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histonotas: NERON

miércoles, 30 de enero de 2008

NERON


No hay duda de que Nerón tiene mala prensa. Su solo nombre es sinónimo de corrupción, venalidad, disipación, empobrecimiento del pueblo, asesinato, dispendio, maltrato a las mujeres, desviaciones íntimas, persecución a los cristianos como dieta de leones y mal aliento. Por si fuese poco, Nerón se hacía el guapo cuando estaba con legionarios atrás, pero a la hora de la verdad es fama que era tirando al achique, que cuando las papas quemaban se escondía debajo de las sotanas de un cura o que se hacía el distraído.

Bueno, parece que algo de verdad hay, pero como consuelo digamos que hubo emperadores peores (y después se escriben tomos enteros preguntándose por qué cayó Roma).

Pero no olvidemos que todo lo que sabemos de Nerón se basa en Cayo Suetonio Tranquilo (sus amigos lo llamaban cayo tranquilo indoloro) y Cornelio Tácito (hermano de Julio Explícito) Estos, plagiarios como todos los historiadores de esos tiempos, se copiaron de las Memorias de Agripina, mamá de Nerón, que las escribió como venganza por haber sido desterrada por el nene, así que dijo todo lo que se le ocurrió. Pero todo esto es un misterio, así que aceptemos la versión clásica de Nerón malvado.

Nerón no nació Nerón. Lo bautizaron (o lo que quiera que hicieran en esa época) como Lucio Domicio Enobarbo. Era hijo de Agripina (una completa bruja, asesina entre otras virtudes) y de Cneo Domicio Enobarbo (Enobarbo quiere decir barba de cobre. Era de familia, así que no crean en los Nerones morochos de Hollywood). También Cneo Domicio era una porquería. Con esa carga genética ¿qué podía hacer la educación?
Más adelante Agripina se casó en terceras o cuartas nupcias con Claudio, uno de los emperadores más estúpidos que tuvo Roma (en un discurso ante el Senado, dijo que él no era estúpido, sino que se hacía para que no lo mataran. Con eso está todo dicho). Ahí Nerón cambió de nombre, pasando a llamarse Nerón Claudio Druso Germánico. Esto le creó una crisis de identidad; no se puede impunemente cambiar el nombre a un chico de 11 años así como así.
Por supuesto, mamá Agripina convenció a Claudio para que adoptara a Nerón designándolo heredero de la diadema imperial (en lugar del propio hijo de Claudio, Británico); para fortalecer su posición casó a Nerón con otra hija de Claudio, Octavia y, finalmente, asesinó al emperador. Nerón fue proclamado emperador con sólo 17 años por la guardia pretoriana. Después hizo asesinar a Británico, para que no quedaran dudas. ¡Esas son madres, y no las de ahora!

Los primeros cinco años de su reinado fueron una maravilla. Sus consejeros fueron Séneca, un filósofo y Burro, un militar (obvio; es una redundancia) jefe de su guardia. Nerón, mientras tanto, se dedicaba a la farra (noche, mujeres y champagne) y comenzó a frecuentar malas compañías. Conoció a Popea (sí, la del baño en leche de burra. ¡Qué asco pegajoso!), le gustó, y se divorció de Octavia (buena chica) para casarse con Popea (una tramposa). Agripina se dedicó a criticar a Popea (¡esa chica no es para vos!). Como había previsto mamá, la cosa no duró mucho. Estando Popea embarazada tuvieron una discusión matrimonial y palabra va, palabra viene, Nerón le sacudió tal coz que la mató, con embarazo y todo. Después dijo que lo lamentaba, que se la había ido la mano (el pie) y se buscó un amante (varón y eunuco) que se le parecía. Lo hizo vestir de mujer y se casó fingidamente con él. La gente dijo: ¡Qué lástima que el padre no se haya casado con una mujer como ésta!

Mamá Agripina, entretanto, se había convertido en un dolor de cabeza. Además del asunto Popea, quería que las cosas se hicieran a su modo, y no al de Nerón, por lo que su amado hijo la encarceló, luego intentó envenenarla (la vieja zorra tomó un antídoto), después hizo hundir el barco en el que viajaba (se salvó nadando). Ahí Nerón perdió la paciencia y ordenó coserla a cuchilladas. Por fin se salió con la suya. Cuando le trajeron el cadáver desnudo compuso el célebre tango: ¡Qué buena estaba mamá!

Séneca y Burro ya molestaban. Este último, que de burro sólo tenía el nombre, se las ingenió para morirse a tiempo. Séneca seguía vivo, por lo que tuvo que suicidarse “en defensa propia” a pedido de Nerón
Sin el gruñón de Séneca, Nerón empezó a sacarse los gustos. Se dedicó a la música y a la actuación, lo que es bastante pasable, pero al estilo paranoide: se proclamó el mejor cantante y actor de todos los tiempos, organizó giras con asistencia obligatoria y prohibición de abandonar la sala (una mujer parió durante la función; lo dice Suetonio) y se hizo otorgar todos los premios existentes.

La ciudad de Roma, por ese entonces era un amontonamiento de casas de madera, calles estrechas y retorcidas, sufrió un gigantesco incendio. Al parecer, el fuego se inició en el horno de un panadero, y se propagó destruyendo las dos terceras partes de la ciudad.

No es cierto que, como dijo la posteridad, Nerón haya provocado el incendio (estaba de gira) ni que tocara el violín contemplando el incendio (todavía no se había inventado el violín). Lo que sí hizo fue aprovechar el lugar que quedó libre para construirse una casita con jardines de un tamaño aproximado al de un barrio privado actual.

Como de todas formas la gente pedía un culpable y el panadero se hizo el desentendido, Nerón echó mano de unos peligrosos “herejes y agitadores”, los casi desconocidos cristianos, y los hizo quemar y devorar por leones en el circo para entretenimiento del público. Los cristianos se aguantaron, tal vez con la ambición de figurar en el calendario como mártires. Tuvieron que esperar cerca de mil años para tomarse el desquite y pasar de quemados a quemadores: inventaron la Inquisición y tuvieron su oportunidad, lamentablemente sin leones.

Ya nuestro héroe se había desbarrancado. Hacía asesinar gente para heredarla, vivía en una orgía perpetua y era una vergüenza nacional. No se cometía ninguna fechoría sin que la gente se la atribuyera a Nerón. Esto no podía seguir. Se le sublevaron las fuerzas armadas “para preservar las instituciones”. Nerón pensó en hacer una gira artística para entretener a las tropas con su actuación pero no funcionó. Ya se sabe que los generales sublevados no tienen sentido artístico.

Como las tropas se acercaban a Roma y no había embajadas donde refugiarse, el valiente Nerón intentó envenenarse, pero le dio miedo. Luego quiso probar con la espada, pero dolía. Se escondió y, cuando estaban por descubrirlo, sin mucha convicción pidió a un esclavo que le clavara la espada, lo que el susodicho hizo con mucho gusto y entusiasmo. Las últimas palabras del ex emperador fueron: “Qué gran artista pierde Roma conmigo”. Tenía 31 años.

Nota final como en las películas: todo lo dicho está basado en hechos reales, o al menos según los relatos que nos han llegado. La ironía es mía. Sepan disculparla o disfrutarla.

La próxima será para mediados de febrero, aproximadamente. Como de costumbre, no tengo tema definido. Espero sugerencias.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Para la próxima podés hacer una crítica de la película Troya con Brad Pitt?

Anónimo dijo...

Jorge, gracias por la fina ironía que da frescura a todos sus blogs.
Me gustaría como al otro lector, sus comentarios sobre la guerra de Troya, no necesariamente sobre la película, sino sobre algunos temas puntuales a su elección, sobre la versión de Homero.

Jorge dijo...

Bueno, en vista de la rieteración de pedidos voy a ver qué se puede hacer con Troya. Si no es en la próxima, será en la siguiente.
Gracias por las opiniones.

niklaüss dijo...

A mi entender, creo que uno de los personajes más nefastos de la historia. Porque si al menos hubiera tenido las agallas de hacerse cargo de los problemas que provocaba... pero ni siquiera eso.

Saludos Jorge.

Jorge dijo...

Si, Neron fue un caso patológico, pero está en buena compañía de Calígula, Tamerlan y varios otros

Saludos