La leyenda
Es ampliamente conocida. Hace unos nueve siglos y medio en la ciudad de Coventry, Inglaterra, vivían en feliz matrimonio la señora Godiva y su esposo, Leofric, conde de Mercia. Es inútil, no la busquen en el atlas, era un reino desaparecido en el centro de Inglaterra. Leofric en general no era mal tipo; algo tosco como todos en ese tiempo, pero ningún ogro.
Sus relaciones con Godiva eran más o menos como la de muchos maridos actuales: “Hola Gody, ¿Qué tal? ¿Alguna novedad en mi ausencia? ¿Los caballos y la vaca, bien? Hoy fue un dia terrible. Toda la mañana tratando de que esos miserables campesinos me paguen los impuestos. Les envío a mi recaudador y lo echan. Mando a la asistente social y nada. Me obligan a recurrir a los soldados, con lo caro que me resulta, y encima vienen a llorar que no tienen con qué pagar, excusas...excusas... Ya sé lo que voy a hacer. Les aumentaré los impuestos, a ver si puedo recaudar algo de lo que seguramente tienen escondido.
No preguntó el parecer de Godiva porque en esa época era inimaginable consultar con la esposa (aún ahora, es preferible no hacerlo. Vaya a saber qué ideas se les ocurren) Bueno, así sucedió. A Godiva se le despertó la conciencia social (Mentira. En el año 1050 nadie tenía conciencia social. Los súbditos pagaban porque tenían que pagar, y basta) e imploró a Leofric que bajara los impuestos. ¡Qué! Era como pedírselo a un actual ministro de economía. Pero a Godiva, una vez que se le metía una idea en la cabeza no la dejaba ir así como así, y todas las mañanas, con el desayuno, y a la noche al acostarse, dale que dale con los impuestos (¿Realmente los tiempos cambian, o no? Esto me resulta terriblemente familiar).
Leofric, por supuesto, cedió pero con condiciones: bajaría los impuestos siempre y cuando Godiva cabalgara desnuda a pleno dia de un extremo a otro de la plaza del mercado de Coventry. En realidad, lo que dijo a Godiva fue que cabalgara “sólo con lo que Dios le había dado” en el sentido de que no se adornase lujosamente, pero ésta entendió (o quiso entender) otra cosa y cumplió la apuesta literalmente.
Leofric pensó que la casta esposa iba a rechazar la idea, pero Godiva tenía un aspecto oculto de su personalidad, aspecto que Leofric ni se imaginaba, y la cosa le empezó a parecer excitante y divertida, de modo que aceptó la apuesta, según la interpretó. Por supuesto, informó a Leofric de lo que pensaba hacer, pero el marido lo tomó como una broma.
Fijaron fecha, eligieron un viejo caballo castrado, por si acaso, y cada uno preparó su artimaña escondida: Leofric empapeló Coventry con anuncios prohibiendo, bajo pena de los más atroces castigos, que cualquier habitante saliera de su casa hasta que no terminara el desfile, y ordenando que se cerraran todos los postigos (no se usaban las ventanas vidriadas a la calle). Por su parte, la astuta Godiva, que era pícara pero no desvergonzada, se soltó el largo pelo que llevaba trenzado y lo usó para ocultar sus encantos.
Suspenso y cabalgata. Todo salió casi como lo previsto. Casi, porque era un dia de viento y la melena de Godiva hacía de las suyas (esto se me ocurrió a mí, no consta en ninguna versión, pero es verosímil). Un ciudadano, Tom, acosado por sus impulsos y para tener algo que contar, desafió la prohibición haciendo un pequeño orificio en el postigo y aplicando diligentemente su ojo al mismo.
Volvió Godiva al castillo un poco resfriada y reclamó la apuesta, que Leofric no tuvo más remedio que cumplir. Rebajó los impuestos (algunos dicen que los eliminó totalmente), excepto a los caballos (¿venganza? ¿celos?)
Consecuencias: los súbditos encantados, tanto que hoy existen estatuas de Godiva en Coventry; Tom el mirón (en inglés Peeping Tom, con lo que peeping se conservó en dicho idioma para designar a los mirones a escondidas) perdió la vista por castigo divino. (Injusto, debería haber quedado tuerto, porque usó un solo ojo). En cuanto a Godiva, propuso llevar a cabo otras cabalgatas en distintas ciudades del condado, precedidas de amplia publicidad, para seguir “combatiendo contra los impuestos”, pero Leofric tuvo bastante con la primera y se lo prohibió. Imagino que le hizo cortar la melena para dejarla sin recursos.
Durante muchísimos años, en Coventry, se conservó la tradición de elegir a la reina de Mayo para presidir la procesión semipagana desde lo alto de una yegua blanca. Aún hoy se celebra, con una pequeña diferencia: en 1826 las doncellas que representaban a Godiva en la procesión anual fueron obligadas a montar vestidas.
En muchas facultades de ingeniería de Gran Bretaña , en el cuerpo de ingenieros militares y en otras organizaciones de ingenieros, Lady Godiva es considerada una mascota y llamada “la santa patrona de los ingenieros” o la “diosa de la ingeniería”. No alcanzo a imaginarme qué tiene que ver.
En un plano más goloso, la fábrica de chocolates Godiva en Bélgica produce los mejores chocolates de Europa, según los fanáticos. Tampoco le veo la relación.
Lo que dice la historia.
La notoria cabalgata se pierde entre el mito y la realidad, y no existe evidencia concreta de que realmente haya tenido lugar.
En Coventry vivía Leofric, conde de Mercia,(968 – 1057 aprox.), un hombre profundamente religioso, benefactor y fundador de conventos y abadías. Sin embargo, tenía una veta de avaro, pese a sus donaciones (total el dinero era de sus vasallos). Su nombre sobrevivió en la historia no tanto por sus contribuciones sino por estar casado con Godiva, una viudita de corazón tierno. Godiva significa “don de Dios” (Godgyfu, en sajón) y efectivamente lo fue, para los campesinos. En esa época Godiva era un nombre bastante común, y hay varias homónimas registradas en las crónicas.
En la “Cronica” escrita por Roger de Wendover , quien murió en 1236, se cuenta la historia de la cabalgata de Godiva con todo detalle, y es la narración escrita más antigua que ha sobrevivido.
Una versión aún más completa es la del “Polychronicon” del historiador Ranulf Higden (prueben de decirlo rápido), muerto en 1396, que explica no sólo los detalles de la cabalgata y sus razones, sino que también especifica los impuestos perdonados, y en particular el tema de los caballos penalizados (¿vieron que era verdad?)
Mucho más tarde, el rey Eduardo I (1239 – 1307) quiso descubrir la verdad acerca de Godiva, por lo que ordenó una búsqueda de antiguos registros, que mostraron que en 1057 y subsiguientes no aparecían recaudados impuestos en Coventry excepto los relativos a los caballos, situación totalmente anómala para la época.
La historia de “Peeping Tom” no aparece hasta el siglo XVII. También es tardío el detalle de que Godiva cabalgó cubierta sólo por su cabello improbablemente largo.
Es probable que estos agregados se deban a la influencia de la Iglesia, que consideró pecaminosos tanto la exhibición de un cuerpo de mujer completamente desnudo como la lujuria del pobre Tom, merecedor del castigo divino (en algunas versiones figura como muerto, en lugar de ciego),
Algunas leyendas dan más detalles, como por ejemplo que la cabalgata se realizó en época de feria, en verano (por motivos obvios. No me imagino a Godiva cabalgando desnuda bajo la nieve) y a mediodía.
Godiva no estaba sola, sino acompañada por dos doncellas de compañía, a caballo y vestidas. Algunos agregan tres gaiteros para llamar la atención (como si hubiera hecho falta. La concurrencia al mercado ese año fue record histórico). Su cabello estaba dispuesto en dos argas trenzas que caían a ambos lados de su cabeza y no llevaba joya alguna.
Eso es todo lo que pude recopilar. Sin duda habrá mucho más, porque Godiva y su raid fueron, son y serán enormemente populares, y no sólo por la reducción de impuestos. Es el Peeping Tom que todos los varones llevamos adentro.
viernes, 15 de febrero de 2008
LADY GODIVA
en 14:20
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