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histonotas: MINOTAURO - EL HOMBRE CON CUERNOS

domingo, 31 de enero de 2010

MINOTAURO - EL HOMBRE CON CUERNOS

Si analizamos críticamente la historia oficial de los países y de las religiones, nos encontramos a menudo con que historia y mito se superponen y se confunden. Creo que la existencia y hechos del Minotauro son tan reales, o irreales, como la genialidad de Hitler o el equilibrio mental de Santa Teresa, y ambos son considerados verdad histórica por mucha gente. Así que, pese a que este es un blog de historia: ¡adelante con el Minotauro y sus acompañantes!

Inevitablemente, el origen de las desventuras relatadas en los mitos radica en los defectos sospechosamente humanos de los dioses. En particular, el panteón griego semejaba una casa de inquilinato, con la diferencia de que los inquilinos eran eternos, y eternas sus riñas.

Una de las causas remotas de la existencia del Minotauro (hay varias versiones; ésta es la que más me gusta) fue la incontenible pasión de Afrodita por Ares. El adulterio fue descubierto por Helios (el Sol) que inmediatamente fue con el cuento a Hefestos, el marido engañado. Afrodita quedó lógicamente resentida por el chivatazo y se tomó su revancha.
Helios tenía una hija, Pasifae (este feo nombre significa, sin embargo, “la que brilla para todos”), casada con Minos, rey de Creta. (Digresión: Este Minos era más mujeriego que Tiger Woods, lo que generaba en Pasifae vagos sentimientos de venganza. Las represalias de Afrodita y Pasifae confluirán en el drama). Afrodita, diosa de mala entraña, creó un toro blanco, bellísimo, y lo puso a pastar en los prados de Minos. Al mismo tiempo, infundió en Pasifae un incontenible amor por el animal. Un caso de afición taurina, pero mal. Como ven, todo un enredo de cuernos, metafórica y realmente hablando.

Había por supuesto varios obstáculos para el amor de Pasifae. En primer lugar, los toros son marcadamente indiferentes a la belleza femenina y además, hay obvios impedimentos de orden físico. La versión cretense del Kamasutra no ayudó para nada, por lo que Pasifae recurrió a la ingeniería o, mejor dicho, a Dédalo, un afamado ingeniero que ejercía en Creta.

Luego de la sorpresa inicial, Dédalo estuvo a la altura de las circunstancias: construyó una linda vaca de madera, la recubrió con cuero, y ¡horror! le hizo una puertecita corrediza en donde las vacas tiene la...... entrada, digamos.

Allá se metió Pasifae, bañada y perfumadita, con la anatomía convenientemente dispuesta, y se hizo llevar a la vista del toro. Éste la vio, tomó carrera y.....ayyyy!. Resultado: un bebé mestizo: cuerpo de hombre y cabeza de toro. La misma cara del papá.
Cuando Minos vio a su presunto hijo, enseguida se dio cuenta de quién era el progenitor. Lo peor fue que cuando el nene creció desarrolló unas preferencias extrañas: sólo se alimentaba de carne humana y tenía un carácter incalificable. Vuelta a recurrir a Dédalo: ¿donde se puede encerrar a esta bestia de nieto para que no se pueda escapar y nadie lo vea? El ingenioso Dédalo construyó un laberinto endemoniado y puso al Minotauro (y hay quien dice que también a Pasifae) en el centro. Como alimento le tiraban cada tanto prisioneros de guerra, esclavos y cosas así. (No sé qué comía Pasifae).

En el ínterin, por rencillas deportivas que no vienen al caso, Minos derrotó y sometió a Atenas. Como tributo le exigió la entrega, cada nueve años, de siete jóvenes y siete doncellas vírgenes (no sé por qué deban ser vírgenes, pero le añade un atractivo sexual al asunto) que se abandonaban en el laberinto donde inevitablemente iban a parar a las fauces de Minotauro.

Este drenaje de jóvenes y sobre todo de vírgenes, tan escasas, motivó a Teseo, hijo de Egeo, rey de Atenas, a que se ofreciera como presunta víctima, con la idea de matar al Minotauro y terminar con el tributo.

Llegó Teseo a Creta e, inexplicablemente, lo primero que hizo fue enamorar a Ariadna, hija de Minos (legítima, sin nada que ver con el toro, en última instancia hermanastra del Minotauro). Con la promesa de sacarla de Creta y llevársela consigo, Teseo obtuvo de Ariadna la solución para salir del laberinto luego de matar al Minotauro: llevar un gran ovillo de hilo e ir desenrollándolo para encontrar el camino de salida. Simple y efectivo: Teseo mató a la bestia, deshizo su camino (se supone que con los otros trece rehenes) cargó con Ariadna y se hizo a la mar.

En el camino parece que Teseo y Ariadna no congeniaron, o descubrieron incompatibilidades, o Teseo era un sinvergüenza, lo cierto es que la abandonó a su suerte en la isla de Naxos, con la secreta esperanza de que se muriera de hambre.

Afortunadamente para Ariadna pasó por Naxos el dios Dionisos, más conocido como Baco, quien se enamoró de Ariadna, la liberó y la llevó consigo. Sigue la historia de Ariadna, casi interminable, pero la dejaremos aquí.

En cuanto a Teseo, recibió su castigo: había convenido con su padre Egeo que, si volvía victorioso, cambiaría las velas negras de su barco por otras blancas, para transmitir desde lejos la buena noticia, pero ¡ay! se olvidó. Egeo, al ver en la lontananza las velas negras, se hundió en la tristeza y se tiró al mar, que desde entonces se conoced como mar Egeo.

También la historia de Teseo continúa largamente, es sabido que los griegos eran y son empedernidos fabulistas, pero a nuestros fines termina aquí.

Como dato que no creo interese a nadie (salvo a Borges, que escribió un cuento con ese nombre) al hijo de Pasifae y el toro lo llamaron Asterion, pero todos lo conocemos por Minotauro, para vergüenza de Minos, primero a quien le obsequiaron literalmente un hermoso par de cuernos.

Y así finalizó la primera corrida de la historia. Se dice que a Teseo le dieron rabo y orejas.

Hasta el 15 de febrero. Un abrazo



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