Subscribe in a reader

histonotas: ULISES (EL TRAMPOSO) EN TROYA

miércoles, 14 de mayo de 2008

ULISES (EL TRAMPOSO) EN TROYA

Pese a haber ido sin mucha convicción y con ganas de terminar cuanto antes, como vimos en la entrada anterior, Ulises se portó bastante bien y con coraje en Troya, pero ¡ojo! que todo lo que sabemos es por Homero, el corresponsal de guerra oficial, que escribió unos quinientos años después del hecho. Esto lo descalificaría por completo como historiador confiable, pero al parecer Homero se basó muchísimo en leyendas orales muy antiguas, lo que lo convierte casi en un copista de fuentes más fidedignas

Bajo esta óptica veremos algunos incidentes de Ulises en el sitio de Troya (se cuentan muchas hazañas de él, pero no dispongo de espacio)

FILOCTETES

Hubo un caudillo llamado Filoctetes, poseedor de un arco infalible regalo de Hercules, a quien durante el viaje hacia Troya mordió una serpiente. Ya se sabe que las serpientes mitológicas muerden peor que las reales, de modo que a Filoctetes se le empezó a infectar la pierna, acompañado de un terrible dolor.

Entre el repugnante olor de la pierna infectada y los gritos de la pobre víctima, el resto de la flota se hartó y tuvo que buscar algún remedio. A Agamenon, el general en jefe, se le ocurrió una idea traicionera y perversa, tanto que no se animó a llevarla a cabo y se la encargó al siempre dispuesto Ulises.

Ya hemos visto en la entrada anterior que Ulises, además de gozar del escandaloso favoritismo de la diosa Palas, era el obsecuente seguidor de Agamenon, por lo que no objetó el abandonar a Filoctetes en una isla deshabitada, dejándole sólo su arco para que se las arreglara. Hecho, y todos satisfechos rumbo a Troya.

Con el tiempo, la guerra se hizo larga e igualada, hasta que un adivino hizo saber a los griegos que para la caída de Troya era indispensable la presencia de Filoctetes con el arco y flechas de Hercules. De nuevo Ulises, esta vez para acarrear de vuelta a Filoctetes.

Con el humor que se encontraba éste, solo, muerto de hambre y apestando, había que ser caradura para, siendo el mismo que lo abandonó, ir a buscarlo. Bueno, Ulises lo hizo, y eso demuestra su habilidad persuasiva. También empleó algunas trampas y mentiras, claro y, como siempre, la ayuda de un Dios fue decisiva, pero sería largo de contar. Sugiero que lo lean en Filoctetes, de Sófocles.

TERSITES

Tersites era un soldado griego, alborotador, calumniador, continuo opositor a las autoridades. En cuanto a su aspecto, dice Homero: “ Fue el hombre más feo que llegó a Troya, pues era bizco y cojo de un pie; sus hombros corcovados se contraían sobre el pe­cho, y tenía la cabeza puntiaguda y cubierta por rala cabe­llera”

Esta pinturita de varón, en ocasión de una orden de Agamenon, dando estridentes voces, decía

oprobios al general. Intervino Ulises
demostrando lealtad a su patrono y dijo:
“No creo, Tersites, que haya un hombre peor que tú entre cuantos han venido a Troya con el ejército. Lo que voy a decir se cumplirá: Si vuelvo a en­contrarte delirando como ahora, no conserve Ulises la ca­beza sobre los hombros, si no te echo mano, te despojo del vestido (el manto y la tú­nica que cubren tus partes verendas) y te envío lloroso a las veleras naves después de castigarte con afrento­sos azotes.
Así, pues, dijo, y con el cetro, diole un golpe en la es­palda y los hombros”.

Salió escapando Tersites, para diversión de los soldados. Agamenon, encantado con su defensor. Estas cosas se tienen en cuenta, y Ulises lo sabía.



EL CABALLO – HISTORIA OFICIAL

Autor: Homero – La Odisea


Los troyanos seguían bien a cubierto en su ciudad, burlándose de sus atacantes, y los griegos se tiraban de las barbas. Eso no podía seguir así. Ulises se puso a pensar (seguramente por encargo de Agamenon) y ya sabemos lo que siempre se le oc
urría: perfidias. ¿Y si hacemos creer a estos sinvergüenzas que nos volvimos a casa? Por supuesto, no nos iremos nada, quemaremos el campamento, embarcaremos y nos esconderemos detrás de las cercanas islas.

Antes de irnos, haremos un gran caballo de madera, hueco, al que llenaremos de guerreros (una muestra de lo que son los antiguos “historiadores”: según las versiones, en el caballo cabían desde 25 a 3000 soldados. ¡Pavada de caballo con capacidad para 3000 héroes, con instalaciones sanitarias y todo! Digamos que eran 30, total…). En un costado dejemos un mensaje dedicándolo a Palas Atenea.




Como detalle ingenioso, dejaron al lado del caballo a Sinon, primo de Ulises y embustero como él (de familia venía la cosa) para que, haciéndose pasar por desertor, convenciera a los troyanos de que les convenía introducir al caballo en la ciudad, para aplacar a Palas. (Sería interesante saber qué fue de Sinon cuando los troyanos se dieron cuenta para su pesar de lo que había dentro del caballo. Sospecho que Ulises se quedó sin primo).

Bueno, ya sabemos lo que pasó. Los troyanos, pese a algunas aves de mal agüero, entraron nomás el caballo, para lo que tuvieron que demoler un trozo de muralla, y esa noche festejaron la paz con un entusiasmo alcohólico que los dejó tumbados. Salieron los guerreros de dentro del caballo, empezaron a carnear troyanos dormidos y el ejército salió de su escondite y colaboró en la carnicería. De la ciudad dejaron ruinas.

EL CABALLO – OTRAS VERSIONES

Autores varios no conocidos


En la historia oficialmente aceptada, Ulises sale bastante bien parado, dado que lo del caballo puede considerarse un astuto ardid de guerra. Pero …. existen varias versiones revisionistas.

Una de ellas dice que lo de la ocurrencia de Ulises y el caballo de madera es todo falso, debido a una confusión. Lo que sucedió es que un troyano traidor vendió a los griegos el secreto de una entrada disimulada en las murallas, la cual identificó dibujando sobre ella un caballo. Claro, había un caballo de por medio, y de ahí la confusión. No me gusta. Me parece traída de los pelos.

La otra que retrata mejor el carácter del granuja de Ulises, dice que Palas Atenea (está anotada en todas, esta chica) insufló en Prilis, hijo de Hermes, la idea de que se podría penetrar en Troya por medio de un caballo de madera, y Epeo, artesano consumado, se ofreció voluntariamente para construirlo bajo la inspiración de Atenea. Más adelante Ulises reclamó el mérito de esta estratagema. Típico. Casi me gusta más que la de Homero, que puede ser una tergiversación para quedar bien con quienes se decían descendientes de Ulises.


Para finalizar, me entero de que algún “creativo” funcionario de turismo colocó frente a las ruinas de lo que fue Troya una réplica del caballo en cuestión. Basta verla para advertir que ni el troyano más desaprensivo hubiera confiado en ese mamarracho sospechoso, pero los turistas lo creen.


Dejo constancia (en broma) de que no tengo nada personal contra Ulises, sólo que aplica con demasiada frecuencia aquello de que “el fin justifica los medios” anticipándose a Maquiavelo en dos mil quinientos años.


Hasta el 31 de mayo, en que veremos los hechos de Ulises en su vuelta a casa. También figurará Penélope, el Cíclope, las Sirenas y otros conocidos.


0 comentarios: