Subscribe in a reader

histonotas: ODISEO, ALIAS ULISES - NARRACIÓN

domingo, 27 de abril de 2008

ODISEO, ALIAS ULISES - NARRACIÓN


Es por casi todos sabido que un rey llamado Odiseo (en adelante, Ulises, que es más conocido) anduvo haciendo descalabros con una banda de griegos frente a Troya a quien, cuando terminó el asunto y hubo que volverse, le tocó en suerte un viaje agitadísimo hasta que finalmente llegó a su casa y se reencontró con su esposa Penelope que lo había esperado veinte años tejiendo y rechazando pretendientes. Por supuesto, esas son leyendas. Puedo imaginar qué estuvo haciendo Penelope realmente durante esos años, entre tejido y tejido. Pero ya lo contaré.

Lo que no es tan sabido es qué hizo Ulises antes de la guerra y de su tour de retorno, y eso es lo que voy a contar primeramente, dejando para la próxima el consabido crucero mediterráneo.

A.T. (ANTES DE TROYA)
Estamos en el año 1200 antes de Cristo, más o menos. Homero, quinientos años después contó en la Iliada y en la Odisea que en la isla de Itaca, frente a Grecia, vivía un rey llamado Ulises.

Detengámonos y veamos: la isla de Itaca existía y, de hecho, todavía existe, porque las islas suelen quedarse inmóviles. Ulises, el rey, es otra cosa. En primer lugar, en esos años se llamaba rey a cualquier mandamás que se imponía a los habitantes de lo que hoy llamaríamos un poblado o un grupo de poblados y se perpetuaba generalmente por las malas. Para mantener a la gente tranquila, alegaba un origen divino; no es lo mismo echar a patadas al señor Ulises que a un descendiente del propio Zeus. Quedamos entonces en que Ulises decía ser vástago de Zeus (o Júpiter, si prefieren).

Se creyó durante siglos que Ulises era un personaje imaginado por Homero, pero también se pensaba que Troya era un invento, hasta que vino un alemán y encontró, creo que once ciudades, una encima de la otra, donde Homero decía. Así que no me extrañaría que un día aparecieran los huesos de Ulises, prolijamente guardados dentro de un jarrón

Digámoslo de entrada: Ulises, como héroe griego era un mal ejemplo. Homero lo llama astuto, ingenioso, fecundo en ardides, pero hablando sinceramente era un falso, traidor, mentiroso y acomodaticio sujeto. En cuanto a coraje, era valiente pero no descollaba. Prefería dar consejos ¿me entienden?

La mayoría de sus hazañas, si no todas, se debieron a la especial relación que cultivaba con la poderosa diosa Palas Atenea. A cambio de adulación constante y sacrificios abundantes, la diosa lo sacaba de todos los enredos en los que se metía, ya sea con consejos o con la acción directa.

Ya verán en los ejemplos que siguen cómo el carácter de Ulises es bastante cuestionable, por más que Homero lo trate de embellecer por motivos políticos.

Novio de Helena

Ya desde chiquita Helena (la que se hizo famosa como Helena de Troya) era una belleza infartante y uno de los primeros en postularse como novio fue el joven Ulises.


Claro, cuando el candidato vio que llovían pretendientes como moscas a mermelada ya le perdió el gusto a la cosa, tanto por la encarnizada competencia que preveía como por el futuro que imaginó con semejante mujer como esposa. Renunció a su candidatura el astuto Ulises y pacificó a los exacerbados pretendientes e hizo bien, ya que se salvó de los cuernos con que iba a ser obsequiado Menelao, el ganador del concurso “llévese a Helena”. A cambio (porque no hacía nada gratis) se consiguió el patrocinio del influyente papá de Helena para casarse con Penélope, otra beldad también codiciada pero menos espectacular y más hogareña.


Esquivando la guerra

Como habrán leído en entradas anteriores, la señora Helena de Menelao pronto tiró la chancleta e hizo abandono del hogar con un troyano. Su marido, para disimular lo inocultable, sostuvo que Helena había sido raptada y convocó a todos los parientes y ex pretendientes para secundarlo en una guerra de reivindicación contra Troya, auxiliándolo como habían jurado al celebrarse el matrimonio.

Ulises estaba de lo más tranquilo en Itaca cuando le llegó la “invitación” y no le causó ni medio de gracia dejar su reino, su mujer y su hijo recién nacido para arreglar asuntos que había previsto y que pensaba superados. Lo del juramento prefirió pasarlo por alto.

Otra vez la astucia. Para no ser convocado a la milicia se fingió loco, poniéndose a arar sus campos con un buey y un asno y a sembrar sal en lugar de semillas.

El enviado de Menelao, no menos listo, colocó a Telemaco, el pequeño hijo de Ulises, frente al arado. Ulises no pudo continuar haciendo el surco por encima de su hijo y se detuvo, demostrando que no estaba tan loco. Le falló la picardía, y no tuvo más remedio que ir a la guerra. Contado así, no suena muy heroico ni aguerrido.


Aquiles desenmascarado

Ante los rumores de guerra, la mamá del belicoso adolescente Aquiles, sabiendo, porque era una diosa, que su hijo sería muerto frente a Troya, lo envió a una isla disfrazado de mujer. A Ulises le encargaron descubrirlo y reclutarlo, para lo cual se disfrazó de mercader (parece que mucha gente andaba disfrazada en esa época) y se dedicó a recorrer las islas con dos carros, uno cargado de vestidos y perfumes y el otro de armas.

Cuando llegó a la isla donde estaba Aquiles, todas las mujeres se precipitaron al carro de los vestidos, salvo una que con los ojos brillantes corrió hacia el de las armas., y así fue descubierto por Ulises.

Esta vez no estuvo tan mal, y nuestro héroe demostró su inteligencia proverbial sin hacer daño a nadie (salvo a Aquiles, claro, a quien envió a la muerte, y a su madre, que quedó desconsolada).

Y a Troya fue Ulises con sus compañeros. No muy convencido, pero contando con la ayuda de Palas Atenea y la protección de Agamenon, el general en jefe del ejército griego, a quien Ulises se ocupó de caer bien en todo momento. Un acomodaticio, bah.




En la próxima, a mediados de Mayo, veremos algo de lo que hizo este hombre frente a Troya, y a continuación lo acompañaremos en su largo retorno a casa.

0 comentarios: