que hablaban sólo griego y no conocían el idioma de sus súbditos.

Para no aburrir, no entraré en detalle de las relaciones de Cleopatra con sus hermanos. Era gente difícil, sobre todo las dos hermanas mayores (las mujeres de la familia eran bravas) que se rebelaron, una contra el flautista, quien sobornó a Roma a cambio de ayuda, derrotó a la nena y la hizo matar, y la otra contra Cleopatra, siendo ésta ya reina, la que con ayuda de Cesar la derrotó y la mandó a Roma para desfilar cargada de cadenas. Años después, tamnién la hizo matar, como medida precautoria.

Los hermanitos, en cambio, heredaron el carácter débil del flautista. Ambos, sucesivamente, se casaron con Cleopatra (era la costumbre egipcia, casi la obligación; se llevaron tan mal como las parejas normales). Muy niños, manejados por cortesanos y eunucos, quisieron gobernar en serio, pero Cleopatra les enseñó quién mandaba realmente. Uno murió ahogado en el barro al tratar de escapar después de una batalla en un bote demasiado cargado (inteligente como el padre, el nene) y al otro lo hizo matar Cleopatra cuando, ya más crecido, trató de gobernar.

Como familia, es suficientemente ilustrativa. Cleopatra fue nombrada reina al morir su padre, junto con el primer hermano (Cleopatra tenía 17 años y el hermano 12).
Al año siguiente ocurrrió la sublevación de la hermana mayor contra Cleopatra, ayudada por el niño – marido. Casualmente andaba Julio Cesar por allí, tratando de enderezar el enredo (Roma se metía en todas partes donde había dinero) y arbitró tan bien que se quedó con Cleo. Y con Egipto, de paso.


JULIO CESAR

Sería descabellado intentar una biografía de Cesar en pocos renglones. Digamos solamente que era un enfermizo perseguidor del poder, siempre necesitado de dinero, sin escrúpulos acerca de cómo obtenerlo (era una característica bastante común en Roma en esa época, y en otros lugares hasta nuestros dias). Posiblemente el mejor general de su época,y aun de las posteriores. Muy activo e inteligente, se le debe reconocer que su ambición desmedida se traducía en hechos beneficiosos para Roma. Un candidato a dictador, bah, pero sensato y constructivo.

Allá por el año 50 antes de Cristo, Cesar estaba metido en graves problemas. Sus adversarios políticos lo hostilizaron de tal modo que prácticamante lo llevaron a un conflicto armado contra lo que entonces era la República Romana. La guerra era su especialidad, de modo que pese a contar con fuerzas inferiores,Cesar ganó una batalla decisiva y, persiguiendo a su adversario derrotado, se apareció en Alejandría, en ese entonces capital de Egipto. Ya que estaba, con la idea de abastecerse de una masa de dinero (que, como siempre, necesitaba para terminar la guerra) aprovechó para autodesignarse como árbitro de la guerra entre Cleopatra y sus hermanos. De paso, tal vez intentara anexionar Egipto, con su enorme producción de trigo, a Roma, siempre hambrienta.
Como mediador, convocó a las partes beligerantes a su presencia.Cleopatra dejó que se presentaran a argumentar sus hermanos, que prácticamente habían incomunicado a Cesar. A la noche, se hizo envolver en una alfombra y llevar así en secreto ante Cesar. Tenía 19 años, era inteligente, encantadora y sin inhibiciones, y Cesar 52 y su mujer en Roma. Una combinación explosiva.


LA PAREJA

Luego de la noche de la alfombra, fácil es deducir cómo arbitró Cesar. Los hermanos de Cleopatra ni esperaron el dictamen y se refugiaron en su ejército.
Al comienzo las cosas se presentaron negras para la pareja. Sus adversarios los tenían encerrados en Alejandría, pero llegó la caballería para salvar la película. Entonces fue cuando se ahogó el hermano/ esposo de Cleo (a quien no parece que le hubiera afectado mucho la cosa) y la otra hermana, derrotada, fue despachada a Roma como atracción de circo para el desfile triunfal.

Solos y en paz quedaron los tórtolos. Para cubrir las apariencias, Cleopatra se casó con otro hermano, de 10 años y dócil, y dedicó todos sus esfuerzos a agasajar a Cesar. Entre excursiones por el Nilo en la suntuosa barca real, fiestas, bailes y comilonas Cleopatra sedujo permanentemente a Cesar, encantada de tener a sus pies al hombre más poderoso del mundo. Dados los acontecimientos futuros, más que el amor los unían las conveniencias. Cesar pensaba en enriquecerse y alimentar a Roma, en ese orden, y Cleopatra en consolidar su poder y engrandecer a Egipto asociándolo a Roma, también en ese orden.

Cesar se demostró hiperactivo. Como siempre además de las diversiones, hizo una escapada hasta el Asia Menor para terminar una molesta pequeña guerra secundaria, se reunió con sabios sacerdotes egipcios (gracias a sus enseñanzas, entre otras cosas corrigió el calendario romano, que era un desastre) y en sus ratos libres regaló a Cleopatra con un hijo. El nene nació cuando Cesar ya se había ido de Egipto, y la madre lo llamó Cesarion, como una delicada alusión al padre.

(Sobre esto de Cesarión han corrido ríos de tinta. Ya en su época las malas lenguas dijeron que Cesar no había tenido nada que ver, que era un fraude de Cleopatra para asegurarse como madre del futuro heredero de Cesar. Como estas cosas son imposibles de averiguar, quedará siempre la duda. Lo cierto es que Cesar, pese a haber tenido más mujeres que Salomón, nunca tuvo un hijo, salvo éste. Por las dudas, no lo reconoció como propio ni lo nombró heredero. Prefirió a Octavio, lo que dice mucho acerca de las relaciones Cesar – Cleopatra)

Así pasaron varios meses juntos. En Roma estaban horrorizados por los rumores que sobre el comportamiento de Cesar hacían correr sus enemigos. Lo de Cesarion cayó como una bomba. (Así comenzó la fama de Cleopatra como mujer insaciable, viciosa y con pretensiones de hacerse coronar reina de Roma). Finalmente, Cesar tuvo que retornar a Roma donde los acontecimientos exigían su presencia, y allí permaneció durante cerca de tres años, llamando cada tanto a Cleopatra a su lado, para horror de los romanos. La mujer de Cesar, quietita en su casa.

Finalmente, Cesar cayó asesinado en Roma. Casualmente Cleopatra también se encontraba en Roma en esos dias, pero luego del asesinato se apresuró a retornar a Egipto. El ambiente reinante en Roma no la favorecía, evidentemente.

Y así terminó la historia de amor entre Cesar y Cleopatra. ¿Amor? Cesar tenía cubitos de hielo en el cerebro, y Cleo también. Conveniencia mutua, tal vez.

M e olvidaba. La próxima será el 31 de junio, con Marco Antonio como galán principal. Hasta entonces.

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