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histonotas: RICARDO CORAZON DE LEÓN – VALIENTE, AVENTURERO E IRRESPONSABLE

lunes, 16 de mayo de 2011

RICARDO CORAZON DE LEÓN – VALIENTE, AVENTURERO E IRRESPONSABLE

Vamos a visitar una familia altamente disfuncional: la de los primeros Plantagenet, reyes normandos de Inglaterra.



Enrique II Plantagenet
Estamos en el siglo XII. No hacía mucho que los normandos, originarios del noroeste de Francia habían invadido Inglaterra y desde entonces sujetaban a los sajones con mano de hierro. La explicable bronca de los sajones, mas el natural revoltoso de los nobles dominadores, hacía necesario reyes enérgicos. Enrique II lo fue, sin duda. Además de enérgico, arbitrario y avasallador. Estaba en su carácter.

Asesinato de Becket
Una buena muestra fue su conflicto con la Iglesia por supremacía legal y poder económico. Con el objeto de sujetar al clero, Enrique nombró arzobispo de Canterbury a su amigo y canciller, Thomas Becket. Una vez hecho arzobispo, Becket se transformó en tenaz defensor de la Iglesia. Tras larga lucha, se dice que Enrique expresó en voz alta: "¿Nadie va a librarme de este cura entrometido?” Cuatro de sus cortesanos le tomaron la palabra y asesinaron a Becket en plena catedral de Canterbury. Esta versión se echó a rodar probablemente para exculpar a Enrique, pero no mucha gente la creyó, entre ellos el Papa, quien excomulgó a Enrique. Éste, en una escena muy bien montada, se hizo azotar en público, desnudo, frente a una catedral. Además, peregrinó a la tumba de su ex canciller vestido con un saco y, lo más efectivo, depositó una fuerte suma para ser empleada en las Cruzadas.
Para no abundar, otra de sus fechorías la realizó años después, cuando concertó la boda de su hijo Ricardo, el futuro Corazón de León, con Alix, hija del rey de Francia. Al llegar Alix a Inglaterra, Enrique prefirió reservársela (Alix tenía poco más de diez años) y la hizo su amante durante varios años. Ante la indignación general, el papa lo intimó a devolver la novia a Ricardo, pero ahora fue éste quien perdió interés, tal vez por juzgar algo devaluada a su futura esposa.

Leonor de Aquitania
 Veamos por parte materna. Leonor de Aquitania, mujer excepcional (ver mi post de agosto 2010). Casada con el rey de Francia, un aburrido insoportable, lo hizo cornudo en forma reiterada y bastante pública. Finalmente no lo soportó más y encontró la forma de que la Iglesia anulara su matrimonio, después de quince años. Inmediatamente se volvió a casar, esta vez con Enrique de Inglaterra. Luego de ocho hijos, Enrique se enamoró como un equino de Rosamund Clifford (motivos había; era conocida como “la bella Rosamund”) y la hizo su amante públicamente. Matilde encajó y no perdió tiempo. Azuzó a sus hijos contra el padre y armó una guerra filial de padre y señor nuestro. Tras varias alternativas, ganó Enrique, los hijos pidieron perdón y Matilde fue encerrada en un castillo. Permanecería así durante quince años. Envidiable hazaña de Enrique quien, libre al fin, disfrutó de Rosamund sin molestos reproches y a la muerta de ésta, se consoló con la novia de su hijo Ricardo (ver más arriba). Muerto Enrique, Leonor, libre, siguió dando guerra, favoreciendo a su hijo Ricardo contra Juan sin Tierras, su hijo menor, a quien odiaba con razón (era un asco de tipo)


De este matrimonio de ángeles nació, entre otros, nuestro héroe Ricardo. Por algún extraño motivo, este personaje tuvo y tiene muy buena prensa. Su fama es de buen rey, caballeresco guerrero, hábil capitán. Veremos qué hay de esto.

Por de pronto, era el mimado de la madre. De pequeño, Leonor lo llevó a vivir con ella a sus dominios en Francia, con el resultado de que Ricardo no se sintió para nada atraído por Inglaterra durante toda su vida. Por de pronto, jamás aprendió inglés, con lo que se dio la curiosidad de que, cuando llegó a reinar, sólo hablaba francés y provenzal.

Ya a los 16 años, instigado por su madre y con la sangre en el ojo por lo de la novia birlada, Ricardito se alzó contra su padre, junto con sus hermanos. Perdió, porque Enrique era más hábil. Pidió perdón y aprovechó la lección.

Se volvió contra los barones de sus dominios franceses, que se estaban haciendo los díscolos aprovechando su corta edad. Los destrozó. Desarrolló una creciente habilidad militar y la acompañó con una crueldad que empleó para sembrar al terror. Según un contemporáneo “… Él tomó por la fuerza a las señoras, hijas y parientes de sus hombres libres y las hizo sus concubinas. Y luego de haber extinguido el ardor de su lujuria con ellas, echó mano de sus soldados para lo mismo”. Parece que ya a esa edad Ricardo no mostraba preferencias, si había mujeres, bueno, si no… adelante igualmente. Este criterio lo acompañó toda su vida. Desconcertaba a los contemporáneos.

Una vez sometidos a obediencia sus barones, vuelta a rebelarse contra su padre, esta vez aliado con el rey de Francia, el enemigo tradicional. Aparente sumisión de Ricardo, sólo para apropiarse de un tesoro depositado por su padre en una ciudad. Finalmente, muere Enrique y Ricardo queda como heredero por fallecimiento de su hermano mayor (se le cayó encima el caballo en un torneo y lo aplastó). Ricardo viaja entonces a Inglaterra para hacerse coronar. Se queda allí pocos meses (era su primera visita desde su infancia) dedicándose exclusivamente a recaudar dinero por todos los medios, malvendiendo bienes adquiridos por su padre y multiplicando impuestos y exacciones, pues había llegado noticia de la caída de Jerusalén en manos de Saladino y se empeñó en participar de una cruzada..

Coronación de Ricardo

Como hecho característico, cuando Ricardo I fue coronado rey de Inglaterra, excluyó a todos los judíos y las mujeres de la ceremonia (aparentemente porque su coronación no era meramente como rey, sino que también como cruzado), pero algunos líderes judíos llegaron a presentar regalos al nuevo rey. Según Ralf de Diceto, los cortesanos de Ricardo desnudaron y flagelaron a los judíos y luego los echaron de la corte. Cuando se extendió el rumor de que Ricardo había ordenado asesinar a todos los judíos, en la población de Londres comenzó una masacre. Muchos judíos fueron golpeados hasta la muerte, saqueados y quemados vivos. Por supuesto, Ricardo negó toda responsabilidad y echó la culpa a vasallos díscolos y revoltosos. Mejor enterado, el Arzobispo de Canterbury Baldo de Exeter reaccionó diciendo que “Si el Rey no es un hombre de Dios, entonces más bien es del Diablo”

Masacre de prisioneros
 Y allá fue Ricardo a la tercera Cruzada, junto con su tradicional enemigo Felipe II de Francia. Allí se destacó por su coraje individual y la ferocidad de sus tropas. En una oportunidad retuvo prisioneros a 2700 musulmanes como garantía de cumplimiento de un tratado. Como su formalización se demorara, y temiendo quedar encerrado, los hizo asesinar sin más trámites y emprendió la marcha.

Por supuesto, acabó riñendo con Felipe II y firmó un acuerdo con Saladino suspendiendo las hostilidades por tres años y obteniendo el permiso de ingreso de peregrinos a Jerusalén. Hecho esto, abandonó la cruzada sin más.

Un regreso accidentado. Naufragios lo arrojaron en tierras de sus enemigos (su rapiña y crueldad le habían proporcionado antagonistas mortales un poco por todos lados). Tuvo que atravesar Europa por tierra disfrazado, junto con cuatro compañeros.


Peregrino
Cerca de Viena, Ricardo fue capturado por Leopoldo V de Austria, que lo acusó de arreglar el asesinato de su primo Conrado de Montferrat. Ricardo y sus criados viajaban disfrazados como peregrinos de baja condición, pero pudo ser identificado porque usaba un anillo lujoso o por su insistencia en comer pollo asado, una delicadeza de la aristocracia. El duque lo llevó como prisionero ante el emperador Enrique VI de Alemania y lo mantuvo cautivo en Dürnstein.
Enrique pidió un rescate exorbitante: 100.000 marcos, cerca de cinco veces el ingreso anual de la corona inglesa.

La única realmente interesada en la liberación de Ricardo era su madre Leonor. Con su tenacidad e influencias, logró que por la usual vía de imposiciones y coerciones se reuniera la enorme suma. Un año y medio después de haber caído prisionero, Ricardo fue liberado. Felipe de Francia envió un mensaje a Juan sin Tierras que decía: “Cuídate, el demonio anda suelto.”


Asedio de Chalus - Muerte de Ricardo
El referido demonio se enzarzó nuevamente en campañas contra sus díscolos súbditos feudales. En cierta ocasión se encontraba sitiando al insignificante castillo de Chalus, devastando los alrededores con espada y fuego, pese a estar en Cuaresma.
Una mañana, Ricardo se paseaba frente a los muros del castillo, sin cota de malla, pues las hostilidades prácticamente habían cesado. Desde las murallas un adolescente armado de una ballesta y protegiéndose con una gran sartén provocaba la hilaridad del rey. Sin embargo, una flecha certeramente dirigida hirió a Ricardo cerca del cuello. Una herida sin demasiada importancia, pero la flecha fue burdamente extraída y provocó una infección que derivó en gangrena. Doce días duró la agonía de Ricardo. Se cuenta que éste perdonó a su homicida y aún le otorgó 100 chelines, A su muerte, el 6 de abril de 1199, el infame Mercadier, jefe de sus mercenarios más brutales, prendió al adolescente pese al perdón, lo hizo despellejar vivo y luego lo colgó.

Hemos visto que la vida de Ricardo no fue precisamente un modelo de virtudes cristianas, ni siquiera caballerescas. Su responsabilidad como rey fue prácticamente nula. Sólo pasó seis meses de su reinado en Inglaterra y se sirvió de ella exclusivamente para exprimir recursos para sus aventuras. Ricardo I decía que en Inglaterra “hacía frío y siempre estaba lloviendo” y prefería con mucho sus dominios en Francia.

Su coraje fue innegable, y su crueldad también, lo que hace increíble la anécdota del perdón a su asesino.

Ricardo y el león
 La tradición cuenta que fue el juglar Ambrosio, historiador de la Cruzada, quien le aplicó el sobrenombre de Corazón de León por su valor militar y por una leyenda según la cual sacó el corazón por la boca a un león vivo. Esta improbable operación veterinaria dice mucho acerca de la verosimilitud de las leyendas sobre su caballerosidad.

Sin duda he mostrado principalmente el aspecto negativo de mis protagonistas. Han llevado a cabo cosas positivas, principalmente Enrique II y Leonor de Aquitania, que no menciono porque escribo en son de caricatura. Sepan comprenderme.

Los espero a fines de mayo. Hasta pronto.

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