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histonotas: 1/10/10 - 1/11/10

sábado, 30 de octubre de 2010

EL JUDIO ERRANTE – INMORTAL A PESAR SUYO

Se trata de una leyenda, pero… parece que no tanto. El suceso se pretende haber ocurrido en los tiempos de la Pasión de Cristo, pero sus primeras versiones sólo aparecen en el año 1228 cuando, y no es casualidad, la peste del antisemitismo hacía estragos en Europa.

La primera referencia escrita es del cronista Roger de Wendover (quien también relató la historia de lady Godiva, lo que nos da una idea de su credibilidad).

Según don Roger, un arzobispo armenio que visitaba Inglaterra le contó que se había encontrado con José de Arimatea, tío abuelo de Jesús, nada menos, que viajaba bajo el nombre de Cartaphilus; éste le confesó que había apurado de manera brusca a Jesús durante el camino al Calvario, quien le respondió «iré más rápido, pero tú deberás esperar hasta que yo regrese».


Como eso del empujón entre parientes resultaba poco convincente, otro monje cronista, Mateo de París,  recogió la historia pocos años después, convenientemente retocada. Conserva al obispo armenio, pero el encuentro ya no es con José de Arimatea sino con un ermitaño que había sido criado de Pilatos.

El sentido es doble: Por un lado, un judío maltrata a Jesús durante su suplicio y Éste lo condena a vagar por el mundo hasta Su regreso, al final de los tiempos, para el Juicio Final. Bastante poco verosímil que en medio de su agonía Jesús, con los latigazos encima, cargando la pesada cruz y con la muerte inminente, se ponga a discutir por un empujón.
Como alegoría, en cambio, las palabras aluden claramente al pueblo judío en su totalidad. Por la inmensa culpa de haber matado a Dios, deberán padecer dispersos por el mundo y sin patria hasta el fin de los tiempos, cuando la ira de Cristo los condene al infierno en su totalidad. “Encantadoramente” antisemita, como les adelanté.

Quienes buscan antecedentes bíblicos para esta historia citan las palabras encontradas en el Evangelio de Mateo 16:28: «De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino».

Esto, sin embargo, según mi humilde criterio, significa que, como se expresa en varios lugares de los Evangelios, el fin del mundo y el retorno de Cristo se anuncian próximos, creencia común en los tiempos bíblicos.

Hay variantes. En vista del éxito de don Cartaphilus, surgieron réplicas. En Hamburgo se presentó un domingo de 1547 un hombre de unos 50 años, vestido modestamente y descalzo, quien asistió piadosamente a misa en la catedral (por lo visto se había convertido al catolicismo en sus andanzas). Preguntado por el obispo Pablo de Eizen, que quién era, respondió que judío, por nombre Asuero (Ahseverus), zapatero de profesión, que había sido testigo de la crucifixión de Cristo, desde cuya época andaba errante. Decía que había conocido a los Apóstoles, y contaba con admirable precisión todos los acontecimientos acaecidas en la serie de siglos de su larga existencia. Cuando Jesús marchaba al Calvario, cargado con la cruz, quiso descansar un poco delante de la tienda de Asuero, quien lo rechazó con violencia brutal, "fuera de aquí”, le dijo, a lo que repuso Jesús: «no descansaré en este lugar; pero tú no cesarás de andar hasta el último día »

Cuando se le invitaba a comer, comía y bebía muy parcamente; si se le ofrecía dinero, sólo aceptaba ocho sueldos (la tradición sostiene que este personaje no posee nunca más de cinco monedas de cobre de que disponer a la vez, pero que encuentra siempre esta mezquina suma en su bolsillo), que distribuía entre los pobres (que vaya ahora a entregar cinco monedas de cobre a un pobre, y verá la contestación que recibe. Las leyendas no toman en cuenta la inflación), diciendo que aquel que Dios cuida de nada tiene necesidad. Además, cargado con el enorme pesar de su culpa, nunca reía y prorrumpía en frecuentes gemidos.

Indudablemente la gente es muy imaginativa, o bien este personaje camina más que un camello.
Se dice que el judío errante fue visto en Hamburgo en 1547; en España en 1575; en Viena en 1599; en Lübeck en 1601 y 1603; en Praga en 1602; Baviera en 1604; en Bruselas en 1640 y 1774; en Leipzig en 1642; en París en 1644; en Stamford en 1658; en Astracán en 1672; en Munich en 1721; en Altbach en 1766 y Newcastle en 1790. Otra aparición mencionada parece haber sido en los Estados Unidos en el año 1868, visitando al mormón llamado O'Grady. También fue visto por 1910 en la Villa Imperial de Carlos V (Potosí –Bolivia). En la Navidad de 1993 un fraile toledano tuvo una visión y afirma que bajo el nombre de Asuero se había afincado en Toledo, muy cerca de su abadía. El Abad le ordenó silencio y no habla desde entonces. Posteriormente y esta vez bajo el nombre Catáfilo fue visto en Miami, Quito, Bogotá, Tunja y Pereira (Colombia) y Estambul .

Con relación a Pereira (Colombia), cuentan las Gutiérrez, las Parras, y tres Beatas más, que en una Semana Santa, concretamente un Jueves Santo observaron un viajero vestido extrañamente, que caminaba como un autómata y que dirigiéndose a una de las estatuas de los judíos que participaban en el martirio de Jesús que se hallaban prestas a salir en la procesión de la Iglesia Catedral se dirigió hacia ella increpándole “¿Me conoces?” ¡Asheverus! Exclamó la estatua. “El mismo soy”. Las beatas casi se mueren del susto y fueron a contárselo al padre Nelson Giraldo, pero cuando regresaron Asheverus ya no estaba. Lástima. La estatua fue confiscada, supongo.

En vista de este itinerario mundial, aconsejo a mis lectores que, si en la calle los aborda un sujeto pobremente vestido, farfullando un idioma incomprensible y gimiendo constantemente, no lo tomen por un turista despistado; llamen a alguna autoridad, porque tal vez se trate de uno de los judíos errantes. Lo que es peor, hasta puede que les entregue cinco monedas de cobre.

Hasta mediados de noviembre, amigos.


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jueves, 14 de octubre de 2010

OLIMPIADAS ERAN LAS DE ANTES


Y ya comienzo con una corrección. Estrictamente hablando, una olimpíada es una unidad de medida de tiempo, y significa los cuatro años que median entre un juego olímpico y el siguiente. A partir del año 776 A.C. los griegos venían diciendo, por ejemplo, “ocurrió el tercer año de la olimpíada 27a y tan frescos. Inconvenientes: lo de antes de Cristo ni se les ocurría, por la sencilla razón de que Cristo no había nacido. Otro: cada región tenía su propio calendario, con su propio “año cero”, lo que complicaba enormemente las cosas cuando se encontraban un griego y un persa. Como para saber en qué año estaban.

Lucha - A la izquierda, el juez
Hecha esta aclaración, al asunto. Ya desde tiempos inmemoriales los griegos eran fanáticos del deporte, dado que lo consideraban como una adecuada preparación para un buen guerrero. Nos refiere Homero, en sus relatos de la guerra de Troya, que a la muerte de un caudillo, y para honrar su memoria, se celebraban competencias atléticas de distintos deportes, con importantes premios. Algo así como organizar un campeonato de fútbol como complemento del velatorio de un crack y en su honor.

Templo de Zeus en Olimpia
En el año arriba mencionado decidieron organizarse. En la ciudad de Olimpia, al pie del monte Olimpo, centro de un antiquísimo culto de Zeus, se celebraron los primeros juegos, disputados por integrantes de diversas ciudades – estado. Con el tiempo, y al establecerse la costumbre, los juegos olímpicos adquirieron una importancia casi sagrada. Cada cuatro años, para permitir su celebración, un pregonero recorría las ciudades proclamando la paz olímpica; se permitía a lo competidores de ciudades en guerra entre sí trasladarse libremente hasta Olimpia y participar sin ser molestados.

Brotó la locura olímpica; los griegos se volvieron fanáticos: «Así como el aire es el mejor de los elementos, como el oro es el más precioso de los tesoros, como la luz del sol sobrepasa cualquier otra cosa en esplendor y en calor, así también no hay victoria más noble que la de Olimpia», escribía Plutarco. Aplicable a cualquier Mundial de Fútbol.

Fue en parte por culpa de los Juegos Olímpicos que se disputaron por esos días que el pobre Leónidas se quedó abandonado, solo, con sus Trescientos, en las Termopilas, donde él y los suyos dejaron el pellejo. «Por los dioses —gritó con acento de admiración un soldado persa a su general —, ¿qué clase de hombres son esos griegos que, en vez de estar aquí defendiendo su país están en Olimpia defendiendo tan sólo su honor?»

Interioricémonos un poco de este fenómeno: Como dijimos, los Juegos se celebraban cada cuatro años, entre mayo y junio, lo que garantizaba buen tiempo para las pruebas y facilitaba los traslados.

Las competencias en sí duraban seis días, pero la festividad era mucho más que eso. La ciudad no daba abasto para la enorme concurrencia, y los alrededores se poblaban de tiendas de campaña donde se codeaban toda clase de concurrentes de Grecia y de sus colonias. Convivían en paz políticos, militares, prostitutas, poetas y actores, ciudadanos en general, en una total algarabía.
La festividad se prolongaba con espectáculos musicales, teatro, ferias, cabildeos políticos y diversiones. Había también muchas mujeres como en los concursos hípicos, que, más que a ver, iban a hacerse ver, porque de los espectáculos de competiciones estaban excluidas reglamentariamente.

Sólo hubo .un caso de trasgresión; el de Ferénika de Rodas, la cual, por ser hija de un gran campeón de lucha y madre de otro campeón, pasaba por descendiente de Hércules. El ansia maternal la impulsó a disfrazarse de entrenador y a colarse en el estadio con un grupo de atletas, para asistir al match de su hijo. Pero su partidismo la delató. Precipitándose, desgreñada, hacia el ring , se le cayó el disfraz y fue reconocida. La ley era formal: la mujer pescada en falta tenía que ser pasada por las armas. Pero en favor de Ferénika acudió a testimoniar desde el cielo el mismísimo Hércules, que era campeón del mundo y que la reconoció como de su progenie. La acusada fue absuelta. Mas, para impedir que el caso se repitiese, quedó prescrito que a partir de entonces, todos, atletas y entrenadores, se preesentasen desnudos.
Esto, por supuesto, es una leyenda, pero lo de la desnudez de los participantes es cierto. La excusa es que con la desnudez se podía apreciar mejor la armonía física de los ejercicios, pero lo cierto es que a muchos griegos les atraía el espectáculo de las nalgas juveniles en movimiento. Hay gustos para todo.

Por lo que se pudo reconstruir, parece ser que el primer día de los juegos se dedicaba al concurso de heraldos y de trompeteros. Más tarde se agregaron concursos musicales.

Competencia de cuadrigas
El segundo día estaba destinado a las competiciones de los jóvenes. El tercer día se dedicaba a las carreras de carros, bigas (dos caballos) y cuadrigas (cuatro caballos). El circuito era endemoniado, y los accidentes frecuentes, para alimentar el morbo del público. Ese mismo día tenía lugar el pentatlón (carrera de velocidad, salto de longitud, lanzamientos de disco, jabalina y lucha) considerado el rey de las competencias.

El día siguiente se dedicaba a los dioses, y constituía el núcleo del festival olímpico. Se realizaba el solemne ritual en honor a Zeus y el sacrificio de 100 bueyes en su templo.

Carrera
El quinto día se reservaba al atletismo. Se competía en carreras: el diaulo (carrera de velocidad de 192 metros y vuelta), el dolico (carrera de resistencia, que llegó a ser de 4600 metros) y la hoplitodromia, o carrera de hoplitas (soldados) donde los concursantes corrían entre 384 y 768 metros armados con escudo y casco.
Pancracio
Se finalizaba con la lucha libre, el pugilato (con las manos vendadas de cuero con láminas de hierro. Es de imaginar los estragos, mandíbulas y maxilares rotos que causaban semejantes “guantes”) y el pancracio donde había que vencer al rival pudiendo golpear con cualquier parte del cuerpo al adversario. Una especie de “valetodo” También eran válidas cualquier tipo de luxación y tomas de dolor. El combate finalizaba con la rendición e incluso la muerte, alcanzando con el tiempo gran brutalidad.

Atleta premiado
El sexto día: gran final y entrega de premios. El premio en sí era sencillo; una rama de olivo o una banda de lana en la frente. El efecto moral, en
cambio, era enorme: el ganador de cada prueba se volvía inmensamente popular, su nombre, el de su padre, su lugar de nacimiento y su linaje se inscribían en un registro. El que conseguía vencer en todas las pruebas del pentatlón, tenía derecho a una estatua en el templo de Zeus. Poetas como Simonides y Pindaro componían versos en su alabanza, los pintores lo retrataban, famosos escultores como Praxiteles y Miron lo inmortalizaban.

Cabe decir que entre las varias competiciones que se disputaban en Grecia, no existía el maratón. El cazador Fidípides que, para llevar la noticia de la victoria de Maratón a Atenas corrió 39 kilometros y dejó la piel en la hazaña, fue el único campeón del mundo que no percibió premios, que no fue ensalzado por la Prensa, que no fue inmortalizado por la estatuaria, y que no dio nombre ni a una Olimpíada ni a ninguna especialidad atlética. Por lo visto, lo de Fidipides es obra de algún escritor imaginativo. Por lo pronto Herodoto, que relató con detalle la batalla deMaratón, ni lo menciona. Otro mito que se derrumba.

A mediados del siglo III D,C. comienza una decadencia progresiva. Los resultados de las competencias fueron corrompiéndose por presiones y sobornos. Los últimos Juegos Olímpicos se realizaron en el 393. Tras la adopción del cristianismo como religión oficial del imperio el emperador Teodosio I los prohibió por tildarlos de paganos, con gran influencia en su decisión de San Ambrosio de Milán (con la Iglesia hemos topado).
En el año 395 d.C. las hordas godas invadieron y saquearon Olimpia y en el 408. Teodosio II y Honorio,  emperadores de los imperios romanos de occidente y oriente, decretaron la destrucción de los templos y lugares dedicados a dioses paganos.
Niké
 Sorprendentemente, hay un hilo invisible entre los antiguos Juegos Olímpicos y las actuales Olimpíadas.
La diosa Niké, representada como la victoria alada tema de innumerables artistas, ha dado su nombre a ¡una zapatilla deportiva!







Y no sólo su nombre, sino que el logotipo de la misma está inspirado en un ala de la diosa.

Como de costumbre, los espero a fines de octubre con otro relato. Hasta entonces.




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