¿Qué hizo nuestra dulce Cleo?. Como su hermano/marido oficial, a la sazón de 15 años, comenzara a dar signos de independencia, lo hizo envenenar y nombró co-faraón a su hijo Cesarion, de sólo 4 años. Por edad y parentesco no se podía casar con él como era costumbre, así que lo dejó estar y se dedicó a reconstruir las finanzas de Egipto, que durante sus vacaciones en Roma se habían hundido en el caos. Ahí se quedó un par de años, sin molestar ni dar que hablar a nadie.
Tenemos que hacer una síntesis de lo que estaba pasando en Roma. Muerto Cesar, Marco Antonio proyectaba quedarse con la sucesión. Este Marco Antonio era un tipo de los más pintoresco. Borracho, mujeriego, robusto, amoral, ignorante y totalmente irresponsable, pero a pesar de todo (o tal vez a causa de ello) fue favorito de Cesar y su mano derecha en muchos asuntos. Pese a todo, era un buen conductor de tropas y paradójicamente caía simpático de puro sinvergüenza.

La estantería se le vino abajo a Antonio cuando apareció el testamento de Cesar donde éste designaba inexplicablemente como sucesor a su jovencísimo sobrino nieto Caius Iulius Caesar Octavianus. (comprensiblemente, se hacía llamar Octavio). Por el momento, dejando aparte enemistades (se tenían un odio visceral) Antonio y Octavio se dedicaron a perseguir a los asesinos de Cesar, que habían reunido un respetable ejército.
A Antonio se le ocurrió pedir explicaciones a Cleopatra acerca de una fea acusación de apoyo a los asesinos de Cesar. Esta lo negó (no quería meterse en líos con Roma) pero accedió a una reunión aclaratoria.
No se sabe qué le ha

Con lo que les dije de Antonio, basta para imaginar el flechazo que sufrió el romano. Se quedó patitieso. Cleo se le entregó (ya hacía dos años que había muerto Cesar, lo que era un plazo decoroso para ella). Se quedaron cuatro días en el barco de Cleopatra, sin aparecer por cubierta. Resultados: 1) Cleopatra entregaría ayuda económica a Roma,. es decir a Antonio. 2) Antonio viajaría a Egipto con sus tropas, a fin de pacificar al país (que estaba en paz) y darle una manito a Cleopatra haciendo asesinar a una hermana políticamente molesta (era peligroso ser hermano de Cleopatra).
Ya que estaba en Egipto, Antonio se quedó un año inspeccionando a Cleopatra, sin importársele un bledo de Cesar, sus asesinos, Octavio ni Roma. El resultado de la inspección fueron dos gemelos, un varón y una nena, nacidos cuando Antonio ya había vuelto a Roma. La historia fue un calco de la de Cesar, con la diferencia de que Antonio estaba loco por Cleopatra.

Intervinieron amigos comunes, calmaron las aguas y Octavio, a regañadientes y como prenda de paz, ofreció a Antonio la mano de su hermana, Octavia (muy originales con los nombres, estos romanos), una buena y l

Cuatro años estuvo Antonio ocupado con guerras, pacificaciones e intrigas, peleado un día sí y otro también con Octavio. Finalmente, se hartó de Octavio, de Octavia y de Roma y…. volvió a Egipto. (Claro, en el interín había tenido dos hijos con Octavia. También tenía dos hijos de su primer matrimonio, de los que se hizo cargo Octavia. Sumados a los dos de Cleopatra, eran una buena cantidad. Prolífico, el hombre.)
No se conoce el recibimiento que le hizo Cleopatra, pero no debe haber sido de los más amistosos. De todos modos, Antonio pintaba como el futuro hombre fuerte de Roma (ahí Cleopatra cometió el peor error de cálculo de su vida) así que se reconcilió y terminaron casándose. Como de costumbre, tuvieron otro hijo (sin comentarios) El hecho de que Antonio estuviera casado era secundario, por lo visto. Eso sí, notificó a Octavia que se considerara divorciada.
Parece ser que Octavia lo tomó con bastante filosofía, pero su hermano se puso violento y cortó relaciones con el bígamo que, según divulgó en Roma, proyectaba nombrarse rey de Egipto. Por si acaso, inventó un supuesto testamento de Antonio donde éste designaba como sus sucesores a los hijos que había tenido con Cleopatra y a ésta como regente de Egipto y de todas las provincias romanas que Antonio le había regalado entre plática y plática.

Y aquí viene un final a lo Romeo y Julieta: apenas se refugió Antonio en Alejandría, le dijeron (o entendió mal) que Cleopatra había muerto. Nuestro Romeo, para no ser menos, se arroj

¿Ustedes lo creen? Con lo rudimentarias que eran las comunicaciones en aquel tiempo, nadie se preocupaba mucho de comprobar la veracidad de las noticias, y esta era tan romántica (y de paso le cargaba todo el fardo a Cleopatra) que los “historiadores” romanos la transmitieron y ahora es la verdad histórica. Por mi parte, humildemente, me parece un gran bulo.
Cualquiera pensaría que Cleopatra siguió a su amado en el camino del suicidio, pero Cleo era, como dijimos, más calculadora que una PC, y empezó a reunir informaciones sobre Octavio. Si tuvo éxito dos veces: ¿por qué no tres?
Y así la dejamos meditando hasta la próxima y última cavilación amorosa, que contaremos el 15 de julio. De todos modos, los relatos son mucho más complicados y llenos de detalles, reales o inverosímiles. En bien de la paciencia, los sinteticé mucho. En la próxima entrada (para no arruinar el suspenso) les voy a indicar dónde encontrar una larga y emotiva versión de todos estos hechos y su final.
Hasta entonces.
