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histonotas: OLIMPIADAS ERAN LAS DE ANTES

jueves, 14 de octubre de 2010

OLIMPIADAS ERAN LAS DE ANTES


Y ya comienzo con una corrección. Estrictamente hablando, una olimpíada es una unidad de medida de tiempo, y significa los cuatro años que median entre un juego olímpico y el siguiente. A partir del año 776 A.C. los griegos venían diciendo, por ejemplo, “ocurrió el tercer año de la olimpíada 27a y tan frescos. Inconvenientes: lo de antes de Cristo ni se les ocurría, por la sencilla razón de que Cristo no había nacido. Otro: cada región tenía su propio calendario, con su propio “año cero”, lo que complicaba enormemente las cosas cuando se encontraban un griego y un persa. Como para saber en qué año estaban.

Lucha - A la izquierda, el juez
Hecha esta aclaración, al asunto. Ya desde tiempos inmemoriales los griegos eran fanáticos del deporte, dado que lo consideraban como una adecuada preparación para un buen guerrero. Nos refiere Homero, en sus relatos de la guerra de Troya, que a la muerte de un caudillo, y para honrar su memoria, se celebraban competencias atléticas de distintos deportes, con importantes premios. Algo así como organizar un campeonato de fútbol como complemento del velatorio de un crack y en su honor.

Templo de Zeus en Olimpia
En el año arriba mencionado decidieron organizarse. En la ciudad de Olimpia, al pie del monte Olimpo, centro de un antiquísimo culto de Zeus, se celebraron los primeros juegos, disputados por integrantes de diversas ciudades – estado. Con el tiempo, y al establecerse la costumbre, los juegos olímpicos adquirieron una importancia casi sagrada. Cada cuatro años, para permitir su celebración, un pregonero recorría las ciudades proclamando la paz olímpica; se permitía a lo competidores de ciudades en guerra entre sí trasladarse libremente hasta Olimpia y participar sin ser molestados.

Brotó la locura olímpica; los griegos se volvieron fanáticos: «Así como el aire es el mejor de los elementos, como el oro es el más precioso de los tesoros, como la luz del sol sobrepasa cualquier otra cosa en esplendor y en calor, así también no hay victoria más noble que la de Olimpia», escribía Plutarco. Aplicable a cualquier Mundial de Fútbol.

Fue en parte por culpa de los Juegos Olímpicos que se disputaron por esos días que el pobre Leónidas se quedó abandonado, solo, con sus Trescientos, en las Termopilas, donde él y los suyos dejaron el pellejo. «Por los dioses —gritó con acento de admiración un soldado persa a su general —, ¿qué clase de hombres son esos griegos que, en vez de estar aquí defendiendo su país están en Olimpia defendiendo tan sólo su honor?»

Interioricémonos un poco de este fenómeno: Como dijimos, los Juegos se celebraban cada cuatro años, entre mayo y junio, lo que garantizaba buen tiempo para las pruebas y facilitaba los traslados.

Las competencias en sí duraban seis días, pero la festividad era mucho más que eso. La ciudad no daba abasto para la enorme concurrencia, y los alrededores se poblaban de tiendas de campaña donde se codeaban toda clase de concurrentes de Grecia y de sus colonias. Convivían en paz políticos, militares, prostitutas, poetas y actores, ciudadanos en general, en una total algarabía.
La festividad se prolongaba con espectáculos musicales, teatro, ferias, cabildeos políticos y diversiones. Había también muchas mujeres como en los concursos hípicos, que, más que a ver, iban a hacerse ver, porque de los espectáculos de competiciones estaban excluidas reglamentariamente.

Sólo hubo .un caso de trasgresión; el de Ferénika de Rodas, la cual, por ser hija de un gran campeón de lucha y madre de otro campeón, pasaba por descendiente de Hércules. El ansia maternal la impulsó a disfrazarse de entrenador y a colarse en el estadio con un grupo de atletas, para asistir al match de su hijo. Pero su partidismo la delató. Precipitándose, desgreñada, hacia el ring , se le cayó el disfraz y fue reconocida. La ley era formal: la mujer pescada en falta tenía que ser pasada por las armas. Pero en favor de Ferénika acudió a testimoniar desde el cielo el mismísimo Hércules, que era campeón del mundo y que la reconoció como de su progenie. La acusada fue absuelta. Mas, para impedir que el caso se repitiese, quedó prescrito que a partir de entonces, todos, atletas y entrenadores, se preesentasen desnudos.
Esto, por supuesto, es una leyenda, pero lo de la desnudez de los participantes es cierto. La excusa es que con la desnudez se podía apreciar mejor la armonía física de los ejercicios, pero lo cierto es que a muchos griegos les atraía el espectáculo de las nalgas juveniles en movimiento. Hay gustos para todo.

Por lo que se pudo reconstruir, parece ser que el primer día de los juegos se dedicaba al concurso de heraldos y de trompeteros. Más tarde se agregaron concursos musicales.

Competencia de cuadrigas
El segundo día estaba destinado a las competiciones de los jóvenes. El tercer día se dedicaba a las carreras de carros, bigas (dos caballos) y cuadrigas (cuatro caballos). El circuito era endemoniado, y los accidentes frecuentes, para alimentar el morbo del público. Ese mismo día tenía lugar el pentatlón (carrera de velocidad, salto de longitud, lanzamientos de disco, jabalina y lucha) considerado el rey de las competencias.

El día siguiente se dedicaba a los dioses, y constituía el núcleo del festival olímpico. Se realizaba el solemne ritual en honor a Zeus y el sacrificio de 100 bueyes en su templo.

Carrera
El quinto día se reservaba al atletismo. Se competía en carreras: el diaulo (carrera de velocidad de 192 metros y vuelta), el dolico (carrera de resistencia, que llegó a ser de 4600 metros) y la hoplitodromia, o carrera de hoplitas (soldados) donde los concursantes corrían entre 384 y 768 metros armados con escudo y casco.
Pancracio
Se finalizaba con la lucha libre, el pugilato (con las manos vendadas de cuero con láminas de hierro. Es de imaginar los estragos, mandíbulas y maxilares rotos que causaban semejantes “guantes”) y el pancracio donde había que vencer al rival pudiendo golpear con cualquier parte del cuerpo al adversario. Una especie de “valetodo” También eran válidas cualquier tipo de luxación y tomas de dolor. El combate finalizaba con la rendición e incluso la muerte, alcanzando con el tiempo gran brutalidad.

Atleta premiado
El sexto día: gran final y entrega de premios. El premio en sí era sencillo; una rama de olivo o una banda de lana en la frente. El efecto moral, en
cambio, era enorme: el ganador de cada prueba se volvía inmensamente popular, su nombre, el de su padre, su lugar de nacimiento y su linaje se inscribían en un registro. El que conseguía vencer en todas las pruebas del pentatlón, tenía derecho a una estatua en el templo de Zeus. Poetas como Simonides y Pindaro componían versos en su alabanza, los pintores lo retrataban, famosos escultores como Praxiteles y Miron lo inmortalizaban.

Cabe decir que entre las varias competiciones que se disputaban en Grecia, no existía el maratón. El cazador Fidípides que, para llevar la noticia de la victoria de Maratón a Atenas corrió 39 kilometros y dejó la piel en la hazaña, fue el único campeón del mundo que no percibió premios, que no fue ensalzado por la Prensa, que no fue inmortalizado por la estatuaria, y que no dio nombre ni a una Olimpíada ni a ninguna especialidad atlética. Por lo visto, lo de Fidipides es obra de algún escritor imaginativo. Por lo pronto Herodoto, que relató con detalle la batalla deMaratón, ni lo menciona. Otro mito que se derrumba.

A mediados del siglo III D,C. comienza una decadencia progresiva. Los resultados de las competencias fueron corrompiéndose por presiones y sobornos. Los últimos Juegos Olímpicos se realizaron en el 393. Tras la adopción del cristianismo como religión oficial del imperio el emperador Teodosio I los prohibió por tildarlos de paganos, con gran influencia en su decisión de San Ambrosio de Milán (con la Iglesia hemos topado).
En el año 395 d.C. las hordas godas invadieron y saquearon Olimpia y en el 408. Teodosio II y Honorio,  emperadores de los imperios romanos de occidente y oriente, decretaron la destrucción de los templos y lugares dedicados a dioses paganos.
Niké
 Sorprendentemente, hay un hilo invisible entre los antiguos Juegos Olímpicos y las actuales Olimpíadas.
La diosa Niké, representada como la victoria alada tema de innumerables artistas, ha dado su nombre a ¡una zapatilla deportiva!







Y no sólo su nombre, sino que el logotipo de la misma está inspirado en un ala de la diosa.

Como de costumbre, los espero a fines de octubre con otro relato. Hasta entonces.




1 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante el artículo mostrándonos cómo eran los juegos olímpicos antiguos.
Poco se sabe de ellos, salvo que eran griegos, por supuesto.
Saludos