Subscribe in a reader

histonotas: RAMÓN Y ALMODIS – PASIÓN Y ESCÁNDALO EN BARCELONA

martes, 30 de noviembre de 2010

RAMÓN Y ALMODIS – PASIÓN Y ESCÁNDALO EN BARCELONA

¿Quién hubiera pensado que en el siglo XI, plena edad media, se vivieran estas novelas de amor?

Los protagonistas:

Almodis de la Marche

Almodis de la Marche
 Nacida (presumiblemente) en 1020, descendiente de Carlomagno. Se supone que hermosa (los cortesanos cronistas mienten con frecuencia) e inteligente, como lo demostró a lo largo de su vida.

Casó a los 18 años con Hugo V de Lusignan, “el piadoso”, pretendido descendiente del hada Melusina, nada menos. Puntualmente, al año siguiente tuvo un hijo que luego fue llamado, para diferenciarlo del padre, Hugo VJ “el diablo”.

Dicen las malas lenguas que el piadoso Hugo sólo se casó para quedarse con el condado de la Marche que, al no haber heredero varón reclamó (y obtuvo) como esposo de Almodis. Lo cierto es que, al año de su casamiento, se dio cuenta con horror de que era pariente de Almodis en un grado tal que hacía su matrimonio canónicamente inválido, y por lo tanto anulable.

Las leyes de la Iglesia sólo permitían que se celebrara un matrimonio si los novios no tenían ningún pariente consanguíneo común en las últimas siete generaciones. La nobleza europea estaba tan entremezclada entre sí que casi todos los matrimonios entre nobles eran ilegítimos a los ojos del derecho canónico.
Luego, si alguien quería divorciarse, no tenía más que pedir a la Iglesia que declarase nulo el matrimonio por consanguinidad. Era sólo cuestión de precio. Si uno era rico, podía divorciarse siempre que quisiera.

Eso es lo que hizo el Piadoso con su mujer, y de paso se quedó con la Marche. Haciendo honor a su apodo, le consiguió un nuevo novio a la ex, el conde Pons de Tolosa, un viudo de cincuenta y cuatro años (ella tenía veinticinco) con un hijo. Se casaron en 1045
Obediente, Almodis proporcionó a Pons cuatro vástagos más. Y llegamos al fatídico año de 1052

Ramón Berenguer I – Llamado “el Viejo” (cuando se hizo viejo, claro),

Conde Ramon Berenguer I
 Conde de Barcelona y Gerona, de Osona, de Carcasona y Rasés. Viudo, con tres hijos, se volvió a casar en 1051 con Blanca de Carbona. Buen mozo, vehemente y arrojado.


Recién casado, al conde Don Ramón se le ocurre viajar a Roma. Negocios, placer o las dos cosas. Viaja solo. En el camino, hace escala en Narbona, donde lo reciben con gran homenaje el bueno de Pons de Tolosa y su señora Almodis. Los cronistas no lo dicen, pero no hay dudas de que Ramón Berenguer y Almodis quedaron fulminados. Siguió viaje Ramón, llegó a Roma, y a su vuelta se detuvo “casualmente” en Narbona, los días suficientes para embarazar a Almodis y consolidar la conquista. Planearon entonces la delirante idea de un rapto consentido, tipo helena de Troya.

Al llegar a Barcelona, Ramón , en primer lugar, se separó de su mujer Blanca (llevaba un año de casado) con el habitual cuento de la consanguinidad Recurrió luego a la comunidad judía de Barcelona para que, contactándose con sus cofrades de Narbona, armaran la logística y las comunicaciones, y finalmente, dado que a la sazón no poseía buques, requirió la flota de su aliado el príncipe andaluz Ah ibn Mudhajid, señor de Denia, Tortosa y las islas Baleares.

Entre el árabe y los judíos secuestraron a la complacida Almodis y la trajeron a Barcelona.

La cosa hizo bastante ruido. No se podía alegar locuras de adolescente porque ambos ya andaban por la treintena, casados y con hijos. Los cónyuges engañados lo tomaron muy a mal, por supuesto. Pons repudió de inmediato a Almodis por abandono del hogar y adulterio agravado (Recientemente Almodis había alumbrado dos bebés, mellizos, idénticos a Ramón Berenguer). En cuanto a Blanca, fue con el cuento al Papa quien, sintiéndose burlado por lo de la consanguinidad, excomulgó a los amantes. El año siguiente repitió su excomunión, y un año después los maldijo por tercera vez. Los vasallos del conde fueron eximidos de todos sus juramentos de fidelidad y sus obligaciones feudales

Como primera providencia, los pecadores formalizaron la cosa casándose. Seguidamente bautizaron a los críos, con mucha originalidad, como Ramón Berenguer al mayor y Berenguer Ramón al menor. Teniendo en cuenta que el padre también se llamaba Ramón Berenguer, es de suponer que los progenitores estaban de chunga. Previsiblemente, al mayor se lo llamó por su apodo “Cap d’estopa” (cabeza de estopa) a causa de su enmarañado cabello amarillo.

Los felices tortolitos se dedicaron a calmar las aguas y adquirir un barniz de respetabilidad.

En primer lugar, el Papa. Además de cuantiosos regalos, Ramón insinuó que estaba pensando en colocar el condado de Barcelona en dependencia feudal de la Santa Sede. El Papa olvidó inmediatamente las maldiciones, levantó las excomuniones y bendijo a la pareja. Blanca se tuvo que conformar con palabras de consuelo y esperar justicia en el Otro Mundo.

A continuación, el tendal de maridos e hijos que Almodis había dejado: La dama demostró hábilmente el más profundo cariño por sus ex familias desperdigadas. Intervino como pacificadora de sus rencillas, viajó para el casamiento de su hija, y a la larga terminaron por olvidar sus desvaríos y devolverle su amor.

El hijo de Ramón Berenguer y su primera mujer, Pere Ramón, destinado a la sucesión paterna, tomó gran cariño a Almodis, quien lo crió como un hijo propio.

En fin, la ahora condesa de Barcelona se interesó por el bienestar de sus súbditos, intervino con moderados consejos en las medidas de gobierno y figuró al lado de su marido con modestia y buen criterio. En el Fuero Urbano da Barcelona se la menciona como “la muy juiciosa Almodis” lo que, tratándose del medioevo y de Barcelona, ya es mucho

Y este sería el final feliz de una romántica historia de amor, pero los hechos no siempre son consecuentes.
Sepulcros de Ramón y Almodis -
Catedral de Barcelona


Cuando Pere Ramón alcanzó la mayoría de edad sospechó, tal vez con razón de que su madrastra estaba maniobrando para reemplazarlo en la sucesión a favor de sus propios hijos. Expeditivo, Pere Ramón la hizo estrangular, pensando resolver el problema. El hecho ocurrió en 1071 (Almodis tenía 51 años) y tuvo un resultado totalmente opuesto al previsto: El asesino fue excomulgado por el papa Gregorio VII, eliminado de la sucesión y expulsado del país. No se lo volvió a ver. Desapareció de la historia.

Ahora sí los mellizos se convirtieron en herederos. Pero el destino aún reservaba tragedias,


Sepulcro de Cap d'Estopa
 Pocos años después fallecía el conde Ramón Berenguer.- En su testamento, dando muestras de insensatez política, designó como sucesores a ambos mellizos, Cada hijo recibía la mitad de los bienes, y debían turnarse el gobierno de Barcelona cada seis meses. Era un arreglo que, vistas las pautas de la época, sólo podía terminar con un fratricidio. Cuando Cap d’estopa murió durante una cacería, no faltaron los nobles que aseguraron que su hermano lo había hecho asesinar.

Para dilucidar el caso se celebró, según la costumbre judicial de la época, una justa en la corte de Alfonso VI de León a finales de 1096 o principios de 1097, que perdió, por lo que fue considerado culpable y se ganó el apodo de “el Fratricida” con el que se lo conoce.

La historia continúa; el Cid Campeador lucha con el Fratricida y lo toma prisionero dos veces, pero lo dejaremos aquí.

Nos veremos a mediados de noviembre, entonces. Un saludo a todos


0 comentarios: